La Plaza del Castillo acogió el viernes los conciertos de Dupla y Zea Mays, dos grupos de música vascos que, aunque de estilos completamente opuestos, han contribuido significativamente a enriquecer la escena musical en euskera; el primero, creando himnos de pop emblemáticos que traspasan generaciones, mientras que el segundo, aporta modernidad y ritmos más actuales a la música en euskera, propuesta que fascina al público jóven.
Pese a la tormenta eléctrica que amenazaba con suspender el evento y la intensa lluvia que azotó Pamplona alrededor de las 22.00, los asistentes no se dejaron intimidar. A las 23.45, comenzó la velada con el ritmo provocador de Dupla, seguido a la 1.00 por la actuación emocionalmente cargada de Zea Mays.
El ritmo atrevido de Dupla
El dúo alavés, formado por Beñat Oribe y Gari Uriarte, transformó la plaza en una pista de baile con un potente repertorio que fusionó géneros tan dispares como el urbano, el rap, la electrónica, el punk y el reguetón. Con letras cargadas de mensaje político, ironía y crítica social, repasaron temas de su primer álbum Nahieran (2021), así como de su trabajo más reciente De Un Pueblo Llamado Agurain (2024). No faltaron éxitos como Ronkola, GTX, Dantza Gaua, Erromeria, Alta Gama y Fandango Nasty, coreados y bailados por un público totalmente entregado.
Nostalgia y emoción con Zea Mays
A continuación, subió al escenario el icónico grupo bilbaíno Zea Mays, que con casi tres décadas de trayectoria, ofreció un directo lleno de emoción y nostalgia a un público heterogéneo, que reunió tanto jóvenes, como familias. Comenzaron con la emblemática Gaur y continuaron con temas populares como Elektrizitatea, Kea y Kemena, hasta llegar a la inolvidable Negua Joan da ta. La voz poderosa y melódica de Aiora Rentería hizo vibrar a toda una plaza que coreaba la canción de memoria y aunque se despidieron tras esa canción, el público pidió más. Volvieron con Adore, de su último álbum, y cerraron con la mítica Kukutza, bailada y cantada con emoción por los asistentes.
Dupla y Zea Mays lograron hacer bailar y emocionar a una plaza entera, incluso en una noche marcada por la incertidumbre meteorológica. Una velada inolvidable y completamente en euskera, que reafirma la vitalidad y diversidad de la música vasca actual.