oincidiendo con el centenario de su nacimiento, el Museo de Tudela que lleva su nombre acogerá hasta el 9 de enero una exposición sobre la obra de César Muñoz Sola bajo el título Muñoz Sola. Los años secretos (1940-1960) cuyo contenido ha diseñado su hijo. Como nexo de unión de toda la obra de esos años que se podrá ver en la segunda planta se encuentra el retrato, uno de los elementos, junto con el bodegón y el paisaje, para lo que el genial pintor tudelano estaba especialmente dotado. Los años secretos hace referencia a que su etapa productiva más conocida es en la que comienza a partir de su vuelta a Navarra, en 1960, por lo que muchos de los cuadros y dibujos que se exponen son inéditos.

La muestra recoge las obras que Muñoz Sola realizó en esos 20 años en los que viajó por Madrid, Roma, París y Estados Unidos, de donde regresó a Navarra en 1960 dado que “no soportaba el modo de vida norteamericano, no aprendió inglés y se puso enfermo, psicológicamente, aunque le habían propuesto hacerse norteamericano”, explicó ayer su hijo Tomás Muñoz.

Amante de su tierra, de los toros y muy tímido, nació en Tudela en 1921 en el seno de una familia de hortelanos. Su afición por el dibujo lo comenzó a desarrollar en las aceras de la cale Capuchinos, donde, con carbón, pintaba toros a los 7 años. A los 12 realizó su primera acuarela y con una beca consiguió ir a estudiar a la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, de donde comenzó a realizar sus viajes, aunque siempre teniendo como punto de referencia para volver en verano a su Tudela natal.

La obras realizada durante esos 20 años, explico ayer Tomás durante la presentación, “se encuentra en su mayor parte dispersa y resulta difícil de localizar; por eso es la menos conocida y más secreta en la etapa de mi padre, aunque quizás también la más interesante por reflejar diversas búsquedas estilísticas dentro de su estilo realista”.

La muestra, en la que se pueden ver tanto cuadros, como dibujos programas de fiestas realizados por él o fotografías está divido en ocho apartados en lo que su hijo ha realizado una separación cronológica. Entre otras obras destaca Orteguita, un sobrio retrato de un limpiabotas tudelano, torero frustrado, al que Muñoz Sola le compró un traje de luces para pintarlo tras una disputa con Julián Marín al que desistió de pintar y cuyo dibujo aparece en la trasera de esta obra. También hay varios retratos como de su hermana, la madre del arquitecto Rafael Moneo o Don Javier, pretendiente carlista.

I Madrid: En la capital el joven artista se nutre de las enseñanzas de los os profesores de la academia y gracias a sus habilidades sociales inicia una exitosa carrera de retratista.

II Veranos en Tudela: Aprovechaba las vacaciones para descansar y pintar. Sus cuadros muestran una Tudela muy típica anclada casi en la época medieval pero donde frente al hambre de Madrid, hay abundancia de comida por la huerta.

III Toreros: Apasionado de los toros, entre 1940 y 1950 realiza diversas ilustraciones para carteles y programas de fiestas de Pamplona y Tudela. En 1949 pinta a Orteguita, cuadro que está en el Museo de Navarra.

IV Roma: Con una beca de Navarra viaja a Roma en 1950, donde permanece dos años. Pinta sus calles y se siente realmente feliz en la ciudad.

V París: En 1954 viaja a París, alojándose en casa de Cristóbal Balenciaga. Hace retratos, paisajes y todo tipo de motivos: cafés bohemios, mendigos, modelos y se inicia en el coleccionista de cuadros que ya no abandonará.

VI Retratos y más: Pinta numerosos retratos en Navarra. Entonces poseer uno era una manera de representar el status social, refleja bien el modo de vida de la burguesía.

VII Estados Unidos: Llega en 1957 donde retrata a la alta sociedad estadounidense, con un estilo idealizado y halagador y contrasta con los apuntes de calle. Fue un éxito económico pero una dura experiencia.

VIII El taller: A la vuelta cierra el taller de Madrid y abre uno en Pamplona. Allí pinta por primera vez naturalezas muertas que se convertirán en una seña de identidad para su trayectoria posterior.