Como un viaje. Así define Asier Altuna su película documental Hondalea: Abismo marino, en la que se acerca al trabajo de la escultora Cristina Iglesias en su obra Hondalea. El filme, que se estrenó el pasado año en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, retrata el proceso de construcción de la obra, inspirada en la naturaleza salvaje de la isla y transformando el interior del faro en un espacio escultórico abrazado por el mar y sus olas. El propio realizador gipuzkoano presentará este proyecto el próximo jueves en los cines Golem Baiona, con dos sesiones -18.00 y 20.15 horas, entrada 6 euros- enmarcadas dentro del ciclo Golem Arte.

La Casa del Faro de la isla de Santa Clara, en San Sebastián, quedó deshabitada en 1968. Años después, Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) imaginó transformarla en una escultura. Con el apoyo del Ayuntamiento de San Sebastián, en octubre de 2019 comenzaron las obras y también echó a andar el documental: “Pronto se dieron cuenta de que la dimensión que tenía esa obra era potente y que convenía registrar todo el proceso”, explica Asier Altuna, que anteriormente ha dirigido largometrajes como Amama (2015). Fue así como con la productora Txintxua Films se embarcaron en un proyecto audiovisual traducido en veinte meses de rodaje, con pandemia incluida de por medio: “Para nosotros como equipo de rodaje fue un respiro ir a esa isla y estar entre naturaleza”, recuerda.

El resultado es un documental reducido a 62 minutos en los que se aborda no sólo el proceso de la intervención artística en la casa del faro de la isla ubicada en la bahía de la Concha, sino también de las propias razones e inquietudes que impulsaron a Iglesias a diseñar esta obra. Y lo hace en un relato cronológico, desde que se aprueba el proyecto hasta que se inaugura, en junio del pasado año.

Por cuestiones obvias, gran parte del protagonismo de la película recae en propia isla donde la casa del faro se transforma en una escultura que se extiende por el edificio para terminar por encontrarse con el mar -hondalea es un término en euskera que en castellano vendría a significar “abismo en el mar”- es parte protagonista de la película. Pero también otros dos escenarios completan el listado de localizaciones: el estudio de Cristina Iglesias donde ella desarrolla su trabajo y Alfa Arte, una empresa ubicada en Eibar especializada en la materialización de esculturas y que se encargaron de llevar a cabo el diseño planteado por la escultora. “Ha sido muy bonito acompañar a Cristina en estos espacios y ver cómo eso que había proyectado se iba haciendo”, cuenta el director nacido en Bergara.

La magnitud de la ambiciosa obra llevó a que las 54 piezas de bronce que cubren la vasija diseñada se trasladasen en helicóptero hasta la isla. Una por una. “Todo el proceso daba mucho juego, ha sido un privilegio haber sido testigo de este proyecto”, reconoce Altuna, para definir el documental como “un viaje muy bonito”.

La importancia del tiempo

Altuna y su equipo acompañan así a Cristina Iglesias y el equipo en todo el proceso y con cierta distancia, ya que “queríamos estar casi mimetizados, con la intención de no molestar”. La película se construye así con planos largos y otros con espectaculares imágenes aéreas, además de apoyarse por el sonido de la propia naturaleza de la isla y del mar y sus olas: “Esta obra y otras que ha hecho Cristina tienen que ver mucho con el tiempo, con la naturaleza... Eran aspectos que me parecían importantes, la intuición me dijo que por ahí podía ser el punto de partida”, recuerda Altuna sobre una mirada que, se “va afinando” conforme avanza la película y “vas conociendo más a Cristina y la evolución de la obra”.

Porque el largometraje es, de alguna manera, un acercamiento a la artista donostiarra, si bien el realizador remarca que ella tiene muy claro qué quiere contar: “Nos limita a esa obra y eso me gusta. Es una persona muy exhaustiva y exigente con ella misma, está donde está por su capacidad de trabajo”.

La obra, que contó con un presupuesto que rondaba los 4,5 millones de euros, es quizá el trabajo más importante de Iglesias en su trayectoria, galardonada entre otros reconocimientos con el Premio Nacional de Artes Plásticas de España (1999). Y en la película, si bien es la obra Hondalea el centro de todo, la escultora y grabadora también comparte ciertas inquietudes artísticas que habitualmente están presentes en su trabajo.