Tras encarnar a la rica heredera de un imperio hotelero en la comedia romántica Un cuento perfecto, Anna Castillo se convierte en una mujer que se enfrenta a la más absoluta soledad en mitad del océano. La actriz reconoce que cuando leyó el guion de Nowhere, la cinta que hoy estrena Netflix le recordó, aunque sin querer compararlas, a Náufrago (protagonizada por tom Hanks), Enterrado (Ryan Reynolds) y La vida de Pi, dirigida por Ang Lee.

“Diría que es uno de los proyectos más difíciles a los que me he enfrentado como actriz porque mantener el rácord emocional sola durante toda la cinta ha sido muy complicado. Cuando tienes a un compañero te das cuenta de lo importante que es también para construir tu personaje, pero aquí no tenía réplica”, reconoce Castillo. Precisamente por ello asumió el proyecto no solo como un reto actoral sino también personal. “Me daba vértigo y justamente creo que por eso me decidí a hacerla”, afirma.

En Nowhere, Castillo interpreta a Mía, una mujer embarazada que, junto a su marido (Tamar Novas), huye de un país totalitario escondida en un contenedor de transporte marítimo. Pero tras ser forzosamente separados, tendrá que luchar por su supervivencia cuando una violenta tormenta la arroja al mar, quedándose sola y a la deriva. A partir de ahí, todo se convierte en una lucha por sobrevivir pero también por salvar la vida de su hija y por reencontrarse con su pareja.

Insiste en que la historia sería muy distinta sin un bebé por medio. “Poner al bebé te hace sacar fuerzas de donde sea, tirar para adelante”, afirma. Esto al mismo tiempo supuso un importante esfuerzo físico, ya que llevó una prótesis para simular que estaba embarazada. “Al principio pesaba ocho kilos, pero tras el parto, aunque más pequeña, la había. Era de silicona maciza, por lo que pesaba mucho y sumado a la ropa mojada era una incomoidad”.

REFLEJO DE LA REALIDAD

La actriz barcelonesa, ganadora de un Goya por El olivo y protagonista de series como Estoy vivo, Arde Madrid o Fácil, reconoce que la mejor parte del rodaje fueron las dos semanas en mar abierto. “en plató estaba acompañada por los técnicos pero cuando llegamos al mar, era una lucha entre el contenedor y yo y esa sensación en la que poder sacar todo fue muy guay”, sostiene.

Castillo aprovecha esta historia y reflexiona sobre su conexión con la realidad. “El régimen totalitario sirve para poner en contexto al personaje. Por desgracia es una realidad que miles de personas tienen que enfrentar hoy en día, echarse al mar con sus hijos y tratar de sobrevivir”, apunta. l