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El Iruña Rock resiste a la amenaza de lluvia en su primera jornada

Lendakaris Muertos y Koma ponen a bailar a la Ciudadela y los suecos de The Baboon Show dejan un buen sabor de boca

La actuación de Lendakaris Muertos puso el broche a la primera jornada.Iñaki Porto

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Para su séptima edición, el Iruña Rock anunció que regresaba a la Ciudadela, el recinto en el que vivió sus primeros años, después de haberse trasladado los últimos al Navarra Arena. Indudablemente, la Ciudadela ofrece, si el clima lo permite, múltiples ventajas (comodidad, aire libre, césped, está en el centro de la ciudad…), pero tiene algunos posibles inconvenientes: el frío y, sobre todo, la lluvia.

La semana previa a los conciertos, todo pintaba mejor que bien: el sol parecía haberse instalado definitivamente en Pamplona (ya se sabe que eso es algo que nunca se puede dar por seguro en esta ciudad), y las temperaturas se habían elevado considerablemente, llegando a los 30º el jueves. El viernes amaneció del mismo modo y los asistentes al festival se las prometían muy felices, pero, poco después del mediodía, la cosa empezó a torcerse. En el aire se había instalado una sensación de bochorno y las nubes grises amenazaban desde el cielo.

Así se abrieron las puertas del Iruña Rock 2025 y los primeros asistentes cogieron sitio cerca del escenario. A las 17.00 horas abrió fuego el grupo navarro Leopardo, que había sido seleccionado por la Navarra Music Commission (junto a La Furia, que abrirá la jornada de hoy, sábado). Se trata de una formación con miembros de Barañáin, Zizur y Puente La Reina que, desde 2023 hasta hoy, ha publicado ya varios singles y epés, entre los que se encuentra Mondo Difficile, publicado este mismo año.

A las 18.15 horas, otro artista de la tierra, aunque algo más veterano, tomó el relevo: era el turno de Juantxo Skalari & La Rude Band, que venía a celebrar sus 30 años sobre las tablas.

Con Juantxo llegaron los vientos metales, la fiesta y la reivindicación. El publico, que, aunque sin grandes apreturas, llenaba ya tres cuartas partes del recinto, pudo disfrutar y bailar con la propuesta del de Pamplona, que supo sobreponerse a algún problema técnico: su bajista tuvo un percance físico y ante la imposibilidad de permanecer en escena, hizo todo el concierto desde la parte trasera, fuera de la vista de los asistentes.

El cielo seguía aguantando y a las 19.55 horas, con exquisita puntualidad, salió The Baboon Show, un auténtico trueno de punk rock que estalló con toda su violencia en la Ciudadela. Su vocalista, Cecilia Boström, demostró ser una front woman enérgica y carismática; bromearon (en inglés) con su poca afición a los largos solos de guitarra, aunque desplegaron una extensa colección de riffs, a cada cual más fiero.

Sus canciones tienen algo contagioso: pueden ser los estribillos, tan fáciles de tararear, o los coros, que fueron ampliamente coreados (“Thank you for your marvelous choirs!”, exclamó la cantante). Entre cañonazo y cañonazo, clamaron contra Donald Trump y Benjamin Netanyahu, lo que arrancó numerosos aplausos.

Y mientras ellos repartían leña sin descanso sobre el escenario, se levantó un fuerte viento y algunas pocas gotas cayeron sobre los asistentes. Los puestos de comida rápida tuvieron que retirar los carteles que anunciaban sus productos, porque alguno había salido volando. Pero la gente estaba disfrutando y allí nadie se movía.

El final, con temas como Playing with fire o Radio Rebelde, fue absolutamente apoteósico. Los suecos fueron unos de los grandes triunfadores de esta primera jornada del Iruña Rock, en la que dejaron un gran sabor de boca.

Había refrescado, pero de momento no llovía a eso de las 21.30 horas, cuando los miembros de Koma dieron inicio a su actuación. En este momento, apenas se veía el verde del césped de la Ciudadela, solo algo al final, y el festival albergaba al mayor número de asistentes de todo el día.

No cabe duda de que el cuarteto era uno de los grupos más esperados de todo el festival, y eso no es ninguna sorpresa después de ver cómo han tenido que tocar varias noches consecutivas, todas ellas con las entradas agotadas, cada vez que han actuado en alguna sala de Pamplona después de su regreso, en 2018.

En esta ocasión venían con la gira de su último álbum, Una ligera mejoría antes de la muerte, con la que llevan tocando más de un año (tienen conciertos anunciados hasta 2026). Están en un gran momento de forma, de eso no cabe duda, y así quedó patente en el Iruña Rock, donde salieron como una apisonadora, exhibiendo su sonido pétreo y sin fisuras.

Interpretaron temas de toda su discografía; en la primera parte, Tío Sam, El muro de Berlín o Vaya carrera que llevas, chaval. Ofrecieron un único momento de calma, Palabras mágicas, y se despidieron por todo lo alto con Bienvenidos a Degüelto y Mi jefe.

A las 23.10 horas, pocos minutos antes de que se cerrara esta edición, los Lendakaris Muertos salieron a escena. Sus primeros temas, Policía sí, Estamos en esto por las drogas y El último txakurra, pusieron a toda la Ciudadela a saltar. Lo mismo hacía Aitor, que no paraba quieto en el escenario. Todavía quedaba casi toda su actuación y la de Biznaga, que cerraría la primera jornada. Si la lluvia lo permitía, el éxito estaba asegurado.