¿Es la violencia inherente al ser humano? ¿Somos capaces de traspasar nuestras fronteras interiores y relacionarnos con los demás de igual a igual? ¿Qué peso juega la experiencia, los conocimientos acumulados al enfrentarse al baile, al arte? Son algunas de las preguntas que formula Paraíso de los negros, la propuesta con la que la Compañía de María Pagés, con ella como estandarte, pisará este viernes 3 de febrero, a partir de las 20.00 horas, el escenario del Teatro Gayarre de Pamplona.

Silencio y música. Luz y oscuridad. Estatismo y movimiento. Este espectáculo se mueve en una permanente dualidad. Igual que la obra en la que se inspiró en un primer momento, el Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, atravesada por la oposición entre autoridad y libertad. Precisamente, de ahí toma su nombre, ya que, en su visita a la gran manzana, el genio granadino supo que así –paraíso de los negros– se llamaba al lugar al que se relegaba a la población afroamericana en cines y teatros; arriba, en el último piso. Desde esa idea de indignación ante la discriminación y el racismo zarpó el dramaturgo El Arbi El Harti para generar la intertextualidad que Pagés luego llevó a la danza. Y es que aquí habitan, conviven y se mezclan continuamente el baile, el cante, la música, la percusión, las luces y, por supuesto, las ideas éticas y estéticas de la propia coreógrafa, que lleva más de una década generando trabajos que expresan sus preocupaciones sociales. 

Al menos desde Utopía (2008), recuerda el escritor, que se considera “un mirón, un observador de lo que María hace y dice”. Con su trabajo ha intentado “extraer sus valores humanos y artísticos, su compromiso, y convertirlos en paradigmas éticos y estéticos”, cuenta. Así, ya en Utopía trasladó a la coreografía la inquietud ante la crisis de valores democráticos, del estado del bienestar y de los derechos humanos. Y esa línea de trabajo ha marcado los espectáculos que han ido llegando desde entonces. Como Una oda al tiempo, que plantea el escenario de “democracia cansada en el que vivimos”, donde “proliferan el populismo, los nacionalismos y las dictaduras”. Y Fronteras (2019).

En busca de la luz

“Todas las obras son una consecuencia de la anterior”, apunta Pagés, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022. También, claro, Paraíso de los negros, articulada en diez escenas vertebradas por la presencia constante de la bailaora y coreógrafa, acompañada en escena de dos voces femeninas (Ana Ramón y Sara Corea), una guitarra (Rubén Levaniegos), un chelo (Sergio Ménem), un violín (David Moñiz) y un percusionista (Chema Uriarte). 

A lo largo de 75 minutos, se filtran en las letras de los distintos palos flamencos los textos creados por El Harti a partir de la obra de autores como Lorca, pero también de Carl Van Vechten y su obra titulada, precisamente, Paraíso de los negros; de Leopold Sedar Senghor y su filosofía telúrica de la negritud, y de Nina Simone y su reivindicación del deseo. Todas estas palabras abordan cuestiones que se trasladan al movimiento como la búsqueda de la felicidad, del yo, y el modo en que salimos de los infiernos y límites internos. Y todo pivota en torno a los principios de autoridad y libertad. El personaje de María Pagés se sitúa en una especie de cueva “y todo el tiempo busca la luz”. “Los seres humanos somos los únicos que tenemos la capacidad de decidir”, incide el dramaturgo. Por eso, “nos preguntamos por qué decidimos optar por la violencia en tantas ocasiones, cuando esto nos puede hacer perder los derechos adquiridos”, agrega. Y aclara que, pese a estas expresiones de preocupación por el momento en que vivimos, esta es una propuesta optimista. “Aunque pueda parecer tenebrista” por los omnipresentes claroscuros, es “un espectáculo luminoso de búsqueda de la felicidad y la libertad”, insiste.

Paraíso de los negros transita, asimismo, entre lo pesado y lo ligero. Entre lo que suponía bailar cuando Pagés tenía 30 años, “y el cuerpo ofrecía unas opciones”, y lo que supone hacerlo ahora, al borde de los 60, con dolores y más impedimentos. “Esos infiernos internos son muchas veces límites físicos de los que se puede salir”, dice la bailaora, que se sabe bien apoyada en su sabiduría, su experiencia y conocimiento de ideas y emociones. 

María Pagés y el dramaturgo El Arbi El Harti presentan 'Paraíso de los negros' en el Teatro Gayarre Iban Aguinaga

“Ser flamenco es ser contemporáneo”

Del mismo modo que defiende que “ser flamenco es ser contemporáneo”. “Se suele asociar el flamenco a lo conservador, y es lo contrario, es un arte en permanente evolución que convive y se mezcla continuamente con otras miradas, artes y culturas”, afirma. El Arbi El Harti coincide y abunda en la misma idea: “El flamenco tiene la capacidad de dialogar sin complejos con el presente, por eso es un arte contemporáneo”.

Desde esa concepción trabajan ambos en el Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada, “el resultado de toda una vida”, destaca la bailaora. Fundado en 2019, este espacio polivalente desarrolla una intensa actividad que integra el apartado creativo y el técnico, “porque esta es una profesión orgánica”, a la vez que se abre a la sociedad a través de proyectos para niñas/os, adolescentes, mujeres, mayores, personas con discapacidad... Con el propósito último de que “la gente asuma la danza como una parte de la vida”.