Tras una empresa que ha durado diez años, la Sucesión Chillida, entidad que gestiona la propiedad intelectual del artista donostiarra, ha concluido la publicación del Catálogo razonado de escultura de Chillida, “con unos estándares de pulcritud que rebasan las mejores espectativas” de calidad editorial. Un cuarto tomo, publicado por la editorial Nerea y financiado por la Kutxa Fundazioa, pone fin a una labor “ardua” y “hacendosa”, a la vez que “gratificante”, con la que dan el pistoletazo de salida a los fastos por el centenario de su nacimiento, que llegará el año que viene.

Ignacio Chillida, hijo del escultor, y Alberto Cobos, yerno del anterior, han sido los que durante este tiempo han liderado el proyecto de catalogación. Fueron ellos junto a Marta Casares, de la editorial Nerea y Ander Aizpurua, de Kutxa Fundazioa, quienes este jueves presentaron el libro, que abarca las 455 obras que comprenden desde el año 1992 hasta 2002.

Cada escultura se acompaña de información como su título, sus materiales y dimensiones, su contexto, origen, exposiciones en las que ha participado, así como el país en el se hallan, en el caso de que sea obra pública o que pertenezca a los fondos de un museo; todo ello viene refrendado por la bibliografía a la que se ha tenido acceso, incluyendo, una exploración pormenorizada de la biblioteca del caserío Zabalaga. Parte fundamental de este proceso, sobre todo en lo que corresponde a los primeros años de la trayectoria del donostiarra, pudo llevarse a cabo, además, gracias al registro exhaustivo que la galería Maeght de París hizo de la producción de su prepresentado; una vez hubo dejado Maeght, el posterior trabajo de control recayó en los descendientes y otros familiares de Chillida.

El proceso de registro de toda la obra además de ofrecer un producto de consulta exhaustivo para académicos y miembros del sector del arte, ha sido de gran utilidad para la propia Sucesión Chillida, pues les ha permitido “consolidar” el archivo.

Reconocieron que no ha sido una labor fácil. En un inicio pensaron que cinco años iban a ser suficientes para completar un trabajo que, finalmente, le ha costado el doble de tiempo. El acceso a información de determinadas piezas en manos de particulares, fallos en la datación de algunas esculturas e, incluso, fotografías invertidas que forzaban el sentido original de las obras, son algunos de los inconvenientes con los que se han encontrado en este proceso que, según han confesado, sería muy dificultoso repetir en otras disciplinas que trabajó el donostiarra, como el dibujo, debido a lo voluminoso y lo disperso de su producción –al igual que en la escultura, la arte gráfico también cuenta con un catálogo razonado–.

Chillida, en cifras

La obra escultórica de Eduardo Chillida puede resumirse en cifras. 1.558 páginas reunidas en cuatro tomos que, juntos, pesan catorce kilos. En total, han recogido 1.400 esculturas creadas desde 1948 hasta 2002, a las que acompañan 1.873 imágenes. Cada volumen tiene un precio superior a 100 euros –el cofre con todos tomos se venderá a 400 euros– y, en el caso de este último, se ha impreso una tirada de 1.000 ejemplares.