Desde el pasado domingo, el Navarra Arena se ha convertido en el hogar de La Fura dels Baus, que durante los últimos días ha terminado por perfilar Dinamo, el espectáculo que estrenarán este viernes en la Gala de Premios SciencEkaitza. Se trata de una experiencia inmersiva, avanzan, sin escenario fijo, donde la acción discurre en todos los rincones de Navarra Arena, a lo largo de la pista, las paredes e incluso el techo. Una ruptura de la cuarta pared con el público que ha marcado los 40 años de trayectoria de la compañía catalana, que mira al presente con resignación. "Ahora parece que desgraciadamente todas las artes sólo son artes si son rentables", lamenta Pera Tantiñá, uno de los codirectores de la compañía.

Llevan desde el pasado domingo trabajando en el Navarra Arena, realizando además un taller inmersivo con 50 participantes. ¿Cómo está siendo el montaje y trabajo?

-Hay dos aspectos en el montaje de esta historia: el humano y el burocrático. El humano es excepcional, es gente con pasión, muy maja y abierta. Pero después ha habido un problema gordo de desgaste energético y absurdo, como es la burocracia, los permisos... Pero estamos así, la sociedad se ha vuelto así.

Una burocracia que con la pandemia y en esta nueva normalidad incide más en las normativas de cara a desarrollar eventos.

-No es sólo ahora, es un proceso que hemos vivido desde nuestros inicios, que hacíamos unos espectáculos que, por ejemplo, hace dos años ya no se podía hacer por la seguridad del público, del fuego, de manchar a la gente... Es curioso cómo ha evolucionado el mundo: de una teórica libertad de hacer las cosas, a estar en un pozo sin fondo. Ha cambiado la sociedad, esto de la pandemia también ha ayudado y lo ha reforzado, pero estamos yendo a una sociedad enclaustrada. La desgracia es que hemos pasado de la intuición a la obligación.

¿De qué manera se traslada esto a su propuesta artística?

-Es un reto. Siempre decíamos que nuestra esencia era que hacíamos un espectáculo con el público dentro y ahora el morbo es ver cómo podemos acoplar lo que hacemos, respetando como dijo la ministra, un metro y medio de distancia. Pues ya iremos con el metrito y a un metro y cuarenta y nueve, estaremos. En el caso del Arena, no hay un escenario y esto era una exigencia de la organización, ya que no querían hacer unos premios al uso. Y esto nos ha favorecido muchísimo, al no haber un centro, te permite jugar con este espacio.

Adaptarse al espacio donde actúan es uno de los sellos de La Fura dels Baus. Pero, ¿cómo definiría la filosofía de la compañía, que suma ya 40 años de trayectoria?

-En estos 40 años podemos destacar dos grandes épocas: antes de las Olimpiadas del 92 -La Fura actuó en la ceremonia inaugural- y después. Antes de las Olimpiadas la compañía estaba muy centrada en el lenguaje furero y después, cuando el nombre de La Fura se popularizó, nos planteamos si seguir con ese lenguaje o diversificarnos. Esto también te lo permite una compañía como La Fura, donde hay cinco directores y cinco posibilidades de probar cosas. Ahora, en este momento, estamos en el mundo de la ópera, de los macro espectáculos, de espectáculos de escenario, estamos con la Fundación Épica, que es un laboratorio relacionado con la tecnología... Nos ha dado esa posibilidad de seguir investigando y probando. Fueron muy importantes estas dos épocas y ahora empezará una tercera época que nadie sabe -quizá Dios- cómo va a terminar.

¿A qué se refiere?

-Bueno, esto son planteamientos propios, pero este mundo material y normativo, de horarios y de metro y medio, tan racional... Es un mundo que empieza a no gustarme. Pienso que necesitamos un cambio de conciencia, de dejar lo material e ir más a lo metafísico, espiritual, divino, lo que te dé la gana... La emoción, intuición, sensación... Que curiosamente es lo único que nunca va a tener esa famosa big data e inteligencia artificial que tanto miedo nos da. No tiene orgasmos, no tiene sensación y no tiene emoción.

Como compañía, La Fura dels Baus defiende esa búsqueda constante de la emoción. ¿Se antoja mayor ese reto ante el público, hoy día?

-Esta es la historia. Pero es cierto, y lo veremos dentro de unos años, que el alma de la gente no se ha diluido, por mucho que quieran. El alma y la emoción de alguna forma u otra se puede provocar. Hay personas con miedo, pero hay una gran parte también que lo que nos gusta es reír, pasárnoslo bien... Iremos hacia este lado y veremos cómo se puede acoplar una cosa con otra. En este momento parece que la sociedad esté especialmente diseñada para que siempre te falte un puñetero papel para poder hacer una cosa. Yo hace cuarenta años las hacía, con mi seguridad, porque procuraba que no me pasase nada, y ahora lo hemos externalizado e insisto en que la burocracia está matando la intuición y está matando la emoción y la frescura de las cosas.

Mirando al presente, al ahora. ¿Qué cree que le falta a las artes?

-Quizá soy demasiado categórico, pero para mí las artes han perdido el corazón. En la historia de la ciencia, donde estamos inmiscuidos todos, y del arte la base es el cuestionamiento. Y ahora, tanto a nivel social como en las artes escénicas, tienes que ir a lo seguro. Creo que han perdido esta historia del jugársela y de cuestionarse la primera base. Ahora parece que desgraciadamente todas las artes sólo son artes si son rentables y no es sólo una contradicción, sino que son opuestos. Y esta historia de acoplar el arte, que es creación y que es sencillamente echarte a la piscina, a que si no es rentable, ya no es creación... Es al revés. Así que pienso que sí, que la esencia del arte y de la ciencia desde hace miles de años ha sido el cuestionamiento y preguntarte qué haces aquí, para qué sirves... Y ahora haces arte y espectáculos y tienes que acoplarte por huevos, no tienes otra.

En el Navarra Arena van a estrenar Dinamo

-Nada, todos nos vamos a encontrar con sorpresas (risas). Tanto nosotros como el público. En primer lugar, hay que tener muy presente -y nosotros lo tenemos clarísimo- que somos la comparsa de una entrega de premios, no es un espectáculo de La Fura. Y ya que estamos en un mundo científico, se llama Dinamo porque la intención es dinamizar la energía. Creo que durante este último año y pico nos hemos quedado muy dormidos y muy apalancados.

¿En qué sentido?

-Nos quieren abocar a una sociedad donde ya no vayas a comprar, sino que sea Amazon el que te traiga la comida, que no pienses, sino que veas series de Netflix todo el rato... Y con este espectáculo intentamos dinamizar la energía y la imaginación. No vamos a explicar un cuento, son una serie de escenas. Es la base de la compañía, el no meter una imagen en el subconsciente. Por ejemplo, está el espectáculo Suz/O/Suz, que lo hemos representado como 400 veces... Y el último día que lo hicimos, terminamos, vinieron un par de espectadores y me contaron un espectáculo que en mi vida había pensado, dicho ni visto. Pero a ellos les provocó eso. Tampoco somos misioneros en el sentido de "tengo la verdad y ven a misa". Al revés, tenemos una historia y lo que queremos es que cada espectador vea un espectáculo diferente. Ojalá sea así.