La muerte de Robe Iniesta, una de las figuras más influyentes del rock en castellano, deja un vacío que resuena también con fuerza en Pamplona, ciudad que mantuvo con él un idilio artístico durante más de dos décadas. Desde sus primeras irrupciones con Extremoduro hasta la madurez creativa de sus discos en solitario, la capital navarra fue testigo privilegiado de memorables noches iluminadas por Robe.
Su estilo combinó crudeza poética, rabia emocional y una sensibilidad casi literaria. A lo largo de su trayectoria, Robe ha sabido transformar vivencias personales en letras viscerales, mezclando ternura, rebeldía y una honestidad sin filtros. Tras décadas marcando generaciones con Extremoduro, Robe siguió haciendo camino explorando nuevos sonidos y una expresividad más íntima sin perder su sello inconfundible. Su música destaca por la fuerza de sus metáforas, la intensidad interpretativa y la capacidad de conmover desde lo humano. Navarra ha podido disfrutar de una obra testimonio de autenticidad y libertad creativa
La etapa de Extremoduro: noches de fuego y devoción
La relación intensa entre Robe y Pamplona comenzó a cimentarse en los años de esplendor de Extremoduro, cuando la banda visitó la ciudad con conciertos que hoy forman parte de la memoria colectiva del rock navarro.
Junio de 2014 marcó uno de los hitos más imponentes: un despliegue técnico colosal —seis tráileres, grúas de 60 toneladas y un escenario de estética portuaria— transformó la Plaza de Toros en una catedral laica del rock. Ocho mil almas asistieron a un concierto apoteósico, dividido en dos largas partes, donde convivieron los clásicos del siglo XX con las composiciones más complejas y progresivas de su etapa reciente.
Robe e Iñaki "Uoho" Antón firmaron una noche histórica, un mano a mano de guitarras que aún resuena entre quienes estuvieron allí.
Antes, en octubre de 2008, el grupo había llenado Trinitarios pese a la lluvia intermitente. Robe, abrigado y casi estático, lideró un concierto que combinó clásicos como Deltoya, Golfa o Sol de invierno con material de La ley innata, recién publicado entonces. A pesar del frío y del recinto a cielo abierto, miles de seguidores cantaron cada verso, demostrando la conexión casi espiritual de la ciudad con la banda placentina.
Pamplona siempre respondió: desde su recordado paso por Sanfermines 2004 hasta los conciertos previos en los 90, como el del 99 en Anaitasuna, la ciudad fue una de las plazas donde Extremoduro encontró mayor devoción.
La reinvención en solitario: Robe vuelve a Pamplona como narrador íntimo
Con la pausa indefinida de Extremoduro y la exploración de un nuevo universo musical, Robe regresó a Pamplona en formato distinto, más introspectivo y experimental, pero igual de potente.
En mayo de 2017, el auditorio Baluarte acogió la segunda parada de la gira Bienvenidos al temporal, su primer tour completamente al margen de Extremoduro. El público navarro descubrió entonces a un Robe distinto: más cercano, más instrumental, más emocional. Temas de Lo que aletea en nuestras cabezas y Destrozares cobraron vida con arreglos de violín, clarinetes y piano, en un directo intenso que dejó huella profunda.
Ya en octubre de 2021, Robe regresó al Navarra Arena con Mayéutica, un disco que él mismo definió como un renacimiento. Fue su primer concierto en Pamplona tras las restricciones de la pandemia y el público, de pie y sin limitaciones, recibió un torrente eléctrico y catártico. La gira Ahora es el momento consolidó su etapa como solista de plenitud creativa.
El último encuentro: 2024, el adiós sin saberlo
El 2 de junio de 2024, Robe volvió al Navarra Arena dentro de Ni santos ni inocentes, la gira de presentación de Se nos lleva el aire. Aquel concierto, vibrante y salpicado de guiños a Extremoduro y a sus primeros discos en solitario, sería sin saberlo su despedida de Pamplona.
Acompañado por una banda de enorme solvencia, Robe navegó entre el rock progresivo, la poesía descarnada y la electricidad emocional que siempre marcó su obra. Pamplona, una vez más, respondió con entusiasmo, llenando el pabellón y rindiéndose a un artista que nunca se repitió y nunca dejó de buscar.
Pamplona despide a un creador irrepetible
La historia de Robe Iniesta con Pamplona es la historia de un vínculo fiel, construido a base de noches legendarias, discos rupturistas y una honestidad brutal que trascendía el escenario. En grandes recintos o en teatros, en plena tormenta o bajo el rugido de miles de voces, Robe encontró en la capital navarra un público que le comprendió y le celebró como pocos. Hoy, Pamplona lo despide con la misma emoción con la que le vio entrar varias veces por la puerta grande: agradecida, conmovida y consciente de que pocas figuras del rock han dejado una huella tan profunda.