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Eva LibertadDirectora de 'Sorda'

"La industria del cine todavía no sabe cómo incorporar la discapacidad"

La directora murciana pasó por Pamplona para recibir el Premio NIFF Valores Sociales por 'Sorda', película que podría representar a España en la carrera previa a los Oscars

"La industria del cine todavía no sabe cómo incorporar la discapacidad"Iñaki Porto

En apenas unos días, el próximo miércoles 17 de septiembre, se sabrá qué película representará este año en la carrera hacia la nominación a los Oscarsde Hollywood. Sorda, ópera prima de Eva Libertad, es una de las que opta. Sirat, de Oliver Laxe, yRomería,de Carla Simón, las otras dos.

Con una agenda repleta de actividades, a Eva Libertad (Molina de Segura, 1978) no le da tiempo ni de ponerse nerviosa ante la fecha. Encuentros, estrenos internacionales, presentaciones y premios, como el que recibió el pasado viernes, día 12, en el festival NIFF de Pamplona, ocupan sus días.

Sorda suma ya más de cincuenta reconocimientos dentro y fuera de España. Comenzó su recorrido en febrero de este año en la Berlinale, logrando el Premio del Público de la sección Panorama y el de la Asociación de Cines Independientes. Después llegaron las Biznagas a mejor película y mejor interpretación femenina (Miriam Garlo) y masculina (Álvaro Cervantes), así como el reconocimiento de las/os espectadoras/es en el Festival de Málaga, y ahora inicia su gira por otros países.

La realizadora afronta el éxito con la tranquilidad que da haber hecho la película deseada. Una película que es un homenaje a su hermana, la actriz sorda Miriam Garlo, que encarna a Ángela, la protagonista, pero también al vínculo que las une y a las personas no oyentes, en una sociedad de personas que oyen, pero muchas veces, demasiadas, no escuchan.

Vuelve al NIFF, donde ya recibió un premio el año pasado por su cortometraje ‘Mentiste Amanda’, que dirigió con Nuria Muñoz Ortín. Parece que es un festival que entiende su mirada.

–Y el año anterior a ese estuvimos ya con Sorda, con el cortometraje. Es más, también tuvimos la suerte de que Sorda, ya el largometraje, fuera seleccionado cuando estaba en fase de guión,en La Residencia Navarra. Así que tanto este programa como el festival y su director, Joaquín Calderón, han sido un acompañamiento muy importante a lo largo de todo nuestro recorrido.

Este año ha recibido aquí el premio Valores Sociales por 'Sorda', su primer largo, que le está dando muchas alegrías y unas cuantas sorpresas. ¿Esperaba que iba a llegar tan lejos desde Berlín hasta la antesala de los Oscar?

–La verdad es que no, parecía era imposible. Ni aunque nos hubiésemos creído mucho del cuento de la lechera, era imposible proyectar, vaticinar todo lo que Sorda ha ido generando a su paso. Porque para nosotras estrenar en Berlín era un sueño; luego vino Málaga, con las Biznagas a mejor película, mejor actor, actriz, público... La película nos ha dado tanto y ha hecho realidad tantas cosas que tienen que ver con los sueños, que ya nos ha ido acostumbrando a que todo es posible. Así que, aunque es improbable, si esto de los Oscar sucede, estaremos ahí, al pie del cañón, acompañando la película lo mejor que sabemos.

Apenas restan unos días para que se conozca la decisión final de la Academia, ¿cómo lleva esa espera? 

–Mira, yo llegué aye (por el jueves 11 de septiembre) del preestreno de Sorda en Londres; ahora vamos camino a Navarra, después, a Santander y luego a San Sebastián. Es que tampoco hay mucho tiempo. Supongo que si estuviese en casa, sentada en el sofá esperando, pues lo viviría de manera más diferente o más intensa, pero ahora mismo no hay sitio ni espacio para estar pensando en eso. Cuando llegue el día, asimilaremos lo que salga. 

"Aunque es improbable, si esto de los Oscar sucede, estaremos ahí, al pie del cañón, acompañando la película lo mejor que sabemos"

Comparte candidatura con Carla Simón, que opta por 'Romería', y con Oliver Laxe, con 'Sirat'. ¿Qué diría que este trío de títulos cuenta del cine español actual?

–Por una parte, creo que habla de la diversidad del cine español, donde se están produciendo debates autorales muy interesantes. Creo que tanto el cine de Carla, que para mí ha sido un referente desde que vi Stiu 1993, como el de Oliver, que también lo ha sido con las películas anteriores, muestran un cine autoral con una personalidad fuerte que está conectando con el público y que cada vez se se ve más y se valora más tanto en España como fuera. Por otro lado, también creo que habla de algo muy bonito y muy importante, valioso y necesario y es de la cada vez mayor presencia de las mujeres en el ámbito, en la industria, tanto en la dirección, en el guión y en otros ámbitos detrás de la cámara. Todavía no hemos llegado a un 50-50, falta mucho, pero se están dando pasos.

De hecho, muchas películas españolas dirigidas por mujeres han estado presentes en las entregas de premios y en las selecciones de festivales internacionales.

–Sí, sí. Y todo esto creo que es importante y bonito para el público y para la propia salud del cine. Al diversificarse la figura que tradicionalmente ha estado detrás de la cámara, que siempre ha sido un hombre blanco, de clase media alta y heterosexual, las miradas hacia el mundo y las vivencias y experiencias humanas también crecen y se trasladan a las películas. Y esto hace que, al final, se cuenten más partes de la sociedad que hasta ahora apenas habían estado representadas en la pantalla. Así que ojalá que esta tendencia siga, aunque aun queda mucho por hacer. Por ejemplo, en esa figura tienen que entrar también personas racializadas, con diversidad funcional... Es un camino que acaba de empezar.

¿El activismo feminista es importante en su carrera?

–Es fundamental. A mí me ha reeducado el feminismo y me ha salvado la vida. Me refiero a ese momento en que tú estás viviendo a solas tus malestares como persona y, de pronto, cuando te introduces en el feminismo, te das cuenta de que esos malestares son compartidos y que no son culpa tuya. Siempre pongo el mismo ejemplo: es como ir por un camino lleno de baches, de agujeros que tú no ves, simplemente te vas cayendo en ellos, y de repente puedes visibilizarlos todos y decir ‘cuidado, ahí hay un hueco, allá un barranquito...’ Esa conciencia te da mucho más poder y te ayuda a estar en el mundo desde otro lugar. Además, el feminismo te conecta con muchas mujeres y defiende los derechos humanos. Vivir siendo feminista hace más posible tu bienestar, tu felicidad y la de todas las personas que te acompañan.

Escena de 'Sorda'.

En ‘Sorda’, la protagonista tiene una doble condición: es mujer y es sorda. Esta primera película parece una declaración de principios de las historias que quiere contar como cineasta.

–En realidad, no es haya un planteamiento previo en ese sentido, sino que, al final, acabas hablando de lo que te atraviesa. En este caso, Sorda está inspirada en mi vínculo con mi hermana, con Miriam, aunque la película no se basa en su vida. Ese vínculo generó el deseo que teníamos las dos de adentrarnos en la relación entre el mundo oyente y el mundo sordo, y reflejar las partes más luminosas y amorosas, pero también las más difíciles. Porque la protagonista no es una mujer perfecta ni ejemplar, sino que mete la pata y tiene contradicciones. Es uno de esos personajes multidimensionales que me gusta ver en el cine; hace que en algunos momentos te identifiques con ella, en otros te enfades...

Tiene aristas, como todas las personas.

–Eso es. En ningún momento hemos querido que el personaje sea una mujer sorda ejemplar. Cuando un colectivo está poco presente en el cine, se tiende a hacer algo muy homogéneo, y esa no era la idea. Ángela es una mujer singular con personalidad propia. No representa a todas las mujeres sordas en absoluto, más que nada porque sería imposible. Hay tantas maneras de ser mujer como mujeres sordas.

¿Qué hay del paternalismo y el sentimentalismo que suele estar presente en este tipo de historias?

–Eso no me gusta. Cuando noto que el director de una película me está diciendo ‘aquí tienes que emocionarte’, ‘ahora tienes que llorar’... me corta el rollo. Así que intento no caer en ello, y para eso creo que es fundamental conocer muy bien lo que estas contando y relacionarte con los personajes desde un lugar de mucho amor y respeto, dejándoles que sean como tienen que ser.

¿Cómo está viviendo Miriam todo el revuelo mediático que rodea a la película?

–Pues como puede (ríe), pero también con mucha tranquilidad. Lo está viviendo desde una ambivalencia que me parece muy valiosa, porque siempre dice que no es representante de la comunidad sorda, si acaso puede ser representativa. Es consciente de que tiene una responsabilidad, ya que, lamentablemente, hay pocas personas sordas con acceso al mundo mediático y al público. Todavía no hay papeles en las películas ni profesionales en los medios. Por eso sabe que está ahora está ocupando un lugar relevante, pero a la vez tiene muy claro que ella es ella y que ni puede ni quiere representar a todo un colectivo. A mí me parece una manera muy bonita de colocarse en ese lugar que le está tocando vivir.

¿Tras el estreno de ‘Sorda’ ha tenido ofertas para trabajar en cine?

–Esto tendría que contarlo ella, pero ha tenido alguna. De todos modos, la industria del cine no sabe muy bien cómo incorporar la diversidad. Y, para hacerlo, debería haber más personas con esa diversidad detrás de las cámaras: guionistas, directoras de fotografía... Así habría más historias y más referentes que representarían mejor a la sociedad.

¿La intención última de la película era mostrar cómo ven el mundo las personas sordas?

–Claro, por eso al principio la cámara está muy cerca de ella y lo vemos todo desde su perspectiva, y cuando entra en crisis y se viene abajo y, como hacemos todas las personas, no toma las decisiones más sabias e incluso rema a contracorriente, entramos en ella a través del diseño sonoro. Pasamos de estar cerca a estar dentro de ella y eso hace que al público le cueste más seguirla, pero es la manera de terminar de entender su experiencia y de ver cómo percibe el mundo.

"Para Miriam y para las personas sordas que conozco, ser sorda no es ni un problema, ni una enfermedad, ni siquiera una discapacidad; es una condición"

Hay una secuencia en la que percibimos lo desvalida que puede sentirse una persona sorda en algunas situaciones. El el momento del parto. Brutal.

–Es una de las primeras que escribí. Antes de ponerme con el guión, entrevisté a varias mujeres sordas y coincidieron en que el parto había sido una experiencia traumática en mayor o menor medida. Entonces decidí que esa escena tenía que estar en la película. Además, como también hablé con ginecólogas y matronas, pudimos contar con personal médico real, al que pedí que empleara sus términos y su ritmo habitual en estas situaciones. Y estas profesionales me confesaron que se suelen sentir perdidas cuando tiene que atender a madres sordas, que no saben cómo comunicarse y que hacen falta protocolos. 

El personaje Álvaro Cervantes es clave, y creo que, de algún modo, es el alter ego de Eva Libertad.

–Sí, aproveché el personaje de Héctor para reflejar algunas de las torpezas, vivencias e inseguridades que he tenido con Miriam a lo largo de la vida.

¿Tuvo claro desde el principio que la película se iba a titular ‘Sorda’, teniendo en cuenta que a nivel social se han impuesto otras expresiones como discapacidad auditiva o sensorial?

–Sí, y más que nada porque para Miriam y para las personas sordas que conozco, ser sorda no es ni un problema, ni una enfermedad, ni siquiera una discapacidad; es una condición. El personaje de Ángela se identifica con esa visión y, para ella, la sordera es una manera de estar en el mundo.

Hay una frase atribuida a Helen Keller que dice que la ceguera nos aparta de las cosas y la sordera nos aleja de las personas.

–Es que la sordera es la única discapacidad invisible, no se ve, y además tiene que ver con la comunicación, la incomunicación y el aislamiento. Cuando una persona oyente toma conciencia de lo que es, se da cuenta de lo que supone ese aislamiento familiar o social. Creo que es una de las experiencias más duras que puedes vivir.