Hace tanto tiempo de aquello de que las chicas ya no quieren ser princesas que pensaba que las muñecas que lo representaban se habrían extinguido de inanición. Pero no. Barbie cumplió el sábado 60 años: todavía se sigue fabricando y hay padres que se la compran a sus semejantes retoños. Para el aniversario han sacado una Barbie sexagenaria que además de tener la boca cerrada no se sabe muy bien si es rubia platino o canosa; algo imperdonable para una muñeca que lo más lógico hubiera sido que pactara su físico con el diablo a perpetuidad. ¿Será casualidad que el cumpleaños de Barbie sea al día siguiente del de la mujer trabajadora? A veces ocurren estas cosas. Al mismo tiempo nos hemos enterado de que van a hacer series de TV de dos de las novelas más famosas del siglo XX: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y El nombre de la rosa de Umberto Eco. Esta última no nos chocará mucho porque hace casi 33 años Jean Jacques Annaud ya hizo de ella una buena película. La que tiene más intriga es la de imaginar al fin las caras de los Buendía. Hay que reconocer que la nuevas plataformas le están dando un empujón importante al audiovisual y por eso no es de extrañar que se atrevan con obras que hasta ahora se quedaban fuera de su alcance. Aunque ya que estamos de aniversario, el domingo 3 de marzo celebraron los 29 años desde el estreno de Telecinco. Ojo con ellos que arrasan, por más barbaridades que digamos sobre su manera de hacer televisión. Arrasan en los informativos más macabros del panorama estatal. Arrasan con sus continuas reediciones de GH (el otro día el 30% de la audiencia estaba viendo este programa o lo que sea). Mucha gente no está dispuesta a gastarse un duro por ver la tele cuando la tienes gratis. Y aquí las diferencias comienzan a ser demasiado grandes como para pensar que estamos construyendo una sociedad de barbies de boca cerrada y otra de Buendías arrepentidos frente al pelotón de fusilamiento.