Como una vuelta a la esencia, al hip hop noventero. Así define Moisés no duerme su último disco, La Aldea (2021), que presentará en directo este sábado en Noáin, acompañado de sus inseparables los Noctámbulos. Las entradas tienen un precio de 5 euros.

Han pasado tres años desde que vio la luz su anterior trabajo, Leve

-El disco de Leve fue un cambio de sonoridad bastante grande y creo que en general tuvo muy buena acogida e iba todo muy guay, pero llegó la pandemia y se paró todo. Ahí seguí la idea de intentar salir de donde había estado, en ritmos más dancehall y reggaetoneros, a temas más hip hoperos y una cosa más pesada y cruda. En la cuarentena me reorganicé y vi que tenía cuatro temas, quise cerrar algo un poquito más grande y acabaron siendo ocho. Para verano el disco estaba prácticamente hecho, pero faltaban dos colaboraciones, me llegaron trabajos para grabar y mezclar… Al final fui compaginando proyectos detrás de los cacharros y ya este año hubo un momento de sacar el disco.

Como dice, su nuevo disco La Aldea ha sido una vuelta al hip hop más noventero. Vista la escena actual, ¿este sonido es una aldea que resiste todavía al invasor, a esos géneros que mandan en el La Aldea mainstream

-Sí, va por ahí también. La música urbana es una etiqueta y un cajón desastre donde entran todos los sonidos modernos y esto no era eso, obviamente. He vuelto a la esencia de la música que hemos hecho, que tiene menos florituras y efectos de captar la atención, de estribillos, de melodías cantadas o instrumentos... Fue escribir, coger las letras y ponerlas en instrumentales sampleadas todas en el mismo rollo, con esa sonoridad más de hip hop noventero, de Nueva York. Y es una cosa que se ha convertido en imperecedera. A pesar de que ahora se lleve el trap o lo que sea, el hip hop siempre va a tener su cabida y su nicho.

Que no quiere decir que desde esa experimentación que ha marcado su trayectoria, en su próximo disco no vuelva a dar otro giro.

-Sí, es una forma de combatir el ?que sea siempre el mismo proceso de trabajo: juntarte con colegas diferentes, producir algo de otra manera... Al final el objetivo primero tiene que ser que tú estés disfrutando del proceso y como por suerte o por desgracia no estamos viviendo en exclusiva de lo que hacemos, tampoco tenemos una obligación de “lo que mejor me ha funcionado en los últimos años ha sido esto, voy a seguir haciéndolo porque tenemos que comer”. Eso te saca de este círculo de dependencia que a veces pueden tener los artistas con el público.

Es una idea que está presente en Nadie me llama

-Sí, claro, en ese sentido está el hacer orgullo de “sigo aquí abajo, pero sigo haciendo lo que quiero, me siguen cuatro, pero estoy contento”. Y si el que tiene un millón de reproducciones en sus letras se la flipa porque lo que tiene es por fin lujo, champán, fiestas privadas y no sé qué, con la parte esta de chulería que tiene el rap, yo voy a chulearme de lo que tengo y de lo que he conseguido, que no es poco. Sigues teniendo gente que te sigue, un circuito donde tocas… Y como dice el tema en un momento: cuando te canses de tu grupo favorito, me vuelves a pegar un toque que yo voy a seguir por aquí haciendo esto. Asumo que hay gente que a lo mejor nos escuchaba y que ahora se ha ido a otro sitio y que Moisés no duerme no ha fidelizado a todo el público de Raperos de Emaús, pero también ha aparecido gente nueva.

De hecho, la canción Soltar gas

-Sí, asumir que te puedes quedar en un sitio, que igual no siempre tienes que ir para arriba… La cultura que hay ahora reinante, que parece que si no estás en continuo ascenso es un fracaso y al final yo creo que por un lado o por otro, te acaba afectando. Es una sensación que igual en el momento que sacas el disco se te ha pasado, pero hay miedos e inseguridades que te vuelven. En este disco hay mucha reivindicación de que no soy un triunfador, pero ya está. Acepto mi puesto en la escena, cuál es mi sitio y sobre todo lo acepto y lo llevo con orgullo.

Y en el disco también afirma que ya no bebe, que ya no hay amaneceres en el Archivo… ¿Moisés se ha hecho mayor y ha dejado la nocturnidad?

-Sí, esta temporada me he hecho viejo a pasos acelerados (risas). Supongo que a veces cuando llevas a cabo un cambio en tu vida es necesaria una autoreivindicación de ese cambio.

Mirando al presente, ¿en qué punto artístico está ahora?

-Hay un tema preparado que es otro rollo completamente distinto y cuando pasen todos estos conciertos de otoño nos sentaremos, porque tenemos una minigira de cinco fechas que ha sido también el punto de retomar el grupo y ver qué queríamos hacer este año, si seguir tocando... La pandemia en muchos casos se ha llevado por delante grupos, parejas… Lo que sea. Y la idea que estamos barajando más que a nivel de qué género hacer, es cómo integrar a los Noctámbulos en el proceso de creación. Ahora soy yo el que va sacando instrumentales y letras, muchas canciones salen sin vientos y luego le damos una forma... Digamos que los Noctámbulos tienen un papel en cómo llevarlo a cabo en directo y estamos viendo que igual la manera de trabajar puede ser sacar piezas en las que todo el mundo se sienta más parte de la creación.

¿Qué opina de la escena local de Pamplona, que da la sensación de haber crecido en los últimos años y estar más que vivo?

-En este tiempo han aparecido Chill Mafia y Ben Yart, que tienen una proyección nacional que no había tenido ningún grupo del género de Iruña en los últimos 10 años. Y detrás de eso, por ejemplo, está Hofe, que a pesar de ser súper joven lleva muchos años; Adrián Chico Roto, que ha aportado su toque de cómo ve la música moderna urbana... Y gente más joven que no la controlo hasta que te llega un vídeo, o aparece en un cartel de un festival contigo y te pones a ver que están haciendo… Pero creo que está subiendo mucho el nivel en general en Iruña. Ahora hay que ver si empieza a haber fiestas, conciertos…

Que vuelva a haber movimiento.

-Que se reactiven otra vez las fiestas populares de los barrios y de los pueblos y que tengan cabida para enseñar su música. Ahora casi se ha convertido en un fenómeno de Internet, salvo por ejemplo Chill Mafia, que dentro de ese mundo de pandemia on line han conseguido eclosionar. Pero habrá un montón de gente por ahí que quizá tenga su momento, pero necesitan la infraestructura. Y veo a gente más veterana que nosotros incluso, como Sonny Cruz, que se ha juntado con los Argalak, con Sergi de Leyenda Urbana y han hecho un proyecto que se llama Galerna… El año pasado hubo gente que le dio por hacer punto de cruz y pan y hay gente que igual estaba parada con la música y que le ha apetecido rearrancar todo.