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Una frontera emocional

Jóvenes inmigrantes residentes en Navarra reflexionan a través de una carta fílmica sobre la experiencia de abandonar su país.

Una frontera emocionalPatxi Cascante

La cámara del móvil, una historia que contar y la idea de frontera de fondo. Eso es todo lo que se necesita para crear una correspondencia fílmica, una carta en forma de película. Esta vez, en lugar de con papel y bolígrafo, en forma de vídeo y con voz en off. Es una experiencia que han podido disfrutar ocho menores en situación de inmigración en Navarra, algunos de ellos en familias de acogida o tutelados por instituciones, que han participado en Correspondencias desde la frontera, una actividad organizada dentro del festival Zinetika que ha acogido Pamplona y que termina hoy 31 de octubre.

La idea era escribir cartas desde Pamplona, en formato vídeo, y que iban dirigidas a otros jóvenes que han vivido lo mismo que ellos, siempre alrededor del hecho de cruzar una frontera. Mourzif, participante del taller, ahora tiene 17 años, pero cruzó con 15 la frontera de Marruecos en patera para llegar a España. No recuerda el momento en el que pisó tierra después de la travesía, porque Cruz Roja les rescató en el mar cuando estaban llegando. ¿Cómo fue para vosotros cruzar la frontera? y Mourzif no dejaba de repetir que fue muy difícil. "Una aventura. Dentro del mar te sube la adrenalina. Todo el mundo tenía miedo y recuerdo que me entró la risa. Una risa nerviosa, de nerviosismo", narraba.

El taller se impartía de manos del cineasta navarro David Aguilar y Pello Gutiérrez, que forman parte del colectivo Zazpi t'erdi.

Deconstruir el concepto de frontera

El tema central, la idea clave de la sesión consistía en "deconstruir el concepto de frontera", en palabras de sus creadores. Decía David Aguilar que la premisa, lo característico, venía dado con cada grupo, dependiendo de las circunstancias de cada uno. "Ponemos la palabra encima de la mesa, planteamos darle vueltas al concepto para ir más allá de la primera imagen que nos viene con la frontera, ver donde podemos llegar".

Y cuando Mourzif nombra la palabra "Aventura", Aguilar la toma prestada para la dinámica que viene después. La escribe en un papel y la añade a las demás, a esas palabras que nos evocan, de alguna forma, a la idea de frontera. Entre ellas "personas", "vergüenza", "prohibido" "barrera" o "prejuicios".

Brenda, que llegó desde Venezuela sola con su hermana-después de que a su padre no le permitiesen salir del país- explicaba que contar una historia personal como el hecho de cruzar una frontera era algo importante, porque hasta que uno no lo vive en primera persona no lo puede explicar ni entender de la misma forma. Y matiza lo que es una frontera física, porque también existen las fronteras emocionales, como miedos o temores en la nueva vida que deben tomar, algo que atraviesan a diario. "Poder transmitirlo desde un punto personal a otras personas es algo muy interesante y fructífero", decía.

Insistía en que su historia no era tan traumática como sí podía serlo la de otros inmigrantes, pero relata también la soledad, el desasosiego que vivió junto a su hermana en el aeropuerto al hacer escala, sin saber hablar inglés ni a dónde dirigirse. Todo eso mientras su padre continuaba retenido en la frontera, sin saber cuándo le volvería a ver.

Los siguientes pasos

La primera parada de este taller ha sido Pamplona, pero la idea es que llegue hasta la próxima edición del Gaztefilm, un festival de cine infantil y juvenil que acoge Vitoria desde el 22 de noviembre hasta el 2 de diciembre. Allí, otro grupo de jóvenes migrantes visionarán las cartas realizadas por los jóvenes de Pamplona, y crearán otra carta que sirva de respuesta a esta. Como una correspondencia a la antigua, pero en formato de vídeo.

David y Pello, cineastas con amplia experiencia en el mundo de la no ficción y cine documental, acompañaban a los jóvenes durante las sesiones para enseñarles a "dirigir la mirada", a encuadrar las imágenes y ayudarles con el proceso. Un elemento del que reiteraban su importancia: el "proceso fílmico" en sentido de que no importaba tanto el resultado sino el proceso de expresarse, de mirar hacia uno mismo.

Durante el primer día del taller, fue importante establecer una toma de contacto entre los participantes, y hablar del concepto de frontera, desde lo general hasta a tratar temas personales, generar un vínculo con ellos. El programa del sábado se centró más en la filmacion de imágenes, el "qué queremos contar", buscar la voz propia para expresar qué significa para ellos el hecho de atravesar la frontera, cómo lo viven ellos. El domingo fue momento de centrarse más en el montaje, de escribir la carta, grabar la voz que acompaña al vídeo.