Su primer concierto como director de La Pamplonesa fue el 10 de marzo de 1996. Veinticinco años y más de 350 conciertos después, el director que más tiempo ha estado de forma ininterrumpida al frente de la banda en sus más de 100 años de historia recibirá hoy un merecido homenaje en el Teatro Gayarre. Obras suyas como el Poema Sanférmico, Encierro o Centennial Overture sonarán bajo las batutas de Jesús Garisoain y José Rafael Pascual Vilaplana.

¿Cómo sientan estas bodas de plata con La Pamplonesa?

Pues con responsabilidad, orgullo, una mezcla de un montón de sensaciones. Asombrado de esta celebracón sorpresa que están preparando y que me temo que va a ser muy potente (ríe). Y con mucha felicidad.

¿Qué espera del acto de este viernes en el Gayarre?

Es un concierto con obras mías pero dirigidas por dos directores, así que yo voy a ser un espectador de mi propia obra. Eso supone una satisfacción y una emoción, y es una situación diferente porque hemos hecho mucha música mía pero siempre la he dirigido yo. Y en este caso son obras muy emotivas para toda la ciudadanía de aquí, porque están inspiradas en Navarra y en Pamplona, así que las emociones van a estar a flor de piel.

Volvemos además al aforo completo. ¿El público responde, vuelve a la taquilla a apoyar la cultura?

Pues nosotros somos muy afortunados de tener un público muy fiel, que cada vez va creciendo y cuya demanda no hemos dejado de sentir. Este viernes va a ser el primer concierto al cien por cien de aforo en el Gayarre y la expectativa es enorme; nuestro trabajo no tiene validez si no lo compartimos.

¿Cómo recuerda sus inicios en La Pamplonesa?

Tengo miles de recuerdos, desde llegar con muchísima ilusión a un sitio donde me han acogido fenomenalmente desde el primer instante, donde enseguida un grupo de gente comulgamos con ciertas inquietudes, como trabajar juntos para una institución y con un ansia de crecer día a día. También en la línea de la programación, cultivar esa doble faceta de La Pamplonesa, por un lado atender a su parte popular digamos presencial que está en todos los actos de todo el año, no solo Sanfermines; pero también, cómo no, profundizar y arriesgar con nuevas propuestas, es decir, tomar la banda como un mecanismo para la difusión y divulgación de la cultura contemporánea.

En La Pamplonesa se nota cada vez más en una mayor versatilidad.

Sí, es algo que la banda ofrece, el poder hacer muchos estilos diferentes.

¿Qué queda hoy en usted de aquel Vicent Egea que empezó?

La ilusión y el ansia por ir creciendo cada día son las mismas, porque cuando te metes en la música te sientes tan pequeño y sientes que es un océano tan grande en el que siempre se pueden hacer muchas más cosas y mucho mejor, que la idea es siempre la misma: intentar progresar. Y en este caso, también incluso mostrar, ofrecer a nuestro público nuevas posibilidades que están en todo el mundo. Hay un factor internacional que es la potencialidad de las bandas, y a esto supongo que ayuda mucho la discografía, las nuevas ediciones de partituras, las conferencias, los festivales; hay un movimiento bandístico muy importante que está sucediendo en todos los continentes, y aquí no queremos quedarnos atrás, así que queda esa faceta más artística de la banda para ir desarrollando día a día.

No ver el fondo de ese gran océano es la clave, el motor para seguir explorando siempre, imagino.

Exactamente. Hay siempre referentes que te marcan y te van guiando, y una frase que dijo Arnold Schönberg, que es que en el arte en general, y en particular en la música, el no avanzar significa retroceder, por lo tanto estamos obligados a ir siempre adelante y buscar nuevas propuestas.

¿Cuáles son sus referentes?

Uy, habría muchos. De todos los genios de la historia, para mí Beethoven, Bach y Stravinsky son los grandes pilares que me van llevando por un sendero en el que me encuentro a gusto. Aunque habría muchos otros.

Nunca habría imaginado que viviría dos años sin Sanfermines, ¿no?

Esto yo creo que no lo habría imaginado nadie, pero en nuestro caso digamos que somos parte tan importante que al final te quitan algo tuyo, es más potente si cabe. Esperemos que solo hayan sido dos y que esto por fin desaparezca de nuestras vidas.

¿Volverán el año que viene a despertar a la ciudad con las dianas?

Pues sería fantástico (ríe); sería un orgullo poder hacerlo y más que nunca sentirnos útiles en el sentido de llevar la alegría y la fiesta a todo el mundo, que lo estamos deseando.

¿La ocasión merecería otro intento de añadir algo nuevo al repertorio sanferminero, o ya desistió de ello?

La verdad es que han sido tan pocas las innovaciones que he tenido que hacer, y las que he intentado hacer al final tampoco han cuajado, que es como luchar contracorriente. Cuando ves que las cosas fluyen y la gente quiere algo, para qué luchar contra eso. Es como si ahora llegara de repente alguien y dijera: en lugar de vestir de blanco vamos a ir de otro color. Pues sería una lucha perdida. Hay cosas que son como son y hay que dejarlas.

¿La vivencia de la pandemia ha cambiado en algo su manera de disfrutar o de sentir la música?

A todos nos ha hecho reflexionar mucho, y valorar los aspectos buenos que tienes, quizá potenciarlos, o contemplar cosas que en el día a día no te paras a mirar, y eso afecta a todo, a relaciones humanas y de trabajo. Para mí la música, además de un trabajo, es casi una creencia, un estilo de vida, y estos meses me han venido bien para pensar, valorar, revisar y mejorar cosas para ponerlas en práctica.

La música también ha sido y es una terapia en esta crisis.

Bueno, en mi caso por ejemplo es curioso porque todo el mundo me dice: tú habrás compuesto mucho, ¿no?, al estar tanto en casa. Pues precisamente en todo este periodo no he escrito ni una nota porque para mí en la composición tiene que haber una especie de momento idóneo, unas ocasiones, la necesidad, y una tranquilidad; necesito esa especie de cueva, de meterme yo solo. Ha sido tan extraño todo que no necesitaba meterme a componer, tenía otras cosas que me estimulaban más.

¿Y ahora mismo está creando algo?

Sí, tengo compromisos, estímulos y propuestas; estoy en un momento en que me apetece, y me apetece hacerlo con más intensidad. Trato de sacar de mi vida los máximos minutos posibles para sentarme a componer.

La docencia es otra faceta importante de su vida, ¿qué le aporta?

Me aporta sobre todo vitalidad, responsabilidad, y esa ilusión que veo en los chavales que están en el Conservatorio Superior; se supone que ya es la gente que va a optar directamente al mercado profesional, entonces su nivel es ya muy importante y están en ese último eslabón tan necesario. Se implican cien por cien y para mí dirigirles es rejuvenecedor; me hace que no olvide tampoco mi pasado y de alguna manera me coloco en su sitio. Yo también recuerdo a mis profesores, a aquellos que me han ayudado y me han marcado.

¿Quiénes?

Tendría que hacer un listado importante. González Acilu, a mí y a los que estábamos en aquel momento en Pamplona, nos abrió unas puertas que quizá intuíamos que estaban ahí pero pensábamos que eran una cosa extraña; nos abrió esa verdad de posibilidades inmensas como es la música más allá de la tonalidad. También me han marcado mucho y recuerdo con sumo cariño a Tomás Aragüés, Enrique García Asensio; tantos que es injusto nombrar solo a unos pocos.

Por su vivencia en las aulas, ¿cómo ve la cantera musical en Navarra?

Bueno, al final cuando estás trabajando con 200 alumnos, hay de todo, gente con mucho talento, con muchas ganas y mucha dedicación, y gente a la que le cuesta más, otros que compaginan la música con otras carreras; y eso es lo que a veces me sabe un poco mal o me extraña, que en esos niveles el cien por cien de la gente tendría que tener claro el objetivo de ser músico y apostarlo todo, y todavía hay quien lo compagina con otros estudios, otras carreras o dedicaciones.

En este país todavía queda mucho para lograr la profesionalización de los oficios artísticos y de la cultura.

Bueno, vamos mejorando pero cuesta. Y es cierto que estas enseñanzas artísticas en muchos casos todavía se ven como secundarias, como hobby, o pasión, pero no para vivir de ello.

¿Ya vuelve a ser más sencillo programar un concierto? En estos últimos tiempos de parón e incertidumbre habrá sido una odisea. Llegó a decir que nunca se había preocupado tanto por la banda en estos 25 años.

Sí, y es verdad. Y todavía estamos ahí y con cierto temor de que esto no siga las pautas de mejora que estamos viendo. Porque el espacio del escenario del Gayarre es el que es y te limita muchísimo, de hecho para este concierto no sé si podremos contar con todos los instrumentos de percusión, no sé si cabremos al final todos. Las distancias que todavía mantenemos entre nosotros por seguridad también nos complican. Creo que a partir de enero ya podremos hacer descanso, es muy importante, es como decir que los futbolistas no tengan descanso, que jueguen las dos partes seguidas, pues es un esfuerzo máximo, y sobre todo cuando tienes un repertorio exigente como en este caso. No estamos aún en una situación normalizada.

Será raro no ver la cara del público.

Y la cara del director. Llevar la batuta con mascarilla, con la importancia que tienen los gestos del rostro, hace que se pierda mucha comunicación.

La pandemia siguió al año del centenario de La Pamplonesa, han sido tiempos intensos para la banda.

Sí, ha sido pasar de estar ahí arriba a abajo, sin transición. Vivimos un año pletórico en todos los sentidos, de trabajo, de emociones, de organización, y salió tan redondo todo, que es fantástico ahora echar esa vista atrás, y luego fue un choque ver cómo nos cambió la vida a todos. Pero esperemos que vaya todo para arriba y se normalice enseguida.

Ahora vienen San Saturnino y Navidad, citas estelares para la banda.

Sí, estamos deseando salir a la calle, con público no lo hemos hecho, a ver qué tal funciona; el problema del casco antiguo de Pamplona es que son calles muy estrechas, pero confiamos en la responsabilidad de todos.

¿Se ve cumpliendo muchos más aniversarios en La Pamplonesa? ¿De la música uno nunca se jubila?

Eso por supuesto. De la música no. De un trabajo reglado como dirigir o dar clases, sí. Pero la música es una forma de entender la vida y me acompañará hasta que me cierren los ojos y ya seguramente habrá alguna música en mi mente. Pues en La Pamplonesa me veo cumpliendo los años que mi salud me permita y los que mis compañeros me sigan soportando. Al final depende del día a día, y en esto pasa como con los entrenadores, mientras vayan bien o razonablemente bien los resultados seguiremos, y esperemos que muchos años.

"La música es un océano tan grande en el que te sientes tan pequeño que el reto es siempre progresar"

"La docencia me aporta vitalidad, me rejuvenece y hace que no olvide mi pasado ni a mis maestros"

"Dos años sin Sanfermines, para nosotros como banda ha sido sentir que nos quitan algo muy nuestro"