Laura Pérez de Larraya, escritora de la misma editorial, Apache Libros, acompañará a Tadea Lizarbe (Pamplona, 1988) en la cita del jueves 18 de junio. La inmersión de la escritora en el universo de los olores ha sido tal, que la semana pasada celebró dos sesiones de un evento con Laura López Mascaraque, doctora en Neurociencias y presidenta de la Red Olfativa Española y Europea, y Marina Barcenilla, creadora de aromas para divulgar ciencia, literatura e historia y miembro de la Academia del Perfume de Española. Fascinada por lo que este “nuevo idioma” puede aportar a su literatura, la autora hace una declaración de intenciones desde la dedicatoria de esta distopía fantástica: Para el atrevimiento y la fidelidad con uno mismo.

Hace cinco años que publicó Marionetas sin hilos, su última novela hasta ahora, ¿a qué se ha debido ese silencio editorial, que seguramente no se habrá replicado en la escritura?

–De hecho, he producido un montón. Además de esta nueva novela, tengo otros dos manuscritos de otras historias ya escritos. Me da un poco de rabia que haya gente que crea que este silencio editorial se debe a que tengo dos hijas pequeñas y que, por eso, estoy totalmente volcada en la crianza, cuando la realidad es que, a pesar de que, en efecto, estoy en esa etapa, he conseguido escribir mucho.

¿Y a qué se ha debido la ausencia?

–Principalmente, a que llegué a una sensación de sinsentido, de no saber cuál era mi voz como escritora. De hecho, en el libro hay una nota al lector de la que me gustaría hablar. Dice que yo quiero triunfar o fracasar, cualquiera de las dos cosas me vale, pero quiero hacerlo con mi voz. Sé que es complicado en un mundo editorial en el que arrasan la distribución adecuada, el marketing y el dinero, pero necesitaba tiempo para saber cuál era mi voz y alejarme de moldes. Es cierto que en las editoriales grandes como en la que estaba hay personas que se han formado y que yo siempre he visto la escritura de una novela como un trabajo en equipo, pero más que eso, estaba buscando espacio para pensar. Para encontrar mi voz, una voz que ha sido rechazada y ahora ha sido encontrada.

¿A qué rechazo se refiere?

–A que hay quienes no la han querido y ya está. Confieso que estoy un poco enfadada conmigo misma por haberme dejado aconsejar por algunas voces de alrededor que me dirigían hacia un lugar, hacia una voz que no era la mía. Así surgió La Sociedad del Perfume, de sentarme y pensar qué quería contar y a qué reto quería enfrentarme. Sobre todo, se trataba de parar la inercia, porque triunfar en el mercado editorial con una voz que no fuera mía sí me parecería un fracaso. Un creador de cualquier tipo de arte lo que quiere es transmitir su mensaje y establecer un punto de de comunión con alguien. A mí me encanta cuando alguien que ha leído mi novela viene y me la comenta; me siento menos sola.

¿Tadea es más Tadea que nunca cuando escribe?

–Totalmente, y es así desde que tengo uso de razón.

Desde que publicó su primera novela y hasta ahora, su vida personal, familiar y profesional han cambiado, ¿se nota en su escritura?

–Muchísimo. Por ejemplo, el primer borrador de esta novela lo escribí en 2019. Desde entonces, ha experimentado múltiples cambios. Por un lado, he intentado que mantenga la frescura del inicio, que para mí es la definición de haber conseguido parar la inercia, y, por otro, le he ido sumando todo lo que he madurado y he aprendido en este tiempo. Creo que la novela se percibe ese mix. Se ve una parte atrevida y también el poso de sabiduría o de consciencia de que esta es mi voz, y me da igual si es aceptada o rechazada.

¿El éxito está en ser fiel a sí misma?

–Sí. Además, cuando me piden que elija un deseo, siempre digo que el deseo perfecto sería ser dueña de mi tiempo. Lo digo tanto, que hasta mis hijas lo repiten (ríe). Fíjate, en la infancia creo que somos más dueños de nuestro tiempo que nunca. Esa es para mí la definición de éxito, de felicidad, de libertad, de ser fiel a uno mismo.

¿Qué queda de la Tadea Lizarbe que fue finalista del Premio Planeta en 2014 con su primera novela, ‘Comiendo sonrisas a solas’, y qué aprendizajes se le han quedado grabados desde entonces?

–La finalista del Planeta era una mujer de ciencias y con este libro vuelve a las ciencias. La Tadea de entonces era muy joven –26 años– y no sabía nada del mundo editorial. Simplemente, escribió aquella novela por necesidad. Algo parecido sentí cuando decidí parar y pensar. Volví a la sensación de que para mí es inevitable escribir. Lo necesito. Aunque ha pasado mucho tiempo, eso lo he mantenido. Me gusta esa Tadea Lizarbe de los inicios, esa persona que fue confiada o valiente al presentarse al premio. Y también he querido conservar la ingenuidad. Sé que todo el mundo dice que el Planeta está dado de antemano y esas cosas, pero quiero rescatar ese sentimiento. Si siendo ingenua llegué a ser finalista, ¿por qué voy a desechar esa arma si la elijo a conciencia, si estoy preparada para disfrutar el camino y fracasar? Cuando llegas a esa conclusión, dejas de escuchar esas voces que te he comentado antes y que me arrepiento de haber escuchado, porque me han aconsejado mal.

Vuelve con ‘La Sociedad del Perfume’, ¿por qué eligió el olfato de entre todos los sentidos?

–Porque era un reto. Hasta ahora, para hablar de un personaje se suele describir su físico y su psicología o sus conductas. Pero, ¿qué tipo de lenguaje es el aroma? Esto se me ocurrió cuando fui a casa de mi abuela, ya fallecida, en San Sebastián. Recuerdo que abrí la ventana del patio interior y cuando me asomé me vino un olor fuerte a salitre, a ropa mojada... Y todo eso me trajo muchísimos recuerdos que tenía ahí guardados, como el olor de las alitas de pollo que hacía... Conecté mucho con esa emoción, me pregunté cómo se podría aplicar a un libro y empecé a investigar. Cuando entré en contacto con gente de este mundo del perfume y los aromas, vi que era todo un lenguaje.

¿A qué se refiere?

–Es un lenguaje que no hablamos, notamos los aromas, los olores, pero no sabemos ponerlos en palabras. Y para mí, este proyecto no ha terminado porque hay tanto que aprender... Por ejemplo, cuando escribí un borrador y se lo mandé a Laura López Mascaraque, investigadora en el CSIC, me fue dando ideas que yo iba incorporando a la novela. Luego hacía otro borrador y se lo volvía a enviar. También a Marina Barcenilla, a la que me presentó Laura y que es perfumista y astrobióloga. Y a Ángel Acebes, neurocientífico de Tenerife. Laura ahora está haciendo una investigación de por qué en el castellano se ha perdido palabras que directamente hablan del olor.

Portada del libro. Apache Libros

Todo un mundo por descubrir.

–¡Sí! Marina me comentó que todo perfume tiene tres fases. La primera tiene que ver con las notas de salida, que son muy volátiles y duran solo unos segundos. La segunda son las notas del corazón, que perduran entre dos y seis horas, y, por último, las notas de fondo, que son las que más perdurabilidad tienen. Y yo he estructurado la novela en tres partes siguiendo esas pistas. La primera parte se centra en los primeros contactos; en la segunda defino a los personajes con más profundidad, y, en la tercera, escribo lo que quiero que el lector se lleve consigo. De esta manera, también las personas que no estén interesadas en absoluto por el perfume pueden disfrutar de la historia sin percatarse siquiera.

¿Y con todo este aprendizaje, ahora recibe los olores de manera diferente?

–No es que vaya por ahí olfateando a la gente (ríe), pero sí procuro oler con más consciencia. Además, el olfato sirve también para traerte al aquí y al ahora, por eso se usa en terapias de salud mental.

¿Por qué el salto al género fantástico?

–Yo no diría que es un cambio. Siempre me he definido como una escritora de personajes, me centro en ellos para trasladárselos al lector de la manera más verosímil. Y, en este caso, el mensaje que quería lanzar me exigía la fantasía. Haberme rodeado de personas tan brillantes me pedía usar un lenguaje figurativo y dar poderes a los protagonistas.

"Lo que pensamos repercute a todos los niveles en nuestro cuerpo, en nuestras hormonas, moléculas... Somos química, así que según cómo pensemos, oleremos de esa manera"

Personajes que se parecen mucho a los héroes mitológicos.

–Sí, con estas referencias he querido explicar a los lectores cómo desde siempre ha habido personas diferentes y que lo que mucha gente ve como una debilidad, puede ser un potencial. Se trata de valorar la importancia de la diversidad.

La novela tiene una vertiente política, ya que nos alerta de lo que puede suceder si la naturaleza se harta de nosotros. –Es que nos está dando muchas oportunidades y no hacemos caso. Me preocupa el planeta que estamos dejando a mis hijas y a los que vienen. ¿Qué diría que dice nuestro olor de cada uno de nosotros?

–Haciendo un guiño a la novela, creo que olemos a nuestro pensamiento. Lo que pensamos repercute a todos los niveles en nuestro cuerpo, en nuestras hormonas, moléculas... Somos química, así que según cómo pensemos, oleremos de esa manera. El olfato es un sentido muy complejo; para ver necesitamos 3 o 4 genes, pero para oler, unos 400, y cada uno de nosotros tenemos una huella olfativa única. Hoy se está empezando a usar incluso para saber quién ha estado en la escena de un crimen, y las tiendas usan odotipos que se ha demostrado que pueden incrementar un 30% las ventas...