Después de setenta intensas jornadas de “¡acción!” y “¡corten!”, esta semana ha concluido el rodaje de la segunda temporada de Paraíso, uno de los proyectos más ambiciosos de la televisión española con el que, a juicio del creador Fernando González Molina, ya se puede mirar de igual a igual a las grandes producciones norteamericanas de ciencia ficción. “En España siempre tienes la sensación de ser el hermano pobre y tonto de los americanos”, pero con Paraíso -serie original Movistar+ producida en colaboración con The Mediapro Studio- “hemos llegado a un nivel de producción absolutamente internacional”, asegura a Efe el director (Iruñea, 1975) unas horas antes de sacar la claqueta final.

Junto a la recreación de los exteriores de la calcinada discoteca Paraíso, que el equipo ha creado en una zona de campos baldíos en Chinchón, González Molina habla sobre ese complejo de inferioridad que “ya no toca” porque las producciones españolas “están entre lo más visto en el mundo” y porque después de Paraíso se siente “capaz de casi todo. En el caso del fantástico piensa que estamos compitiendo con productos que igual tienen un presupuesto tres, cuatro o hasta diez veces mayor que nosotros”, explica el cineasta de Palmeras en la nieve

Meticuloso y perfeccionista, el director rodó ese día las últimas escenas y repitió, una y otra vez, la carrera de tres de los chicos campo a través, subidos a tres transportes noventeros: la bicicross Motoretta roja, el monopatín y una moto Puch amarilla. “Trabajar con Fer es un regalo y un aprendizaje constante. Es la persona con más capacidad de trabajo y más entendimiento del cine que conozco”, cuenta a Efe Sara Márquez, la entrenadora de los actores jóvenes, presente en un rodaje que en la jornada final alcanzó el centenar de personas.

Creada por González Molina junto a Ruth García y David Oliva (ambos guionistas de series como El incidente y Los protegidos), Paraíso es un viaje nostálgico a los años 90 Paraíso cuidado al mínimo detalle gracias a ese “importante sentido de la estética” que tiene el cineasta, asegura Eva Fontenla, responsable de maquillaje y peluquería de la serie. “Hay muchos directores que no le dan la importancia que le da él, que cuida hasta la cosa más insignificante. Tiene una sensibilidad especial a la hora de tratar a los personajes y entiende que aportando detalles estéticos también llega al público”, añade.

Sin haber ofrecido Movistar cifras públicas de visionados, González Molina cuenta que está satisfecho con la recepción de la serie, que ha sido bautizada por muchos como “el Stranger Things español”. “Han aceptado el juego que les planteábamos, esta cosa de entremezclar la serie fantástica de carácter universal con lo más íntimamente español”, asegura el cineasta, quien adelanta que pronto habrá “un estreno internacional potente” de Paraíso.

El rodaje de esta segunda temporada comenzó el 17 de mayo y ha recorrido numerosas localizaciones de Cataluña, la Comunidad Valenciana, Cuenca y Madrid. Siempre cargando en la maleta el miedo al coronavirus. “En este mundo poscovid los rodajes se han convertido en un lugar complicado y me siento feliz de no haber tenido que parar, aunque haya habido muchos cambios en el plan”, explica González Molina. Además de sortear al virus, añade, “lo más difícil” ha sido “mantener el nivel de exigencia durante tantas semanas”. “Cuando estás trabajando en una serie con un universo tan potente y una realidad paralela tan apetecible quieres que lo que esté en pantalla esté a la altura de lo que tú tienes en tu imaginación y eso hace que el trabajo sea complicado”, agrega. Lejos de estar acabada, a Paraíso T2 aún le quedan varios meses de trabajo en los que él participa intensamente: el montaje, la música de Lucas Vidal y el complejo proceso de postproducción que requiere un proyecto de ciencia ficción para dar veracidad a sus universos.

La segunda temporada transcurre tres años después de la primera, cuando otro grupo de No Muertos, las Novavis, aparece en Almanzora con el objetivo de destruir el pueblo para poder llevar a cabo su ritual de regeneración y las familias de la pandilla protagonista vuelven a estar en peligro. “La primera temporada hablaba mucho del duelo y de la pérdida y esta es más juguetona con el espectador. Jugamos más a transgredir las reglas del fantástico y a llevarlo a sitios distintos e inesperados”, apunta González Molina.

Una pandilla formada por Pau Gimeno (Javi), Cristian López (Álvaro), León Martínez (Quino), Héctor Gozalbo (Zeta), María Romanillos (Bea) y Patricia Iserte (Olivia) y que contará con la incorporación de Carla Domínguez (Anabel). Además, continúan en la trama Macarena García (la guardia civil Costa, ahora embarazada), Iñaki Ardanaz y Gorka Otxoa, y se unen otros actores como Álvaro Mel, Begoña Vargas y la argentina Laura Laprida.