Antes que nada, los cantantes tienen que ser populares. Que se lo digan a esos concursantes de OT. El otro día por fin salió en el plató de La Resistencia Amaia. Amaia y su eterna candidez habló a destiempo -o no- del ascenso de Osasuna. Nunca se sabe con ella, si hacerlo así es estrategia o una manera de ser. También se negó a hablar de sexo porque intuía que “los fans del OT están muy locos”. Amaia tiene el suficiente sentido común como para no dejarse enredar -o sí- en esos temas trampa que parecen empeñados en cazarla. Durante años Leticia Sabater vivió esquivando también el morbo que su presencia televisiva despertaba hasta que dejó de interesar. Fue entonces cuando ella se propuso triunfar como a destiempo. Hay pocas cosas más ridículas que intentar gustar al público a fuerza de exhibicionismo. Ahora, el personaje de Leticia se ha lanzado en picado a por un trozo del éxito que debería corresponderle por su dedicación y entrega al medio televisivo. Pero lo tiene muy difícil. Sus participaciones tienen mucha relación con las tomaduras de pelo que se le pueden hacer a quien pide a gritos un hueco en la televisión aunque con ello esté firmando el derecho de quien la invita a ponerla en evidencia y a que haga el ridículo. Pero no. Ella sabe que a su popularidad se le puede sacar partido. Hace bien. El otro día el turno le correspondió a Buenafuente. En su programa puso el videoclip de la canción 18 centímetros Papi para ver si podría convertirlo en la canción del verano. El negocio de la tele consiste en esto. También el de la música: cualquier frivolidad puede arrasar a nada que aparezca en el momento oportuno. Buenafuente cedió el tema a su banda, la que todas las noches le acompaña en directo creando, a veces, la gran ceremonia artística del día. Litus hizo una versión de los 18 centímetros de Leticia. Sí Amaia, estamos muy locos. De las dos versiones solo la original merece triunfar este verano. En Sanfermines notaremos si, al fin, Leticia ha triunfado.