En el año 1853, más de 1.700 gallegos viajaron a Cuba movidos por el hambre para ganarse la vida en las plantaciones de caña de azúcar. Engañados, al llegar a la isla descubrieron que en realidad habían sido vendidos como esclavos. Fue la suya una de esas migraciones forzosas que se repiten hoy día y que la gallega Bibiana Candia ha recogido en su novela Azucre. Dura, pero necesaria, ha sido nombrada por la Asociación de Librerías de Navarra como el mejor libro en castellano de 2021.

¿Cómo ha recibido este reconocimiento de las librerías de Navarra?

-Estoy contentísima y muy agradecida, especialmente porque esta novela le debe muchísimo a los lectores y a los libreros y este reconocimiento viene de los profesionales que han impulsado a Azucre hasta aquí.

¿De qué manera llegó a la historia de estos 1.700 gallegos esclavos, es un hecho conocido en Galicia?

-No, fue una amiga quien me habló de ello y me mandó dos hilos documentales de los que tirar: un portal de Internet que se llama xeneaoloxia.org y el documental de Gallegos por esclavos. Ahí dije: ¿pero cómo puede ser que esto sea verdad y no lo sepamos? Me puse a investigar más en profundidad y cuanto más buceaba, más me daba cuenta de que esta historia había sido real y había afectado a 1.700 familias a mediados del siglo XIX en Galicia. Y me empecé a cuestionar cómo podía ser que esta historia no nos llegase por memoria popular.

¿Encontró la respuesta?

-Primero porque no teníamos el testimonio de los protagonistas. Hay documentación jurídica, técnica o académica, pero no un testimonio contando qué pasó, que es lo que hace que una historia viaje durante generaciones. De hecho, ese fue el motivo por el que intenté que la ficción enmiendase la realidad y escribir una novela donde los protagonistas contasen su punto de vista, escuchando sus voces y consiguiendo que se hiciesen reales para todo el mundo. Otra de las razones es que, tradicionalmente, de la inmigración se contaban las historias de éxito y el resto era una vergüenza horrorosa. Además, pocos años después de lo sucedido, Cuba se perdió y se convirtió en un agujero negro informativo en España. Todo eso hizo que esta historia, aunque fue un escándalo mayúsculo que salió en la prensa de todas partes, se quedó ahí y no hubo nadie que se preocupase por que esa memoria colectiva perviviese a través de generaciones.

En la nota final del libro apunta que en el Archivo del Congreso de los Diputados se encuentran las cartas enviadas desde Cuba pidiendo ayuda, como único testimonio auténtico. ¿Consiguió acceder a ellas?

-No tuve acceso antes de escribir la novela, lo he tenido hace poco. Una de las partes buenas de su éxito fue poder entrar y ver las cartas.

¿Cómo se 'inspiró' entonces?

-Esta historia me golpeó fuerte cuando pensé que estos muchachos que hacen la travesía son labradores sin educación, sin perspectiva halagüeña de la vida... y me acordé de mi abuelo, que era un labrador de una aldea cerca de Santiago y que nunca tuvo un trabajo cualificado. Ahí pensé que si mi abuelo hubiera nacido generaciones atrás, fácilmente sería uno de estos muchachos. Y pensé que les conocía y que sabía quiénes eran: eran la memoria de mi abuelo, de mi bisabuelo... Porque aunque yo he nacido en la ciudad, he vivido esa memoria de aldea. Así que en la novela hay una parte de memoria, otra de literatura y otra de imaginación.

¿Qué pasó con estos esclavos en Cuba, consiguieron regresar?

-No lo sabemos. En la novela, los personajes son ficción, pero muchos sucesos está documentado que pasaron. Muchos de ellos murieron, otros huyeron, algunos fueron encarcelados, otros mandados a trabajar en el ferrocarril... Cuando la empresa se disuelve y se declara que es ilegal, les dejan libres para buscar trabajo, pero claro, los que han huido, por ejemplo, no se enteran. Los que murieron pierden su oportunidad y los pocos que quedan, se supone que buscan su vida en Cuba porque en Galicia en ese momento no hay nada para ellos. Y si alguno volvió, ¿iba a contar lo que le pasó? Lo dudo, por eso de la vergüenza... No sabemos nada y es casi imposible rastrearlo. Por eso la novela acaba de manera un tanto abrupta.

Ha mencionado el escándalo que fue que se vendiese a casi dos mil gallegos como esclavos, ¿si llegan a ser personas negras y no blancas no hubiese tenido tal repercusión?

-No hubiese tenido ninguna, era conocido que en Cuba había esclavitud. El escándalo surgió porque esclavizaban a compatriotas. Después en las Cortes se empezó con la discusión de si está bien esclavizar a compatriotas o no y se terminó discutiendo la esclativud. Pero me sorprendió cuando leí en las actas de las Cortes que había diputados abolicionistas entonces, conservadores y liberales, que defendían que no se podía esclavizar a personas y que, evidentemente, había que respetar los derechos humanos.

Dedica el libro a "los emigrantes que no pudieron contar su historia". ¿La literatura puede ser una vía para dar voz a los sin voz?

-Para mí lo más importante era darle voz a ellos, por eso quería poner únicamente su punto de vista. Era parte del homenaje que les debemos, sobre todo teniendo en cuenta que para mí son antepasados. Por otra parte, la Historia que nos precede tiene hazañas épicas, pero muchas veces esas hazañas se han apoyado en las vidas de muchos desgraciados cuyas vidas no valían nada y ya ha pasado suficiente tiempo para tener una visión madura y adulta sobre esto.

'Azucre' es la historia de una migración forzosa que sucedió en 1853 pero a día de hoy, esas migraciones forzadas continúan hoy día.

-Sin ir más lejos, las noticias de mujeres en Latinoamérica o del Este de Europa que vienen a España a limpiar en casas y las meten en la prostitución, una esclavitud terrorífica que luego les da vergüenza contar. O ahora en la frontera de Ucrania, que se quieren llevar a mujeres y niños€ Desgraciadamente, es una ley universal: siempre va a haber gente muy desgraciada y desesperada y también otra gente sin escrúpulos que se aprovechará de ellos. Y te preguntas qué tipo de humanidad tienen para aprovecharse de la desesperación de alguien que huye de una guerra o del hambre.

La Historia se repite.

-Cuando vi esta historia, me pareció tremendamente moderna, hay gente como ellos en todas partes, también cruzando la frontera de México a Estados Unidos... Hay mil lugares para ver esta historia multiplicada una y otra vez. En el fondo, el mundo desde el siglo XIX hasta ahora, sólo se ha sofisticado, pero los mecanismos que lo mueven son exactamente los mismos. Y por eso, las historias se repiten.