Bajo el título 30 aniversario, Flitter ha recopilado en un doble disco veintidós de las canciones que han marcado su trayectoria, tras grabarlas de nuevo para buscar un nuevo sonido. Porque pasadas las tres décadas de vida, el grupo mira al presente: “Nuestro objetivo con este doble disco era también dar un carpetazo a nuestra manera de entender la vida discográfica”, asegura su guitarrista y miembro fundador, Javier Zurbano.

El pasado mes de mayo veía la luz 30 aniversario, el doble disco que resume la trayectoria de Flitter. ¿Cómo ha sido esta revisión de la trayectoria y qué ha supuesto?

–Queríamos unificar las canciones que más han resistido al paso del tiempo y aquellas que más gustaban a la gente con el termómetro de redes sociales y reproducciones de YouTube. En estos últimos años han cambiado mucho las maneras de producir y queríamos unificar lo más representativo del grupo bajo un mismo concepto sonoro. Al final han sido veintidós canciones y un doble disco, luego se lo propusimos al Dromedario Records, les gustó la idea a la par que también estábamos buscando una disquera que también tuviese oficina de manager.

¿Cuál es ese concepto sonoro que se estaba buscando?

–En treinta años hemos aprendido: al principio afinábamos normal, a cuatro cuarenta y tocábamos con quintas como tocan prácticamente el 70% del rock. Pero después de años cambiamos de afinación y queríamos traer todo lo que hicimos en el pasado, sacarle el máximo partido y decir: ¿cómo haríamos esta canción ahora? El concepto sonoro ha sido plasmar lo más posible el directo que tenemos y a cómo sonamos en el local. Llevarlo a un disco es lo difícil y este trabajo lo he hecho yo como productor. 

Según defienden en el libreto de este doble disco, “el secreto está en el tiempo”. ¿Cuál ha sido el secreto de Flitter para haber sabido mantenerse en ese tiempo?

–Básicamente, llevarse bien y tener pasión por la música. Lo personal es importantísimo, luego hemos sido siempre un grupo más o menos underground, tenemos cerca de 800 bolos en nuestras espaldas, que se dice pronto. En estos últimos años no hemos tocado tanto como lo que tocábamos en los 90, que igual tocábamos 50 bolos en un año, y si hubiéramos seguido un ritmo frenético… Yo qué sé, al final lo compaginas todo con la familia y el trabajo. Con veinte años estábamos a saco y no teníamos cabeza más que para esto y ahora no es así y no puede ser así, porque no vivimos de ello. Nunca hemos vivido de ello y sí que el dinero que hemos generado nos lo hemos gastado siempre en instrumentos, hemos invertido en el grupo… Cuanto más grande se hace una banda, más presupuesto necesitas.       

             

En este tiempo no sólo ha cambiado la industria, sino también la escena y las maneras de consumir la propia música. Mirando a los inicios de la banda, allá por 1989, ¿creen que sería posible que Flitter naciese hoy día tal y como nació hace treinta años?

–Sí, ¿por qué no? Ahora grupos hay a patadas, lo que no hay es lo que había antes: cuando yo era un chaval, a finales de los 80, en la televisión tenías programas de música y tan pronto podías ver a grupos de pop inglés, como ver a Judas Priest, Iron Maiden, Scorpions, Anthrax, Metallica… Y hoy en día, el rock en la tele es cero y me atrevería a decir que es un cero la música en general. Las formas de consumir música han cambiado y es todo más rápido. Yo antes me compraba un disco y me podía estar una semana entera escuchándolo y leyéndome hasta las letras, era la información que tenía de esa gente en mis manos... y hoy en día se consume todo muy rápido, nadie de las nuevas generaciones se escucha un disco entero. Es todo más efímero... Nuestro objetivo con este doble disco era también dar un carpetazo a nuestra manera de entender la vida discográfica.

¿En qué sentido?

–A partir de ahora vamos a hacer EP –discos de corta duración de cuatro o cinco canciones–, o sacaremos temas sueltos con videoclips. No sabemos hasta qué punto tiene sentido pegarte dos años intentando componer algo de quince temas de los que luego la gente va a escuchar dos o tres. Son las propias formas del consumo musical, que fíjate qué formas de hablar: “el consumo musical”. Entonces grupos hay, pero la cobertura son las redes sociales y las bandas que hoy llamamos clásicas han tenido toda la cobertura del mundo de medios masivos y a partir de ahora, a los clásicos les va a costar más hacerse de aquí a treinta o cuarenta años. Además, hoy en día hay mucho solista, hay más música que no tiene guitarras... y en las canciones si a los 45 segundos no ha sonado el estribillo, la quitas. O cómo las plataformas se fijan en los gustos de la gente y está todo estudiado para escuchar la música sin mascarla, cuando antes la mascabas y saboreabas. Ahora la música es más entretenimiento que arte, las plataformas te lo plantean así. Encima con el reguetón hay letras que son denigrantes para la mujer total... hay mucha mierda, vaya (risas).        

                                              

A nivel de letras, en el caso de Flitter, muchas de las canciones siguen más que vigentes, acompañadas por ese mensaje social que acostumbra a defender la banda. ¿Flitter no entiende el rock sin rebeldía y sin una actitud contestataria?

–Por supuesto, hay tiempo para todo, pero el 90% es guerra. El rock para nosotros siempre ha sido protesta. Poniéndome en el extremo, es cagarme en tu puta madre con tres acordes (risas). La música, por ejemplo, está más elaborada. No somos un grupo de clichés, siempre hemos tenido tendencia a escuchar mucha música de fuera y muy dispar entre sí. A mí me gusta desde Rafaella Carrà a Pantera. Tenemos discos muy diferentes entre sí y puede que eso no guste porque, también hablo como oyente, la gente quiere siempre lo mismo de una banda, pero nosotros hemos hecho siempre lo que nos ha dado la gana. En texto hemos sido siempre muy callejeros y no somos gente muy leída, hay que decirlo, pero musicalmente pues sí, nos hemos roto los cuernos. Somos mejores haciendo música que letras, eso es evidente (risas). 

De cara al concierto del sábado, dentro del festival Dei-Herri en el valle de Yerri, ¿la cita será un repaso a estos treinta años de trayectoria?

–Siempre digo lo mismo: siempre vamos a piñón fijo tocando. Tenemos bloques de veinte o veinticinco minutos y cómo no estés al loro, cuando te quieres enterar, ya nos hemos ido. Tocaremos hora y cuarto pero no somos de hablar mucho por el micro, no tenemos gracia para eso. En cuanto a repertorio, hemos cogido parte de esos temas del doble disco pero también hay otros que no están en el recopilatorio y son de los últimos trabajos que hemos hecho.