A punto de cumplir veinte años de carrera, Moisés Berdonces (Moisés No Duerme) presentará su nuevo disco, ‘Arga’ este jueves, 5 de septiembre, (Caballo Blanco, 20.00 horas) en la apertura de la nueva edición del Beltza Weekend.
Su último disco, ‘Arga’, incluye muchas referencias a Pamplona, desde el título a las letras de las canciones.
–El anterior disco, Leve, tenía la figura de la fuente verde del león en la portada. Entre varios amigos que hacemos música pensamos que nos gustaba tirar de localismos, no estamos en Brooklyn. Es una manera de representar la ciudad sin nombrarla. El río Arga baña la ciudad y hace que haya vida en Iruña, es lo primero que ha habido aquí, y eso lo puedes llevar a todo en Nafarroa.
Una de esas menciones aparece en la canción ‘El brillo / Esta ciudad’, en la que aparece la gentrificación y el turismo masivo, algo que afecta a Pamplona y podríamos decir que a todas las ciudades del mundo.
–La gracia de todo esto es que estoy explicando lo que pasa en mi barrio, en Iruña, pero es lo que está pasando en todos los barrios y en todas las ciudades. El objetivo es llegar a lo global desde lo local.
¿Y se puede escapar de este rumbo que está marcando la sociedad?
–Es una conversación que estamos teniendo un montón de veces. Colegas que no pueden pagar el alquiler, la falta de pisos… Ya no vivo en Pamplona, me he ido a un pueblo y llevaba tiempo sin venir, pero he visto un montón de hamburgueserías, franquicias, tiendas de toda la vida cerradas… Es hacia donde está yendo el mundo. ¿Se puede escapar? En comunidades pequeñas, igual sí. Puedes intentar no hacer un consumo excesivo, no ir a según que tiendas… Puedes intentar hacer tu vida de una manera más o menos coherente, pero no puedes escapar porque no decides los precios del alquiler. A mí me gustaba vivir aquí, pero no es viable económicamente.
“Como no vivo de la música, no tengo que cantar lo que escribí con 18 años porque la gente lo pida. No sé si es éxito, pero desde luego es una suerte”
En otra canción (‘Despacio’) habla de que a veces piensa en dejar la música, de las horas de carretera y lo que supone vender pocas entradas. Ahora, en las redes se lleva hablar solo de lo bonito, parece que todo es del color de rosa.
–Hay gente que también habla con sinceridad y está guay, pero no es habitual. Es que, aunque no quieras compararte, te comparas. Sacas un disco, vas a tocar a Barna y te llaman unos días antes y te dicen que llevas vendidas 45 entradas. ¿Qué haces, vas o no vas? Luego miras alrededor y parece que a todo el mundo le va de puta madre menos a ti. Pero cuando te acercas ves que no todo es tan bonito, yo tengo muchos colegas en la música y ves que hay muchas miserias que no se publican. Sí, dices que has tocado no sé dónde, pero no dices que te están pagando una miseria o todo ese tipo de cosas.
Y en esta situación, ¿es viable mantener un proyecto musical independiente y alternativo?
–Yo no me he podido dedicar a la música exclusivamente. Eso me da cierta libertad para hacer lo que quiero, cuando quiero y como quiero. No tengo que estar todo el día en las redes. ¿Puedes mantener un proyecto? Depende de las expectativas que tengas. Echo de menos la clase media musical, ha desaparecido. Hoy en día, o llenas Zentral tres días seguidos o no tienes sitios para tocar. Faltan salas de 100, 300 o 500 personas que te permitan hacer tu carrera no como una super estrella, sino como un currela de la música. Eso ha existido siempre y ahora es más complicado. Aquí tenemos el circuito de fiestas, txoznas y demás, pero faltan salas de aforos más reducidos. Antes los grupos que venían solían tocar con un telonero de aquí, eso ya tampoco se hace.
Ahora que todo se mide por cifras, ¿cuáles son sus parámetros para definir el éxito y el fracaso?
–Para mí el fracaso sería tener que dejarlo porque no estás cumpliendo con determinados números, eso significaría que lo que recibes de fuera es lo más importante. El éxito es más difícil de definir. Yo estoy contento de hacer música con gente a la que admiro, de que gente que diseña haga las portadas, los vídeos… Que haya gente que valore lo que hago, eso es el éxito. Me considero afortunado en la música porque puedo seguir haciéndola.
¿El éxito también sería cambiar el repertorio aunque el disco nuevo no venda, como canta en ‘Kimono’? ¿Poder hacer lo que quiere en cada momento?
–Claro. Como no vivo de la música, tengo esa libertad. No tengo que seguir cantando lo que escribí con 18 años porque la gente lo pida. No sé si es éxito, pero desde luego es una suerte.
En el disco hay críticas y se reflejan partes negativas, pero el mensaje final creo que es bastante positivo.
–Sí, yo también lo creo. Puedo mencionar cosas negativas, pero desde el punto del no pasa nada, me adapto. Digo las cosas, pero no desde el enfado. Supongo que era la fase en la que me encontraba. Intenta hacer la música que quieres escuchar. Eso también es el éxito. Me apetece hacer música que no me ponga de morros, no estoy en ese momento. No es algo buscado ni premeditado, sale así.
“En 20 años hemos hecho cosas guapas, distintas… Creo que hemos dado identidad local a una cosa más global como es el rap”
También hay muchas colaboraciones. ¿Le apetecía hacer un disco con amigos?
–Eso es. Todas las colaboraciones son de gente cercana con la que tengo relación. Quería meter en el disco gente con la que estoy, con la que hablo y que me guste lo que hacen.
Musicalmente, se ve una apertura desde el rap inicial hacia sonidos más orgánicos, algo que está relacionado con su proyecto de directo Moisés No Duerme Live Band, en el que toca con músicos de jazz e incluyen pinceladas de soul, funk…
–Ese proyecto surgió porque un amigo, Pablo Maza, actual saxofonista de la banda, me invitó a unas jams de música negra. Un día me propusieron abrir la jam con músicos de allí; cuando lo preparamos, hubo muy buen feeling y dijimos que, cuando se diesen las condiciones, llevaríamos este formato. Llevamos dos años ya, hemos sacado un par de live sessions en las que reinterpretamos canciones. El formato de rap con banda, dando protagonismo a la música en vivo, te abre puertas como la del Beltza Weekend, que es un festival que me encanta. Me gusta toda la música que promueven: el blues, el jazz, el funk, el soul… Además, es de los pocos festivales de Iruña y alrededores que apuesta por ese tipo de música, que en realidad está muy relacionado con el rap, porque sampleamos cosas de soul clásico. El año pasado actuó Titanians, está guay que el festival apueste por gente de casa.
¿Cuál es el formato de la banda?
–Batería, bajo, guitarra, teclados, saxo, flauta y coros. Y yo rapeando.
El año que viene cumple veinte años de carrera. ¿Qué siente cuando miras hacia atrás?
–Creo que a nivel individual y colectivo, porque siempre he hecho la música con gente, hemos hecho cosas guapas, distintas… creo que hemos aportado y hemos dado identidad local a una cosa más global, como es el rap. He conocido a un montón de gente, de colegas y de familia que nos hemos conocido haciendo música. Me relaciono mucho no solo con la gente con la que estoy haciendo música, sino también con la que he hecho música anteriormente.
¿Y el futuro?
–En septiembre saco un disco instrumental bajo el nombre Tru Moses. Sampleo música, hago baterías, toco los bajos… Es un disco que he hecho solo. También tengo canciones escritas después de sacar Arga y que irán saliendo como singles de aquí a final de año. Cuando vea que tengo cosas que tiene conexión, habrá disco. Seguramente se esté haciendo ya, aunque no me dé cuenta.