Noemi Rodríguez y Andrea Jiménez traen este domingo al Festival de Teatro de Olite Hoy puede ser mi gran noche, una fiesta teatral, un monólogo cómico y musical y un ejercicio de autoficción que cuenta la fascinante historia de un cantante de orquesta en la Galicia de los 90 y sus hijas, en la que actúan la autora y su hermana, Darlene Rodríguez. 

Cuénteme más sobre la obra. 

–Es una historia basada en hechos reales sobre mi hermana y yo, que estamos en el escenario juntas. Es la historia de nuestro padre, cantante de orquesta en la Galicia de los 90, y la nuestra propia. Es una historia sobre la idea del éxito y cómo a veces la vida no nos lleva allí; de todos esos baches en el camino y cómo nos vamos dando cuenta de que la vida no va de esa idea que nos enseñaron. Durante un tiempo creemos que la vida va de conseguir cosas que no necesariamente son solamente nuestros sueños, sino de nuestros padres. El espectáculo, desde el humor gallego, plantea un viaje hacia el pasado, hacia nuestra infancia y esa idea de éxito que no solo nos inculcaron nuestros padres, sino la cultura popular, la televisión, las grandes historias de éxito. Tiene un mucho imaginario colectivo de la época, es como meterte en una cinta VHS: ese componente nostálgico, esas verbenas noventeras gallegas, ese tipo de estética, esa banda sonora de verano. 

¿Cómo ha sido mezclar la nostalgia con la fiesta, la música y el baile? 

–Para nosotras tenía mucho sentido volver al origen; era como volver a un verano. Echando la vista atrás, los 90 parecen las vacaciones de la historia, porque después de esa época –la idea de progreso infinito, el milagro económico español, las olimpiadas–, entramos en la crisis, nuestra generación se encontró con unas expectativas muy frustradas y se dio esa ruptura con las ideas con las que nos criamos. Volver a esa fiesta para desmontar esas ideas tenía mucho sentido. 

¿Por qué decidió hacer esta obra?

–Sentía una necesidad muy grande de hablar de algo, pero no sabía muy bien de qué necesitaba hablar. Tenía mucha necesidad de estar en escena, hacer un monólogo, pero no sabía bien de qué. El tema se fue dando y tenía muchísimo que ver con que llevaba mucho tiempo consumiendo todo mi día en atender a una idea de lo que es el éxito. Y fue apareciendo esta obra. Después apareció el sitio de donde vienen todas nuestras ideas:el lugar donde te crías, la época. Fue revisitar la infancia y lo que nos inculcaron como generación, para poder atender a determinadas cuestiones que pesaban en mi presente, y también en el presente generacional. 

¿Cómo fue el proceso de creación?

–La obra se fue haciendo muy despacito y en los huecos, cuando podíamos. El proceso fue lento, hasta que tuvimos el estreno en Madrid y sacamos la versión definitiva, donde decidimos meter a mi hermana. Iba a ser un monólogo, pero fue una decisión acertadísima. Se fue haciendo a fuego lento y cuando lo íbamos a presentar nos encerraron en casa. Y cuando hicimos fue muy hermoso, el show no ha parado de viajar. Han sido muchas noches grandes y bonitas, porque es un show muy emotivo que habla de todo el mundo. Da igual la edad que tengas o de qué generación seas. 

¿Cómo ha sido llevar el espectáculo a los escenarios jugando un doble papel como autora y actriz?

–Es un proceso muy natural, en muchos de mis espectáculos he estado dentro y fuera, y los textos de las obras los hago yo. Es un hábito. Me resultan menos naturales los procesos en los que actúo con un texto que no es mío o escribo uno que no es para mí. Ese proceso de escritura y actuación es lo más natural. Sé perfectamente lo que quiere la autora y cómo sacarle el mejor partido al texto. 

¿Qué supone presentarla en Olite?

–Me apetece muchísimo, me encanta Navarra, es hermoso y me encantan los festivales de verano. Este es uno al que siempre he querido ir, así que estoy cumpliendo sueños. 

¿Qué le gustaría que se llevase el público a casa tras ver la obra?

–Que sea una experiencia desde el cuerpo, que pasen un rato genial y se olviden de ellos, y al mismo tiempo conecten. Que salgan más ligeros y con más ganas de vivir. Recordar una experiencia o vivir una nueva. 

¿Qué le gustaría aportar al Festival?

–En el patio de butacas habrá alguien para quien sea la primera vez y otro para quien sea la última. Siempre tengo eso muy presente a la hora de salir a escena. Mi misión es dar esa obra para alguien que venga por primera vez, para que vuelva; y para que sea la mejor experiencia posible para quien sea la última. Mi idea es trabajar para esas dos personas que va a haber siempre. Lo que pretendo aportar es que más gente vaya al teatro y salga con una experiencia hermosa. 

¿Qué es el teatro para usted?

–Es un espacio para abrir brecha, hacer fisuras en un muro invisible. Frecuentemente me siento oprimida y siento un muro invisible, y todos los esfuerzos que hago en el arte son para intentar abrir un espacio donde entre la luz y pueda verla, sentirla y experimentarla desde el cuerpo, dejar de sentirme oprimida, negativa o angustiada. Es lo que busco en el teatro y lo que quiero compartir con el público: abrir una ventana, que entre el aire. Abrirnos al deseo, a la esperanza, a la alegría, a un instante de felicidad compartida, a una fiesta. Esa voluntad de querer creer en algo que pueda ser ligero, esperanzador y luminoso. 

¿A quién está dedicada la obra?

–Está dedicada a los que nunca ganan porque piensan que lo importante es participar, a los que lo han intentado porque creían en algo y lo hacen desde el amor. Está dedicada a los que se consideran fracasados, perdedores, los que no pueden pisar el podio. 

¿Qué futuro le espera a Hoy puede ser mi gran noche después de Olite?

–Después de Olite estaremos en Toledo, O Castelo, Tarragona, Tárrega, Andorra, Zizur, Santafé, Bilbao... Le queda mucho recorrido.

“El teatro es un espacio para abrir brecha y hacer fisuras en un muro invisible para que entre la luz”