¿Cómo se encuentra el grupo? Imagino que, como todos, estarán compungidos por lo sucedido en Valencia. En su caso, tocaron allí justo el día del desastre, ¿no?

Sí. Fuimos en AVE a Valencia el mismo martes y ya vimos que en la A 3 estaban los coches parados por el agua. La actuación era pronto y durante el show sonaron las alarmas en los móviles. Cuando terminamos ya nos dimos cuenta de toda la tragedia. Normalmente vamos en furgoneta, esta vez fuimos en AVE porque de ahí nos íbamos en avión a Mallorca. Si llegamos a ir en furgoneta, no hubiéramos llegado a Valencia, no sé qué hubiera pasado. Estamos en shock, como todo el mundo. Toda nuestra solidaridad y nuestro cariño para la gente de allí.

La música puede servir de ayuda. ¿Se está gestando algún concierto benéfico o algún acto similar?

Algo haremos, seguro. Ya me he puesto a disposición de quien quiera utilizar a Los Secretos para conciertos benéficos, para recaudar fondos… Lo que sea. También he pensado subastar una guitarra a la que le tengo mucho cariño, y que el dinero vaya para los afectados por esta tragedia tan salvaje. Es estremecedor, estamos muy afectados. Hablo y se me pone la carne de gallina. Las palabras se quedan cortas.

Al margen de lo económico, la música, como el arte en general, siempre ayuda a la gente a superar esos momentos difíciles que nos pone la vida.

Claro. Las artes en general: la literatura, el cine, la pintura… ¿Cómo vamos a prescindir de ello? ¿Dónde se refugió la gente durante la pandemia? ¿Hubiésemos aguantado en casa sin discos, películas, series…? El arte enriquece, echo de menos que se apoye más. El arte, el conocimiento, la ciencia… La cultura es lo que nos diferencia de las ratas. Aprovechar las inundaciones para robar es propio de ratas. La cultura nos hace ayudar, nos vuelve mejores personas. Ahora mismo, le daría un 10 a la gente y un 0 a los políticos.

Esa ha sido la historia de Los Secretos: la gente fue interiorizando las canciones y después de tantos años, el grupo sigue vigente y con mucho éxito, sin haber tenido nunca grandes campañas de marketing detrás.

Totalmente. Un ejemplo: en el año 95 sacamos el disco Dos caras distintas, que tenía la canción Pero a tu lado. Era una muy buena época para los grupos españoles: Los Rodríguez, Joaquín Sabina… había muchísimos. En las listas de éxitos, de cada diez artistas, nueve eran españoles. Aquel disco fue un fracaso, vendió catorce mil discos cuando esperaban haber vendido cincuenta mil. Luego llegamos a las veinticinco mil copias, pero rápidamente sacaron un recopilatorio, que eso les encanta a las discográficas, por eso tenemos tantos: coges las canciones que ya tienes grabadas, las juntas y las sacas a la venta. Veinte años después, Pero a tu lado se convirtió en nuestro mayor éxito. Tú coges ahora las reproducciones y es nuestra canción más escuchada, pero fue por la gente, que la hizo suya de manera natural. No hubo ninguna campaña de marketing detrás, como bien dices. Nadie te puede obligar a que te guste una canción. Eso es algo libre, ningún algoritmo te lo puede imponer.

Hay más ejemplos: recuerdo aquel concierto que dieron a mediados de los ochenta, cuando pensaban que la gente se había olvidado del grupo y el público se puso a corear el ‘Déjame’.

Fue exactamente como lo has dicho. En el 83 nos echaron de la compañía por no ser modernos y mi hermano Enrique quiso empezar de nuevo, hasta quería cambiar el nombre del grupo. Empezamos a hacer música fronteriza, canciones como Quiero beber hasta perder el control… Yo tenía otras como Buena chica o Y no amanece, pero nos centramos en eso. Para el primer concierto de esa nueva etapa, no preparamos el Déjame ni ninguna de las canciones de la primera época. Tocamos media hora con otros grupos, al final cerraba La Orquesta Mondragón, que estaban en su momento álgido. Había 50.000 personas y oíamos un runrún que no identificábamos, hasta que nos dimos cuenta de que el público estaba cantando el Déjame. La improvisamos Enrique y yo, el resto del grupo no se la sabía. Yo siempre pensé que nuestros primeros discos estaban adelantados a su época, la gente no sabía tocar y nosotros sí, ya hacíamos coros a cuatro voces… No teníamos nada de lo que avergonzarnos, al contrario. Enrique me dio la razón y montamos todas esas canciones del principio: Déjame, Ojos de perdida… No habían sido grandes éxitos, no nos habían hecho ricos, pero la gente las había hecho suyas de una forma muy natural.

Hablando de canciones que siguen vigentes, este mes se reedita el primer disco de Enrique Urquijo y Los Problemas. Sé que Santi Fernández, batería de Los Secretos, lo ha vuelto a mezclar. ¿El resto del grupo también ha participado?

La discográfica me informó de que lo iban a sacar. Enrique grabó ese disco el mismo año que grabamos Cambio de planes (1993). Me hubiese gustado poder ayudarle a que sonase mejor, yo era su mano derecha. Enrique era un autor y un cantante extraordinario, pero, con todo el respeto y entre comillas, era “el menos músico” de Los Secretos. Grabó ese disco muy apresuradamente, tocando todos a la vez; por el micro de la batería entraban los ruidos de los demás instrumentos… Ahora esos conflictos de frecuencias se solucionan muy fácilmente, pero entonces no. La discográfica me avisó de que iban a mejorar el sonido del disco; le dije que me parecía genial y le recomendé a Santi, nuestro batería, alguien cercano al grupo con mucha experiencia en grabaciones. Es la persona indicada y ha hecho un trabajo fantástico. Han incluido alguna canción inédita. Con eso yo tenía mis reservas, porque si mi hermano no había querido sacarlas, por algo sería. Pero entiendo al fan, que quiere escuchar lo que haya quedado. Ese disco necesitaba un lavado de cara, yo le decía a Enrique que no sonaba bien y él estaba de acuerdo.

Es cierto que su segundo disco, ‘Desde que no nos vemos’, suena bastante mejor, se nota mucha diferencia.

Es que para el segundo se tomó mucho más tiempo. Es un disco maravilloso. Yo le hice la preproducción y suena muy muy bien, pero con el primero no fue así. Nunca dejamos de ser hermanos. Él estaba con sus discos en solitario, pero los fines de semana se venía con su hija a mi casa, donde había un ambiente más familiar, mi mujer estaba embarazada… Le venía muy bien porque se alejaba de sus problemas. Llevaba un año sin tocar nada de sustancias. El final nos dejó a todos helados. Ni lo esperábamos ni se lo merecía. En otras épocas nos hubiese sorprendido menos, pero en el 99 él estaba muy bien, salíamos a cenar… estábamos muy felices. El disco no funcionó muy bien, igual que el que saqué yo en solitario. Si hubiésemos hecho uno de Los Secretos con lo mejor de cada uno, habría sido un discazo. Se lo dije a Enrique y me lo reconoció, pero él tenía que probar. Quería salirse de los estereotipos comerciales. Odiaba la promoción, los playbacks, las entrevistas…

Volviendo a la actualidad, el grupo no para: hace unos meses estuvieron en Pamplona con el musical, el viernes tocan en Tafalla en formato sexteto, el jueves en Haro como trío…

Nuestro manager dice que somos como una navaja suiza, servimos para todo. El plan era terminar canciones en 2023 para un disco nuevo, pero llegó el musical, que ha sido un exitazo inesperado. Fue por casualidad, una carambola; en principio íbamos a hacer un par de pases, pero la demanda fue brutal. Llevamos treinta y seis y nos quedan otros treinta más para este año y el que viene.

Y con tanta actividad, ¿tienen tiempo de componer? ¿Podemos esperar nuevo disco a corto o medio plazo?

A medio plazo, sí. Tengo el listón alto, cuando más peso tienes en la mochila de canciones buenas, más autoexigente te vuelves y más te trabas a la hora de sacar canciones adelante. Tengo cinco canciones pendientes de rematar. Me gustaría que dentro de seis u ocho meses podamos estar hablando de un disco nuevo. Lo que pasa es que le tengo mucho respeto a nuestro público, no podemos sacar discos por sacar.