Han pasado ya unos años desde que el director y actor Aitor Merino se embarcó en un crucero junto a su hermana Amaia y sus padres Kontxi e Iñaki, ya jubilados, para celebrar sus bodas de oro. Fue aquel un viaje que terminó por detonar la grabación de Fantasía, un documental que retrata el paso del tiempo, la memoria y las relaciones familiares.

El Festival de Málaga acoge este viernes el estreno del largometraje, en la Sección Oficial de Documentales, en una cita que será, además, la primera vez que los padres de Aitor, inesperados protagonistas del proyecto, vean el versión definitiva del montaje. “Va a ser un poco impactante para ellos”, afirma Merino, días antes de viajar a la ciudad andaluza.

El sueño de sus padres, el origen

Acerca del origen del proyecto, el realizador explica que “en 2015 cumplimos un sueño de mis padres, que era juntarnos los cuatro y hacer un viaje en crucero. Y en cuánto supimos el nombre del buque, Fantasía, mi hermana y yo decidimos llevarnos la cámara”.

Si bien el documental comienza con ese viaje a bordo del crucero, la mayor parte del mismo transcurre en la casa familiar de los padres de Merino en Pamplona. Nacido en San Sebastián en 1972, el actor y director se crió en la capital navarra, pero pronto voló a Madrid para estudiar interpretación y dedicarse al cine.

Saltó a la fama como actor con la memorable Historias del Kronen (1995) de Montxo Armendáriz y en 2013 presentó junto a su hermana el documental Asier ETA biok. Y ahora, años después, con Fantasía volvió a casa: “Cuando regresé a Iruña en las navidades de 2015, me di cuenta de que era interesante continuar grabando, dado que las vacaciones en el barco eran un lugar idílico en el que el tiempo se había detenido, en una especie de recuerdo idealizado juntos, pero yo quería hablar de una realidad”, explica Merino.

Una realidad, continúa, en la que sus padres tienen una edad, viven ya jubilados en una casa cuyas paredes lucen infinidad de fotografías y cuadros de sus familiares, y donde “uno es más consciente de que esto un día se va a acabar”. De ahí ese impulso para continuar grabando, como “una necesidad muy grande de atrapar este amor tan grande que nos tenemos los unos por los otros”.

La rutina cotidiana, en pantalla

Así, con una mirada cercana e íntima, Merino retrata a sus padres en escenas cotidianas del día a día y en pantalla se les ve de manera totalmente informal, tocando la guitarra, durmiendo o yendo al baño en calzoncillos. “Al principio mis aitas no sabían que estábamos haciendo una película”, cuenta el director sobre los primeros meses de una grabación que finalmente se ha desarrollado a lo largo de casi cinco años y a la que sus padres terminaron por acostumbrarse: “Decían: ya está el pesado de Aitor con la cámara”, recuerda entre risas.

En total, se hicieron con un archivo que superaba las 200 horas de grabaciones, por lo que el montaje del documental ha sido un reto que han solventado el equipo a cuatro que conforman el propio Merino, su hermana Amaia, Ainhoa Andraka y Zuri Goikoetxea.

Captar el tiempo y la memoria

Una frase que Juan de Unzueta, antepasado de Aitor Merino, dejó escrita en 1765 abre el documental: “No lego nada por no tener de qué”. Una declaración de intenciones acerca de un proyecto que reflexiona, con delicadeza, en torno al paso del tiempo, la memoria, aquello que uno deja tras de sí y las propias relaciones familiares.

“En la película vemos cómo el paso del tiempo no hace prisioneros y se va llevando por delante a seres queridos y al mismo tiempo también se lleva la propia juventud”, asegura el realizador sobre una reflexión que en pantalla, por ejemplo, cuando sus padres reciben la llamada de que un familiar cercano ha fallecido.

El viaje de Fantasía cruza también “los estragos del tiempo en la memoria”, con enfermedades como el Alzheimer, y ahí radica la importancia de “recordar o no”, ya que “en la memoria se conserva la identidad de lo que somos, la idea de nosotros mismos y de los seres queridos”.

Son los ejes de este retrato familiar, sincero, divertido y entrañable, y con ecos del documental Muchos hijos, un mono y un castillo, de Gustavo Salmerón. Un retrato en el que fantasía y realidad se cruzan, en esa dicotomía que son el viaje en el crucero, frente a un día a día en la que la vejez y el tic tac marcan la rutina y el tiempo no se detiene.

“Tengo la ingenua intención de que esto trascienda, pero el tiempo dirá”, reflexiona Merino sobre este homenaje a sus padres que sigue la senda de los álbumes de fotografías familiares que hoy día casi están en peligro de extinción. Y desaparecen en un momento en que “no le damos el valor a las imágenes porque tenemos tantas que no tenemos tiempo de revisitarlas en ningún momento”.

Por el momento, el documental se estrenará este viernes en Málaga y la casualidad ha querido que sea precisamente el día que se cumplen justo seis años desde que la familia Merino se embarcó en el crucero de Fantasía. Tras el paso por el festival malagueño -en el que optan al galardón de Mejor Largometraje Documental- está previsto que el viaje continúe y la película se estrene en salas de cine en otoño, además de atracar en las plataformas digitales.