Con el nombre Los caminos que nos atraviesan, en esta nueva edición se abordará el concepto de los caminos desde un punto de vista patrimonial, en su sentido más amplio. Junto con la jornada principal, como vienen organizando durante los últimos años, habrá un programa cultural amplio y diverso.

Esta es la octava edición del Simposio Patrimonio, Paisaje y Globalización que organiza Nabarralde, bajo el título “Los caminos que nos atraviesan”. ¿Cuál será el tema central? 

–Como sugiere el título, pondremos el camino en medio de estas jornadas que dedicamos al Patrimonio de nuestro país. Anteriormente hemos trabajado el patrimonio industrial, el paisaje, los cascos viejos de las ciudades, etc. Y hemos pensado que el camino es la condición previa a cualquier actividad o proyecto que se nos ocurra. El problema es que con la Globalización la sociedad está cambiando de modo profundo. Hasta no hace mucho, los caminos se pegaban al terreno, se trazaban conforme a la topografía, según el relieve. Curvas, recodos, cuestas, puentes sobre ríos y arroyos … Ahora las grandes vías de comunicación se han despegado; y apenas tienen contacto con el suelo. Hoy el ‘camino’, sea autopista, tren de alta velocidad o vuelo intercontinental, es un mero lugar de tránsito por el que corremos para trasladarnos a un destino. Son ‘no lugares’, que utilizamos de paso para llegar a otros ‘no lugares’. Hemos desnaturalizado el camino y la idea del congreso es pensar qué perdemos en ello.

¿Desde qué prisma se trabajará el concepto del camino en la jornada? 

–Antes un camino cumplía su función social, que es la de transitar; comunicar; pero además servía para pasear, para conocer el lugar, el entorno, a las gentes. El camino se integraba en el territorio, y el uso social lo humanizaba; lo hacía, en su funcionalidad, un lugar habitable. Ahora se recorre de prisa, se pasa de largo, sin ocasión para conocer nada, ni disfrutar el paisaje, ni hacerlo parte de nuestra experiencia. En esta jornada nos proponemos contemplar distintos tipos de camino, ligados a épocas y culturas diferentes: las cañadas de ganado, las calzadas romanas, el camino de hierro o ferrocarril, los de peregrinaje o rituales (creencias, vía crucis, entierros…), los caminos transfronterizos, los de la represión, la vinculación entre el camino y el paisaje…

Desde el punto de vista del patrimonio, ¿qué valor tienen los caminos? 

-Se puede decir que el camino representa el vínculo del ser humano con el territorio; con su riqueza natural, pero también con la identidad, con la memoria, con el lugar donde uno vive y encuentra el sentido de su existencia. Pero es mucho más; en esa utilidad de adentrarse en el terreno, el camino lo estructura; el camino es el control y el dominio del ser humano sobre el espacio que habita. Y a la vez, con su uso el camino impregna al individuo; lo llena de vivencias, de recuerdos, nostalgias, de lugares significativos, odiados o queridos. El camino representa lo que nos da y lo que nos quita la vida; lo que se va, se pierde y no vuelve; el hallazgo y la despedida. Es el encuentro con el otro, el intercambio, el conocimiento, la emigración, el proyecto que nos anima.

También el camino ha sido una fuente de trabajo; los oficios han cambiado en el presente; pero ahí han estado los camineros, el arriero, el pastor, el peregrino, la posadera, el maquinista, incluso el aduanero… Distintas formas de vida y actividades.

En cuanto a la jornada principal que se celebrará el 21 y 22 de octubre, ¿quiénes participarán como ponentes y de qué hablarán? 

–En conjunto vamos a reunir a distintos expertos en patrimonio y en caminos: personas que han trabajado en torno a calzadas romanas, ferrocarriles, itinerarios culturales; Antonio Lista, geógrafo; Izaskun Abril, directora de Ordenación del Territorio del Gobierno de Navarra; pero también Amaia Apraiz, especialista en ferrocarriles; Isabel Elizalde y Juanbi Mihura, familiares de los protagonistas de la célebre Red Comête…

¿Cuál es el objetivo de la jornada académica?

–De entrada nuestra primera intención es difundir esta perspectiva del patrimonio, porque pone en valor un elemento de la vida cotidiana que, normalmente, lo contemplamos desde una posición torpe, pragmática. No somos conscientes de su valor central en la sociedad, ni de su importancia en nuestra existencia. Luego, como señalo, en la actualidad la Globalización está transformándolo todo, y con la comodidad de las nuevas autopistas y comunicaciones, es posible que perdamos de vista lugares llenos de sentido, que ofrecen un conocimiento del propio país, del entorno, de nuestro territorio. Así, nos quejaremos de los incendios, del abandono de los montes y el descuido de las zonas rurales, pero es mucho más lo que estamos perdiendo.

El programa cultural ofrece diversas actividades. ¿Cuáles son y cómo se puede apuntar la gente? 

–Hemos organizado distintos actos; por un lado está la jornada en sí, que se dedica a observar estas cuestiones desde distintos ángulos, históricos, paisajísticos, económicos, culturales. En Tudela tenemos una mesa redonda, ya que es el prototipo de ciudad que surgió al lado del camino, junto al paso del puente sobre el Ebro. Pero además, para acercarnos al tema desde otras perspectivas, hemos preparado visitas guiadas, al castillo de Irulegi (los castillos estaban, entre otras cosas, para controlar los caminos medievales), con Iñaki Sagredo, o por la propia ciudad de Iruñea, con Ane Diez de Ure, para comentar la presencia de las mujeres en estas actividades, o Pello Iraizoz sobre las vías tradicionales de la ciudad. También preparamos una exposición con todas estas ideas, con imágenes de calzadas romanas, cañadas reales, ferrocarriles, oficios del camino, etc., para que veamos retrospectivamente dónde se nos quedan los caminos que han atravesado nuestro territorio desde tiempos inmemoriales.