stán siendo días raros, con unas temperaturas que enloquecen a cualquiera. Antes de salir de casa, es difícil decidir entre ponernos unas sandalias o coger el abrigo de plumas. Y esto, a la hora de disfrutar de cualquier espectáculo al aire libre, o de un simple paseo, condiciona. Donde no condiciona, de ninguna de las maneras, es en las salas expositivas, que se convierten en este verano -y, en realidad, en cualquier época del año- en el refugio perfecto. Museo de Navarra, Museo Universidad de Navarra, Museo Oteiza o las salas de la Ciudadela de Pamplona son algunos de estos lugares que continúan con sus propuestas estivales abiertas a todos los públicos, en los que se puede disfrutar de una oferta variada y de muchísima calidad. En general, destaca el aumento notable de visitantes en estos lugares respecto al año anterior, debido, problamente, a la mejora de la situación actual y a la reducción de las medidas restrictivas. Pero también puede deberse a que aquello que guardan entre sus paredes es atractivo y enriquecedor. Y es que, ¿hay un plan mejor?

En el Museo de Navarra, por ejemplo, Susana Irigaray, responsable de la Sección de Museos del Gobierno de Navarra, señala que "las visitas se han triplicado desde el año anterior" y, aunque todavía no se alcanzan las cifras previas a la pandemia, "es un dato como para estar orgullosos". Mucha culpa de esto ha tenido la estancia que los ocho Gigantes y los kilikis Barbas y Caravinagre han realizado entre el 29 de julio y el 15 de agosto en este espacio. En total, 3.662 personas se han acercado al Museo de Navarra a visitar las figuras de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona, lo cual ha aportado mucha variedad respecto al público habitual de la pinacoteca. "Se han acercado más padres y madres jóvenes con sus hijos, que venían expresamente a visitar a los gigantes, cuando nosotros estamos más acostumbrados a un público más adulto", apunta Irigaray.

Además de esto, los visitantes han podido disfrutar de la exposición permanente y de tres exposiciones temporales abiertas al público. Una de ellas es La fiesta terrible, de Mariano Sinués. La muestra persigue enlazar "las obras de Sinués, presentes en el Museo de Navarra, no solo con piezas del mismo autor procedentes de otras colecciones, sino también con sus fuentes iconográficas y sus bases culturales y antropológicas", explican los responsables de la exposición. Por otro lado, la capilla del museo acoge la exposición Basati/Salvaje/Wild, de la autora navarra Gentz del Valle, un proyecto cuyo tema central es el misterio de lo sagrado, de la vida y de la muerte, consiste en un intervención mediante una serie de obras que dialogan con el edificio y su carácter espiritual. La instalación incorpora la obra Antígona, de Elena Asins. La tercera exposición temporal que alberga el Museo de Navarra es Esto que veo, aquello que fue, compuesta por 21 fotografías del fondo fotográfico del museo realizadas en los años 30. Estas instantáneas fueron tomadas por Gerardo Zaragüeta, Julio Altadill, José Galle, Pedro María Irurzun y Nicolás Ardanaz.

"Vemos que poco a poco vamos recuperando las cifras de visitantes, porque han acudido muchos turistas y los locales que suelen venir no se han perdido las exposiciones temporales", celebra Irigaray. Concretamente, en el mes de julio acudieron 3.941 personas frente a las 1.081 del mismo mes en 2020 y en lo que va de agosto ya han visitado este año el museo 6.577, tres veces más que los 2.486 que acudieron en todo el mes de agosto el año pasado.

El Museo Universidad de Navarra, por su parte, también ha visto un crecimiento en el número de sus visitantes. "Estamos recibiendo un 20% más que el año pasado, aproximadamente, aunque nos gustaría que todavía se acercaran más personas, porque venir a ver las exposiciones es un plan muy bueno, la verdad", destaca Marta Martínez, responsable de comunicación de la pinacoteca, quien puntualiza que "la mayoría de visitantes son navarros, ya que muchos internacionales todavía no han podido venir". En cifras, en julio acudieron unas 900 visitas y en lo que llevamos de mes de agosto el museo ya ha recibido cerca de 1.300 visitas.

Respecto a las propuestas que ofrecen este verano, destaca el interés por sus dos grandes exposiciones: Memorándum, de Luis Gordillo; y Pasado y presente, la memoria y su construcción, de Ana T. Ortega. La primera de ellas es una de las muestras más ambiciosas sobre la obra de Gordillo, en la cual el espectador podrá acercarse no solo a su obra, sino a la reflexión en torno a su forma de enfrentarse al hecho creativo. La exposición de Ana Teresa Ortega, Premio Nacional de Fotografía 2020, recorre sus trabajos desde los años 90 hasta la actualidad, algunos inéditos hasta la fecha. En palabras de la artista, nacida en Alicante en 1952, "es la primera vez que puede ver esta selección de proyectos creando sinergias y relaciones entre ellos, dialogando en un contexto expositivo".

También se puede visitar el espacio dedicado a José Ortiz Echagüe, donde se presenta una selección de las obras más icónicas de este autor, clave en la historia de la fotografía española. Además se exponen otros materiales, que ilustran las distintas fases del procedimiento técnico que empleaba para hacer sus fotografías, y que muestran ciertos aspectos biográficos que contextualizan su obra.

La sensación de satisfacción se repite en el Museo Oteiza, desde donde Juan Pablo Huércanos, subdirector de la pinacoteca, apunta: "Desde Semana Santa se está viendo un mayor número de visitantes y estamos recuperando a los turistas, especialmente de Madrid y de Barcelona, a quienes les fascinan diferentes cosas de este museo: desde el museo en sí hasta la caja". En cuanto a las obras, destaca, lo que más llama la atención son "las cajas vacías de Oteiza, pero también el laboratorio experimental, con más de 600 obras del artista, algo que no se encuentra en ningún otro lugar".

En estos momentos, aquellos que decidan acudir al Museo Oteiza podrán disfrutar de la exposición temporal El final de un vacío es el principio de otro, del artista navarro Fermín Jiménez Landa. Se trata de un proyecto que surge de la voluntad del artista de explorar el vacío generado entre las esculturas de Oteiza, amplificando así el sentido espacial de sus obras. Por otro lado, también se puede visitar la colección permanente de obras del escultor Jorge Oteiza. La muestra, concebida para aportar una visión integral de las claves de la trayectoria creativa del artista, exhibe un total de 150 esculturas , además de 300 piezas del Laboratorio de Tizas, procedentes de los fondos de la colección que alberga la Fundación.

"Lo que sí notamos es que las visitas suelen ser muy largas, por lo que podemos intuir que lo que tenemos gusta a la gente que se acerca hasta el Museo", indica Huércanos.

La Ciudadela se ha convertido este verano en un gran espacio expositivo sobre los Sanfermines con 4 muestras en las que pueden verse piezas de la Colección de Arte Contemporáneo del Ayuntamiento de Pamplona de 27 autores, obras creadas exprofeso por 57 artistas locales, 44 carteles pensados por diseñadores navarros para unas fiestas que no se pueden celebrar y tres proyecciones audiovisuales.

La primera planta de la Sala de Armas acoge la exposición Guerra a la tristeza. Souvenirs de una fiesta sin igual, que rescata piezas significativas del acervo artístico sanferminero conservadas en el patrimonio municipal en la Colección de Arte Contemporáneo. En total, son fotografías, pinturas y esculturas de 27 autores de distintas épocas y procedencias que detienen el tiempo y ofrecen la oportunidad de reflexionar sobre las fiestas que tuvimos, que anhelamos y queremos seguir teniendo.

Por su parte, el Pabellón de Mixtos presenta la muestra colectiva Sanfermines imaginados, organizada en colaboración con el Ateneo Navarro, con la que se quiere fomentar la reflexión sobre las fiestas. Para ello, se invitó a más de 50 artistas para que creen una obra específica acompañada de un texto. Algunos de estos son Alfonso Ascunce, Alicia Otaegui, Celia Eslava, Chuma Arguiñariz, Cristina Cidriain, Leire Urbeltz, Mikel Belascoain, Monika Aranda o Virginia Santos, entre otros.

Una idea similar de invitar a personas creadoras a que realicen una obra exprofeso es la que subyace también en la muestra 2020 2021 Los años que no bailamos. Carteles para una fiesta que no pudo ser / Ezin izan zen festa baterako kartelak llevada a cabo en el Polvorín. La idea era encargar el diseño de un cartel imaginario de San Fermín para unas fiestas que no van a celebrarse con el fin de "aliviar estos dos años seguidos sin Sanfermines".

Por último, el Horno presenta una propuesta totalmente diferente y ha apostado por una instalación audiovisual con tres proyecciones sobre diversos momentos sanfermineros. Producidos por Arena Comunicación Audiovisual, la edición e instalación es obra de Acrónica Producciones. Dos de las proyecciones ofrecen diferentes momentos ("momenticos y momentazos") de las fiestas de San Fermín con una duración de aproximadamente 10 minutos cada una. La tercera es una proyección a suelo que ofrece dos mosaicos con la amalgama de imágenes, sensaciones y emociones que suceden en Pamplona.