Las historias más tristes son las que tratan de injusticias contra las que solo queda la venganza de la restitución pública de la inocencia, como en El Conde de Montecristo. El expresidente de FC Barcelona, Sandro Rosell, contó la suya a Risto Mejide en una impresionante entrevista en Viajando con Chester. De cómo en 2017 y en el contexto de la represión en Catalunya le crucificaron con 645 días de prisión provisional por un delito fiscal del que después salió absuelto. Según relató, de esta fechoría fueron causantes la jueza Lamela, a la que prometieron elevar al Supremo, como así se cumplió; el policía Villarejo, oficial mayor de las cloacas del Estado, y una servil maquinaria mediática para encubrir sus miserias. A Rosell le ofrece el Ministerio de Justicia una humillante compensación de ¡27 euros por día de cárcel! Tendría motivo el empresario para encarnarse en Edmond Dantès y tomarse su desquite; pero en estos tiempos -menos románticos que los de Alejandro Dumas- solo puede apelar a los tribunales europeos y confiar que el karma haga su trabajo.

No menos cruel es la historia de los McCann, a quienes en 2007 arrebataron a su hija Madeleine, de tres años, en el Algarve. La noticia dio la vuelta al mundo y durante meses se acusó a Kate y Gerry de encubrir la muerte accidental de la niña. Otro policía corrupto (un Torrente portugués), una justicia chapucera y la prensa más negra que amarilla montaron aquella infamia. Ahora un documental de HBO Max relata que el secuestrador -y probable asesino de la cría- es un alemán sociópata, pedófilo y depredador sexual a quien aún no han procesado. ¿Dónde se esconde la gentuza que señaló a los McCann? Recuerdo que se les vituperaba en las tertulias vespertinas de ETB2. Que la memoria televisada imparta la justicia que se negó a los inocentes.