Patricia Highsmith y James Hadley Chase fallecieron en la primera semana del mes de febrero de 1995 y 1985, respectivamente, y es en febrero, en este caso el de 1975, cuando el lector se despide definitivamente de otro popular autor: P. G. Wodehouse. El día 4 del segundo mes de 1995, nos abandona la autora de A pleno sol (1955), El amigo americano (1974) o Pequeños cuentos misóginos (1975) pero la influencia de la estadounidense entre autores de posteriores generaciones, es la de una de las mejores creadoras del policíaco moderno.

Y es el policíaco, el tipo de relato en el que igualmente destacaría el londinense James Hadley Chase, padre de alrededor de setenta obras, muchas de ellas de carácter pesimista, como El secuestro de Miss Blandish (1939) o Eva, ya de 1962. Eso sí: el alcance de la novela de intriga entre quienes fallecieron en el mes de febrero, también se sustenta en las del británico Pelham Grenville Wodehouse, quien se nos fue hace medio siglo: el 14 de febrero de 1975, después de ofrecernos personajes como los de Muchas gracias, Jeeves (1971) o los de la serie iniciada con la publicación, en 1935, de El castillo de Blandings.

Resulta curioso el lejano destino de algunos escenarios y personajes de estos escritores respecto al origen de ellos, de los autores, pues Patricia Highsmith ambientó algunas de las historias en Gran Bretaña y Hadley Chase lo hizo en Estados Unidos. E incluso P. G. Wodehouse, acusado de colaborar con los nazis en II Guerra Mundial (algo que se ha deseado demostrar que no era cierto), se trasladaría al país norteamericano después de haber vivido también en Francia, todo lo cual influiría en la ambientación de sus aventuras y desventuras y en el carácter de sus personajes, dotados, en este caso, de un particular sentido del humor.

Personajes, los de todos ellos, inolvidables.