- “Maestro, amigo, compañero”, así fue Antonio Mingote para algunos de sus amigos y compañeros, ésos que ayer, el día en el que se cumplían 10 años de su fallecimiento, recordaban cómo este genio del humor gráfico era, sobre todo, artífice de viñetas llenas de “elegancia, decoro, respeto, ternura y amor” al prójimo.

Y por ser así, Peridis contó a Efe que de estar vivo Mingote, a quien le “tocó hacer la guerra” en un monasterio de Aguilar de Campoo que años más tarde él mismo restauró, “no haría humor sobre la política y los políticos, sino sobre las dificultades de cómo llegar a final de mes, y un canto contra la guerra”.

Porque el que fuera su “maestro” (Sitges, 1919 - Madrid, 2012) nunca cambió su estilo a lo largo de su carrera como humorista gráfico, unas viñetas de línea “muy clara” en las que “mostraba las contradicciones de la sociedad”.

De la misma manera lo recuerda otro de sus amigos y compañeros, Julio Rey, el también humorista gráfico que, junto a Peridis, compartieron plaza en el Instituto Quevedo del Humor, institución donde Mingote es presidente de honorífico perpetuo.

“Mingote es una de las personas más civilizadas, más cariñosas y más pacíficas que he conocido. Y eso era un reflejo muy fiel de la postura que Antonio mantenía en la vida, con todos nosotros, con la naturaleza, era un hombre absolutamente sensible”, afirmó Rey.

Lo era, replica Peridis al rememorar una de los “chistes” del que también fue escritor y dramaturgo. Se trata de una escena en la que una señora le dice a otra ante la mirada de su marido: “No, mujer: lo de la libertad de conciencia era para tranquilizar a la gente moderna. Porque al cielo, lo que se dice ir al cielo, iremos los de siempre”.

Una sátira ésta, género que dominó como pocos, que Rey reivindica en estos momentos “de tanta ofuscación, sectarismo que cierra puertas y puentes: “Antonio siempre tenía una postura dialogante y de mano tendida, eso se echa de menos en la sociedad en general. Por eso respetamos su maestría y su forma de enseñarnos, todos los viñetistas, más o menos, llevamos un Mingote dentro”.

Así, este “capo dei capi”, este artista que, junto a Fraguas y Chumy Chúmez forman la Santísima Trinidad del humor gráfico, según Rey, sigue siendo un referente, y así lo atestigua Manuel Barrero, crítico de la historieta y director de la revista Tebeosfera.

“Es un genio sin discusión por lo que se refiere al retrato de la condición humana. El silencio, la nostalgia, el desconsuelo, la soledad, el conformismo, nadie ha representado estos conceptos o sentimientos como Mingote. La historia triste de España, la olvidable, Mingote la convirtió en eterna”, declaró.

Pero en esta suerte de homenaje póstumo hay alguien que lo recuerda con un peso especial, José María Nieto, el viñetista que ahora ocupa en el diario ABC esa página que durante 50 años no faltó a sus lectores.

“Después de su muerte estuvo Máximo y luego Martín Morales, pero en ese hueco de la página ahora estoy yo, y sí que me pesa. Su humor gráfico era una referencia ineludible por la belleza de sus dibujos, siempre fue un ilustrador que hacía dibujos muy bonitos, y en la viñeta es un valor al que muchos humoristas no le daban importancia”, destacó.

Académico de la Lengua Española y Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, Mingote dejó “huérfano”, que no mudo, al gremio de humor gráfico, un grupo de profesionales que han convertido a Mingote en leyenda.

“Sus viñetas, de línea muy clara, mostraban las contradicciones

de la sociedad”

Humorista gráfico

“Es un genio sin discusión por lo que se refiere al retrato de la condición humana”

Crítico de la historieta