Este año el festival NAK de música contemporánea, (o músicas nuevas), ha hurgado en los, digamos, proto-compositores: los alumnos que apenas han terminado los estudios académicos de composición. Y el resultado de esta incursión en la clase del profesor Joseba Torre, ha sido un concierto interesante, revelador de inquietudes juveniles y de buenas obras. Escuchamos abundante percusión, rengles de láminas que dan mucho juego… pero, también, ecos de los compositores del siglo XX (los rusos, Messiaen, etc…), citas de músicas y ritmos autóctonos de cada uno, y orquestaciones que van tomando cuerpo. Como debe ser: conocimiento y asimilación de la tradición, e innovación personal.
“Stantia” de Eduardo Marín. Una obra que, según el propio autor, se inspira en las Coplas de Jorge Manrique y que contrapone la palabra “fortuna”, que se repite en el texto, a un ambiente más oscuro reflejado en la parte más grave de la cuerda (muy bien interpretada: G. Azzone, viola; F. García, chelo, D. Morán, contrbajo). Me resultó algo dispersa, pero con continuos contrastes y con exhibición del dominio de la marimba (A. Carrascoso) y percusión (R. Angulo).
“Kronotxoriak” de Inar Lezaun. Muy sugerente y que se sigue muy bien en su evolución y acabado. Sobre una sólida orquestación, surge el flautín en trinos que hacen honor a su título de pájaros. Buen juego de “crescendo-diminuendo”. Un ostinato poderoso sirve de base a más trinos en las maderas. Requiere virtuosismo solista (F. García en el chelo) y orquestal: todo muy bien solucionado. El desenlace final, en matiz piano, y unos segundos de silencio que el público respeta, colman una obra muy atractiva.
“Shrotovaaha” de Arkaitz Galán. Basada en la mitología hindú. El oído la percibe como más tonal y cinematográfica, pero bien trabajada en su robusta orquestación. Trasmite calma, con tramos meditativos en la cuerda (de nuevo el chelo se luce), y sonido etéreo en las láminas y resto de percusión, (S. Pinaza dominó un amplio territorio de escenario: a su cargo tenía multitud de instrumentos). Surgen temas que van pasando a la flauta (R. Rivera), al clarinete (S. Urtasun, que se luce también con el clarinete bajo), la trompeta (de D. Lanz, que se luce también con o sin sordina), etc. contrastando el tutti en fuerte con la tranquilidad del final. Muy agradable.
“Hauste” de Izaro Txapartegui. También bastante orquestal, con golpes wagnerianos y otros tramos muy del siglo XX. Explica la compositora que ha jugado con el “La sostenido”, en un ejercicio compositivo que, sin embargo, no resulta frío y cerebral. Clarinete bajo y fagot (P. Berasategui) profundizan en las zonas oscuras con un hermoso sonido. También muy asequible.
“Cruzar el hilo” de Jorge Carabias. Tema en el corno inglés (A. Bellosta, también oboe). Busca requiebros en los sonidos que exigen virtuosismo en la concertino (G. Etxeandía), y el violín segundo (J. I. López). Al fondo asoman (como va dicho, los rusos). Termina con un tutti brillante.
Mención aparte merece el titular de la orquesta, Javier Echarri. Fue capaz de ofrecer las composiciones como si tuviera una orquesta más numerosa, al lograr un equilibrio muy bueno entre la cuerda al mínimo (2,2,1,1) y el resto. Se tomó las obras en serio, dirigió con autoridad, conocimiento, y mucho respeto a los neo-compositores. Todos se lo agradecieron. En resumen, resultó una velada fructífera para todos; y entretenida para los oyentes, incluso para los que no tenían grandes expectativas al tratarse de alumnos. Fue fundamental la profesionalidad del conjunto instrumental. Además de los citados, la trompa de S. Loinaz, el trombón de E. Azparren, y los violines de F. Aramendía y E. Askasibar.
Festival NAK de Música Contemporánea
Sinfonía Navarra, director Javier Echarri. Obras de Marín, Lezaun, Galán, Txapartegui y Carabias. Auditorio del Conservatorio Superior. 3 de septiembre de 2025. Buena entrada (gratis).