Muchas personas no conocen siquiera la existencia de la Escuela de Danza de Navarra. Y lleva más de 60 años en funcionamiento. Para encontrar el germen de esta enseñanza en Navarra hay que viajar hasta 1963, cuando el compisitor y músico Fernando Remacha encargó al bailarín Jesús Zamarbide que se hiciera cargo de los estudios de Danza Española y Flamenco del conservatorio. Más adelante, se contrató al profesor Peter Brown para hacerse cargo de la especialidad de Danza Clásica.
Durante años, el alumnado compartió edificio con el del Conservatorio Pablo Sarasate en la calle Aoiz. Pasado el tiempo, en 1987, José Láinez creó una sede independiente en la calle Urzainqui. Después, pasó a las instalaciones del Colegio Público García Galdeano, en Orbina, y, en 2008, se instaló, parece que definitivamente, en la segunda planta del antiguo Colegio José Vila.
Nuevo equipo
Desde la segunda planta de este inmueble se imparten los niveles Elemental y Medio de Danza Clásica y Danza Española, además de dos cursos de Iniciación a la danza y clases abiertas para adultos, que reciben formación en Clásica, Flamenco y Danza Contemporánea.
A lo largo de este tiempo, la Escuela de Danza de Navarra (EDN), que depende del departamento de Educación del Gobierno de Navarra, ha transitado entre distintas denominaciones, regulaciones y planes educativos, y se han hecho cargo de ella distintos equipos directivos. El último se estrenó a comienzos de este curso y está formado por Itziar Mateo, como directora; Virginia Oroz, en calidad de jefa de estudios, y Marta Piñeiro, como secretaria académica.
Las tres se titularon en distintos momentos en este centro, donde ya acumulan experiencia como docentes. En concreto, Mateo, que ya ejerció el cargo en funciones durante el curso 2023-24, decidió aceptar el puesto que le ofrecieron desde Inspección de Educación después de una serie de entrevistas “porque creo que hay que tocar un poco todos los palos, desde enseñar hasta conocer el funcionamiento del centro, organizar y gestionar”. Además, desde ese lugar “se aprende a valorar mucho el trabajo de la gente”, añade la directora, que también quería “vivir una experiencia nueva” y tener la oportunidad de “modernizarnos un poco”, “cambiar alguna cosa” y, sobre todo, “dar a conocer la escuela”. Punto en el que coinciden las tres.
Aprender, divulgar y disfrutar
“En los equipos directivos que he conocido hasta ahora, daba la impresión de que los nuevos seguían la línea de los anteriores y nosotras teníamos unas ideas propias que tenían mucho que ver con fomentar el carácter divulgativo de la escuela”, indica Piñeiro, que imparte Danza Clásica en el centro desde hace seis años. En su caso, Oroz, con 12 o 13 años de experiencia polivalente ofreciendo clases de Folklore, Danza Clásica y Danza Contemporánea, se sumó por los mismos motivos que sus compañeras, es decir, “por entender que es la forma de avanzar y de dar sentido a la escuela”.
Un sentido que va mucho más allá de las calificaciones y las certificaciones. Y es que, aunque en 1991 se creó la Escuela Oficial de Danza de Navarra, con un plan experimental de estudios, dicho proyecto se extinguió ante la llegada de la LOGSE, transformándose en Escuela Específica de Danza según Decreto Foral 231/1993. Así, ahora mismo no cumple los requisitos para ser un centro con estudios reglados, aunque todo su profesorado está titulado en las especialidades de Danza Clásica, Danza Española y Danza Contemporánea.
“Creo que si el Gobierno de Navarra tiene una escuela como esta, sin pretensiones de titulación y sin oficialidad es porque su objetivo principal es difundir la danza como arte entre la sociedad”, apunta la secretaria.
De esta manera, además, “se puede trabajar de una manera más relajada y, dentro de los contenidos que Educación nos exige impartir, que el alumnado aprenda desde el disfrute”, agrega. “Lo primero que queremos es que se nos conozca, porque hay muchísima gente en Pamplona que no sabe que existimos, y eso es un poco vergonzoso”, interviene Itziar Mateo. “Vemos que las academias están resurgiendo y son conocidas y nosotros, que somos la Escuela del Gobierno de Navarra y tenemos las mejores instalaciones y los mejores equipamientos, no”; y "somos la única Escuela Bolera del norte del Estado”, continúa Piñeiro.
En concreto, el centro dispone de nueve aulas con los suelos preparados, en las que las estudiantes trabajan con música en directo de la mano de dos pianistas y un guitarrista. “Tenemos dos cursos de iniciación, cuatro de elemental y otros cuatro de nivel medio, donde ya eligen o Danza Española o Danza Clásica, y desde donde pueden continuar su formación en un centro oficial”. En ese momento, “intentamos que las alumnas vengan motivadas, aprendan a amar la danza y a disfrutarla y así quieran seguir bailando”. De hecho, “varias de las que han salido de aquí han ido al Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, en Madrid, y a la Escuela Profesional de Danza de Burgos; eso ya es un reconocimiento para nosotras”, cuenta la directora. Y afirma estar satisfecha con la situación actual de la EDN, más que nada porque disponer de unos estudios oficiales “implicaría una gran inversión económica, así como muchas más horas, más asignaturas, más exigencia en el aula y prescindir de otras actividades que ofrecemos como las clases de adultos”.
Lo más importante es, pues, “ir todo el equipo y el claustro a una” y lograr que las personas que asisten a las clases “aprendan, cojan confianza en sí mismas, tengan autoestima y defiendan lo que hacen y sepan hasta dónde pueden llegar”. También enseñarles a gestionar las frustraciones, “que en la danza son muchas, es una disciplina muy dura”, y, a la vez, a saber “lo que es el esfuerzo”. “Hoy en día, con el móvil y las redes sociales, quieren todos los resultados ya, y nosotras aquí tenemos que ir a contracorriente de la sociedad y mostrarles lo que cuesta conseguir las cosas”.
"Lo primero que queremos es que se nos conozca, porque hay mucha gente que no sabe ni que existimos”
Pocos chicos
Del mismo modo, intentan atraer a más varones a una disciplina que todavía está muy rodeada de clichés. De ahí que entre todos los cursos apenas sean 15 los chicos que estudian en este centro. “El que llega a nivel medio es porque tiene una mentalidad fuerte y mucha personalidad”, señala Mateo. Lo habitual es que los que empiezan lo dejen en el nivel elemental, en algunas ocasiones por lo que les dicen sus amigos y, otras, por lo que les dicen en casa; al final, la base de la educación debería estar en la familia, es el primer eslabón”, subraya Virginia Oroz. Y las tres componentes del equipo directivo coinciden en que estos estereotipos “solo afectan a la clásica y a la contemporánea”, pero no al folklore, por ejemplo.
Siguiendo con las ideas preconcebidas, afortunadamente ya no se dan tantos casos de trastorno alimenticios, de mano dura o de presión psicológica. “Los chavales están muy concienciados, en los colegios se trabaja mucho sobre la alimentación y aquí siempre les decimos que hay que comer bien y venir merendados”, dice Piñeiro. Y sigue: “La premisa que les trasladamos es que hay que aceptar el cuerpo de cada uno y trabajar con la herramienta que tenemos; no imponer una determinada silueta”. En eso, el mundo profesional de la danza también ha entrado “en una nueva era”.
Lo que parece que no ha cambiado tanto es la falta de reconocimiento de la profesión, por eso la mayoría de las bailarinas en formación realizan otros estudios en paralelo. “Yo me pongo en su lugar y las entiendo, también a la que decide dejar la danza y centrarse en una carrera universitaria, teniendo en cuenta cómo está el sector a nivel laboral”, afirma Itziar Mateo. En este sentido, tanto ella como Oroz y Piñeiro destacan cómo ha habido tantas bailarinas y bailarines españolas/es –Ángel Corella, Lucía Lacarra, Tamara Rojo– triunfando en grandes compañías internacionales, “y que aquí sigamos sin darle importancia”. Hacer que la danza fuera más accesible y menos elitista desde el punto de vista económico sería una buena medida para paliar ese desconocimiento, opina Virginia Oroz.
Celebración en El Bosquecillo
En cualquier caso, las tres están volcadas estos días en la exhibición que parte del alumnado y profesorado ofrecerán esta tarde, a partir de las 18.00 horas, en El Bosquecillo de Pamplona. Esta iniciativa concuerda con el nuevo aire que le quieren dar a la escuela y con “la necesidad de celebrar el Día de la Danza cuando toca, el 29 de abril”. “El Día del Libro siempre es el 23 de abril, no se mueve al siguiente o al fin de semana anterior, y con la danza tendría que pasar lo mismo”, dice Oroz.
“Con esta propuesta queremos enseñar un poco de lo que hacemos, pero, sobre todo, pretendemos que el público se una a nosotras y disfrute bailando”, comenta la directora. Se trata de “dejarse llevar y disfrutar”, incide. En cuanto a su salida, este año, de la asociación Haizea, que festejará la fecha el domingo 4 de mayo en la avenida Carlos III, Mateo comparte que se ha debido a que este evento “se había convertido en los últimos años en un muestrario de lo que hacen las academias y creemos que una escuela pública no debe estar ahí, ya que nuestro objetivo principal es divulgar este arte e incluir a todo el que esté interesado en practicarlo”. De entrada, el equipo apunta que el plazo de preincripción para el curso que viene será entre el 2 y el 30 de mayo y se puede cumplimentar a través de un formulario en la web de la Escuela de Danza de Navarra.
Hasta que llegue ese momento, hoy toca celebrar. El programa arrancará con la lectura del mensaje internacional, escrito este año por el legendario Mijaíl Barýshnikov. A continuación, comenzarán las exhibiciones y habrá “una profesora que llevará la voz cantante para animar a los asistentes a participar”.