Del violín a la guitarra, Carlos Santana, que cumplió 75 años ayer, construyó su carrera gracias a su rebeldía. Tras rechazar la música de su padre, comenzó su propio camino y le hizo un espacio a los latinos en el rock, hasta convertirse en uno de los guitarristas más aclamados del mundo.

“Santana logra con su interpretación de rock, jazz y sonidos latinos es romper con esa barrera de preocupación de si era mexicano, estadounidense o británico, a fin de cuentas lo escuchábamos y lo hacíamos nuestro, es el gran valor que tiene Santana para nosotros como latinos”, aseguró Diego Pardavé, locutor del programa de radio Las rutas del rock.

“Escuchar el sonido de la guitarra eléctrica en el parque rebotando con las iglesias y el cielo, para mí fue como ver un platillo volador por primera vez”, dijo Santana (Autlán de Navarro, 1947) en una entrevista sobre el día que escuchó al guitarrista Javier Bátiz tocar en el parque Teniente Guerrero de la ciudad de Tijuana.

Parado en la puerta de su casa con el violín y su madre al lado, es como Bátiz recuerda el primer encuentro con el pequeño Carlos. “Me lo dejaron aquí, después vinieron por él en la noche y al día siguiente lo trajeron en la tarde y la señora me dijo que no había dormido por mi culpa, porque le había enseñado los primeros acordes”, relató Bátiz.

Una vida dedicada a la música

El músico había llegado al norte del país a los ocho años con toda su familia siguiendo a su padre, José Santana, quien era violinista de mariachi. Ver la admiración del público por el trabajo de su padre fue lo que llevó a Carlos a encontrar su vocación por la música a una edad temprana, camino que lo ha llevado a seguir en los escenarios en la actualidad, pese a haber sufrido un desmayo en pleno concierto el pasado 6 de julio.

Con su violín, Santana comenzó a trabajar en el grupo de su padre en las cantinas de Tijuana, pero el ambiente de dichos espacios y la negatividad de las canciones creó en el pequeño una aversión a la música ranchera, por lo que pese a la negativa de su familia, tomó el camino del rock junto a su maestro Javier Bátiz en la agruapación Los TJ’s.

Para 1961, Santana llegó con su familia a la ciudad de San Francisco, California, la cuna del movimiento hippie, del que sería parte y que definiría su forma de entender la vida.

“Santana es un migrante más que se van buscando lo que su país no les ofrece: oportunidades de mejorar. Tal vez en México no hubiera tenido tanto éxito”, comentó Pardavé.

“Carlos fue uno de mis alumnos más notables. Se fue a Estados Unidos, el país de las oportunidades, de hacer lo que quieras hacer y si trabajas muy duro lo logras, acá (México) estamos en un país en el que tienes que pelear contra todo para poder lograr algo y es muy difícil”, coincidió Bátiz.

Los tres tiempos de Santana

Para el locutor del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y experto en rock, la carrera de Carlos se puede entender en tres etapas fundamentales. La primera en sus comienzos con la banda Santana, con quienes llegó a ser parte del festival de rock más importante de la historia, Woodstock en 1969, y donde cosechó éxitos como Oye como va o Black Magic Woman.

La segunda etapa coincide con su imagen como solista y su resurgimiento a finales de los 90 con su disco Supernatural. “Pertenece a los músicos que desde la década de los 80 han dejado de querer demostrar que tienen una capacidad de evolución. Lo que había llegado a hacer en el rock lo consiguió a mediados de la década de los 70”, relató Pardavé.

Santana fue pionero en fusionar ritmos latinos con el rock en la banda homónima que fundó en 1966 y, desde entonces, su figura y su música han obtenido todos los reconocimientos posibles. Entre otros, el del Salón de la Fama del Rock and Roll y el de la lista de los 100 mejores guitarristas de la historia. La influencia musical de Santana es tan grande que inspiró a músicos como Rolling Stones, y como buen rebelde seguirá sobre los escenarios.