"Las bibliotecas navarras son como un gigante con mucho potencial que se puede hundir por el peso que soporta el personal"
La exdirectora del Servicio de Bibliotecas de Navarra recibirá este miércoles, 1 de octubre, el Premio Editargi en el marco de la Feria de la Edición de Navarra
La cita es en la Biblioteca de Navarra. Asun Maestro Pegenaute llega cargada de emociones y recuerdos, pero también con cierto pudor. No quiere interferir en el trabajo del nuevo equipo del Servicio que ha dirigido durante 10 años y que ahora está liderado por Clara Flamarique Goñi, su aliada durante tantos años.
Relacionadas
Jubilada desde el mes de julio, la bibliotecaria que iba para profesora de Historia hasta que quedó atrapada en esta red tras probar el oficio en Falces, su pueblo, sabe que ahora empieza una nueva etapa para ella, un tiempo en el que ansía leer en papel todo lo que le apetezca. Aunque se ofrece a colaborar en lo que pueda, y aun mantiene compromisos adquiridos en el ejercicio de su cargo. Como su participación, este mismo martes, 30 de septiembre, la Conferencia Mundial de la Unesco sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible, Mondiacult 2025, donde Navarra ha sido una de las promotoras de la mesa redonda Bibliotecas para el desarrollo: acceso a la cultura y participación cultural. Y es que, uno de sus mayores logros ha sido convencer a las/os gestoras/es políticos del enorme potencial de alcance territorial de este recurso. Y es que, como dice, la poética es la política de la biblioteca.
¿Cómo se siente al estar de vuelta aquí, en este edificio donde ha trabajado durante tantos años?
–Pues mucha emoción y mucho respeto. Aquí todo es recuerdo y seguirán siendo vivencias. Cuando he entrado, lo primero que he hecho ha sido saludar y besar a las personas que estaban atendiendo y al guardia de seguridad. También hablo de respeto porque creo que en el Servicio van a hacer un trabajo magnífico, y tanto esta biblioteca como el resto seguirán siendo referentes de la comunidad que queremos.
La nueva directora del Servicio de Bibliotecas de Navarra es Clara Flamarique, con la que ha formado equipo durante años, incluso antes de ocupar el cargo y ambas luchaban por los derechos del personal bibliotecario. ¿Ha sido así una transición más tranquila y cómoda?
–La transición ha sido perfecta. Clara lleva trabajando conmigo y con otras personas mucho antes de que ocupase una jefatura. Y sí, antes de que ninguna estuviese en ningún puesto directivo, fuimos compañeras y cómplices en la Asociación Navarra de Bibliotecarios y Bibliotecarias. De hecho, nos reímos porque ha sucedido algo curioso: cuando yo dejé la presidencia de Asnabi para ocupar la jefatura del Negociado de la Red de Bibliotecas Públicas, ella me sustituyó en la asociación, y ahora, lo hace al frente del Servicio. Nos parece como una continuidad muy simpática.
Curiosa, sí.
–Sí. Y además de que nos une la amistad y el trabajo bibliotecario, compartimos algunas inclinaciones literarias, como, por ejemplo, el gusto por los libros infantiles y juveniles, especialmente por el álbum. Es una tranquilidad y una garantía, no solamente que ella esté al frente del Servicio, sino que otras personas del equipo que yo dirigí también continúen en esta navegación. Esto es lo mejor que le puede pasar a la Administración. Una de las cosas más me sorprenden de su funcionamiento es que cuando alguien se marcha o cambia parece que todo tenga que ser distinto, y a mí me parece que debe ser al contrario. Precisamente, de la continuidad del tiempo que alguien tiene para hacer proyectos es de donde salen los buenos resultados. Por eso es bueno que el proyecto que iniciamos hace unos cuantos años continúe en sus líneas más básicas y, por supuesto, construya otras.
“El encuadramiento laboral del personal bibliotecario, que está en un nivel C, está muy lejos de la realidad de lo que es su trabajo diario”
Ha hablado de tiempo para desarrollar proyectos. ¿Estos 10 años han sido suficientes?
–Estos diez años me han permitido precisamente esto, asentar proyectos e intentar construir otros que en cuatro años no habrían acabado de cuajar porque requieren mucha inversión de tiempo y de dinero. Por ejemplo, el tema de las bibliotecas móviles no es algo que se construya en una legislatura. Así que sí, han sido unos años donde he podido materializar muchas propuestas. De hecho, antes de irme he podido dejar cerrada la compra de un vehículo nuevo.
Los ‘bibliobuses’ son proyectos a los que se siente muy unida.
–Y tiene una gran carga de experiencia personal. Yo vine a Pamplona en 1990 a preparar un bibliobús, lo hicimos y al final no salió precisamente por este error que creo que se comete en la gestión pública, y es que lo que uno hace, otro lo deshace. Lo he visto frecuentemente en otros momentos, pero no en estos últimos 10 años, no desde luego en el ámbito que a mí me ha competido. Ningún cambio de responsabilidad ha parado proyectos que estuviesen en curso. Aquello del bibliobús fue doloroso para mí, al final se envió a Perú sin libros ni nada, y, en lo profesional, creo que Navarra perdió un montón de años. Pero, bueno, se ha puesto en marcha ahora. De alguna manera, creo que hemos conseguido una cosa importantísima para las bibliotecas, y es que nuestros proyectos estén en la agenda política.
Proyectos como estos tratan de llevar la lectura a todo el territorio, es decir, a cumplir con la Ley de Derechos Culturales de Navarra.
–Cómo no vamos a citar a María Moliner y las propuestas que pudo materializar en aquellos años donde también hubo una conjunción fantástica entre la política pública y la política bibliotecaria. Aquel fue un momento en que la biblioteca quiso ser un elemento de transformación de la sociedad junto con la educación, pero se malogró... Hoy estamos volviendo a eso, porque se están integrando las bibliotecas en otras políticas públicas como las referidas la despoblación, a la memoria, a la igualdad de oportunidades... Y hemos conseguido datos muy altos. Por ejemplo, el bibliobús de Tierra Estella empezó hace un par de años atendiendo a 27 localidades, y ahora suma ya 57. El nuevo se extenderá en las zonas de Tafalla y Sangüesa, con al menos 40 municipios. Eso sí, hay que tener en cuenta que preparar una biblioteca móvil no es sólo comprar un vehículo, hay que dotarla de colección, y de personal.
Personal, el eterno problema. ¿Sigue siendo el principal caballo de batalla de las bibliotecas públicas de Navarra?
–Yo estaba segura de que demostrando lo que han demostrado las bibliotecas, el crecimiento exponencial que ha habido en su actividad, en sus servicios, en su compromiso, en todo lo que ha posibilitado que la propia Administración haga visibles otras políticas públicas, no iba a quedar ninguna duda de que necesitábamos más personal y se iba a incrementar. Pero no lo ha hecho, o no tanto como yo hubiese deseado. En materia de personal seguimos con algunas deficiencias o con casi todas. Recuerdo que en 2016 comentábamos en otra entrevista que en el 82% de las bibliotecas de Navarra solo trabajaba una persona; ahora es en el 86%, teniendo en cuenta, eso sí, que ahora hay más bibliotecas que entonces.
¿Esa es la principal reivindicación actual de bibliotecarias/os?
–Y no solo es la lucha de los bibliotecarios y bibliotecarias, que sin duda la es, sino que creo que también en la esfera de la Dirección General de Cultura se comparte que incrementar el personal debe ser un objetivo de la propia política pública. Son conscientes de que tenemos un sistema bibliotecario sólido, con una red con una trayectoria indiscutible que justo este año cumple 75 años. Un sistema único porque está sostenido casi por completo por la administración autonómica, lo que no sucede en ningún otro territorio del Estado. En Navarra tenemos 100 bibliotecas atendiendo a los pueblos, y si sumamos las móviles, podríamos decir que llegamos a unos 182 municipios. Y, claro, ahora mismo no sé cuántas actividades realizaban en 2015, pero ahora estamos rozando casi las 6.000. Y esto, con el mismo personal que de hace 10 años.
Las bibliotecas hace mucho tiempo que no se dedican ‘sólo’ a crear colecciones y prestar libros, y más en los últimos años.
–Además de lugares de lectura, las bibliotecas son hoy espacios de información, de conocimiento, de actividad cultural plena, de integración de ciudadanía de otras nacionalidades, y también sitios donde la propia administración hace visible sus políticas. Por ejemplo, en la Biblioteca de Navarra hay un aula de capacitación digital. Pero el sostén es débil para toda esta actividad.
¿Pesa demasiado?
–Suelo utilizar un símil, y es que la red de bibliotecas públicas es como un gigante benefactor, un gigante con mucho potencial, pero que se está hundiendo por el peso que soporta la fuerza viva que lo sostiene, que es su personal. Porque yo tengo claro que el verdadero valor de las bibliotecas está en las personas que sirven a la ciudadanía. Muchas de ellas emplean una expresión que es muy bonita, aunque no por su connotación bélica, sino porque es el lugar desde donde defienden y cumplen con su deber. Hablan de bibliotecarios de trinchera. Es que no llegamos a 200 bibliotecarios y bibliotecarias, y por edificios como el de la Biblioteca de Navarra, por ejemplo, pasan unas 1.200 personas al día.
“En 2016, en el 82% de las bibliotecas públicas de Navarra solo trabajaba una persona; hoy, es en el 86%, aunque se han abierto más”
Un estudio que hicieron hace algunos años señaló que la ciudadanía navarra considera las bibliotecas como un servicio “imprescindible”.
–Sí, y la política pública quiere que crezca. Esa es su vocación, pero si no se refuerzan mejor los cimientos, es decir, el personal, el edificio podría caerse. Esto, por no hablar de que alguna vez habrá que reconocer que su encuadramiento laboral está muy lejos de la realidad.
¿A qué se refiere?
–A que las bibliotecarios y los bibliotecarios tienen un nivel C, de administrativo. Es el nivel en que el yo me he jubilado; el mismo que el de un chófer de autoridades, por ejemplo. Y ese trabajo es fundamental, pero es que, en las bibliotecas, el personal se hace cargo del presupuesto, se reúne con alcaldes y con agentes culturales y sociales, forma colecciones, las organiza; diseña programaciones, hace memorias; ahora está todo el tema de la transformación digital... En resumen, que las bibliotecarias y bibliotecarios gestionan, no solo administran.