Malaputa: “Con este disco hemos abierto mucho el abanico”
Diez años después, el trio regresa con nueva formación (Piñas, Euken y Kolibrí) y nuevo disco bajo el brazo
Ha pasado una década desde el primer disco de Malaputa. ¿Cómo se gesta este regreso?
(Piñas) Malaputa estaba en pausa indefinida. Sacamos el disco hace diez años, hicimos la gira y la cosa se paró. Luego nos quedamos sin guitarra… Yo pensaba que se había acabado la etapa y no le daba más vueltas, pero Euken estaba con muchas ganas. Solo he conocido una forma de hacer música, que es con Marea, donde es todo muy familiar, entre amigos. No me apetecía ponerme a probar guitarristas. Un día Kolibrí me dijo que le apetecía meterse en la historia.
(Kolibrí) Yo produje el primer disco de Malaputa y me flipaba, era fan. Me encantaba la energía del Piñas tocando el bajo, cantando… Veía cómo se despegaba como artista, cantando, haciendo de front man, liderando el grupo… Hablé con él y empezamos a trabajar. Nos hemos adatado muy bien los tres.
(Euken) Hemos utilizado cosas que se habían quedado en el tintero con el primer disco, y luego hemos ido trabajando sobre ideas que llevábamos al local. Todos nos metemos en todo, yo puedo opinar sobre un solo de guitarra de Kolibrí. De las melodías vocales se encarga más Piñas.
Y Piñas también se ha encargado de las letras, ¿no?
(P) Sí, he escrito yo todas. Me ha costado la vida (risas), pero lo he conseguido.
(K) Piñas se infravalora mucho, pero a mí me parece un letrista increíble. Tiene un lado salvaje que me encanta.
Como es natural, Malaputa tiene cosas comunes con Marea, pero también tiene una personalidad propia y bastante diferenciada.
(K) Es algo que sé que la gente lo va a buscar, pero creo que Malaputa bebe de otras influencias. Marea tira más hacia esa música que escuchábamos cuando éramos adolescentes, los ochenta, los noventa, el rock urbano, algunas bandas internacionales… Malaputa nos pilla más mayores, que investigas más: ves eso que te gusta viene de atrás. Aquí hay un abanico más antiguo, estructuras armónicas más blues rock…
En el disco se incluye la canción que grabaron para el homenaje a Boni (A toda velocidad). Veo mucho de Boni en Malaputa, en esas letras tan extremas y, sobre todo, en esa forma de cantar tan visceral. ¿Es así?
(K) A mí el Boni siempre me ha flipado cantando. Yo soy de Barricada a muerte, encima siendo del barrio… El Boni tenía esa vena, tipo Rosendo con sus tesituras altas. En la anterior gira con Malaputa hacíamos Objetivo a rendir. En el libreto, de hecho, aparece la silueta del Boni en esa canción.
(E) Hay gente que me dice que, cuando canta, Piñas le recuerda a Kutxi, que tiene lógica porque es con lo que se ha criado, pero yo siempre digo que se me recuerda más a Boni.
La forma de cantar del Piñas sigue siendo muy salvaje, y eso que han bajando medio tono las canciones…
(P) Componía en casa con la guiarra afinada en Mi y no me llegaba la voz, se me salían los ojos. Kolibrí me dijo que había probado las canciones medio tono más bajo y la verdad es que me ha salvado la vida. Me costó aceptarlo, pensaba que igual perdíamos fuerza, pero ha sido un acierto total.
(K) Además, el timbre bonito lo tiene ahí. Su mejor voz está en ese punto.
Es que cantar de esa manera es muy exigente. ¿Aguantó bien la anterior gira? ¿Fue al foniatra o recibió clases de algún tipo?
(P) Sí, estuve con una moza de Pamplona. Me veía limitado y me enseñó respiración; aprendes algunas cosas, pero aun así sufría. Empezaba el bolo y había momentos en los que tenía que apretar los huevos más de la cuenta. Tampoco me cuidaba la voz, después del concierto me tomaba mis cervezas frías… Había veces que teníamos dos conciertos seguidos y tenía que tirar de medicamentos para estar más entero. Ahora, sin embargo, estoy ensayando con catarro y llego bien. Así estoy perfecto. De aquí, para abajo (risas). Además, está guay, porque esto nos ha abierto el abanico mucho, vamos a hacer lo que nos dé la gana. Hemos visto que la manera de hacer música es sentirla. Mar de trigo, por ejemplo, la teníamos desde la época del primer disco y era mucho más rápida, pero le hemos dado la vuelta y ahora ha quedado totalmente distinta, pero con mucha fuerza. Este es el principio de Malaputa, lo anterior fue el calentamiento. A partir de ahora, nos vamos a dejar llevar y haremos lo que nos apetezca.
(K) Es algo natural con la edad, te quitas prejuicios y tonterías. En la música tienes que ser egoísta, en el sentido de hacer cosas que te gusten, y no puedes tener prejuicios.
(E) Cuando empezamos a ensayar con Kolibrí, tocábamos todo muy rápido, en plan Motörhead. Pensábamos que había que tocar rápido, gritar mucho… La canción En la mejilla, por ejemplo, la hacíamos a 280 bpm, y la hemos bajado a 220 bpm. Y queda mucho mejor.
El que va a tener mucho trabajo va a ser Kolibrí, porque va a hacer todas las guitarras.
(P) ¡Y coros!
(K) Es verdad, que me quiere meter coros… (risas). Nunca había estado como único guitarrista en una banda. He investigado mucho para poder hacerlo bien. Se puede pensar que si en vez de dos guitarras hay solo una, tienes que hacer muchas más cosas, pero es al revés: tienes que hacer menos. ¿Por qué? Porque suena todo más. Me apetece mucho empezar a tocar en directo, el trío es la raíz de un grupo de rock.
¿Y Euken? Las baterías tienen mucho peso…
(E) Lo que ha dicho Kolibrí: menos es más. Yo vengo del metal, es lo que más he escuchado, aunque los últimos diez años me he centrado más en el rock’n’roll. Ahora dejo más aire en las canciones.
(K) Ha hecho un trabajo espectacular. Creo que le va a gustar más tocar rock que metal, y estoy convencido de que es mejor batería de rock que de metal. Tiene un toque muy expresivo, le veo disfrutar, tiene más pegada…
Esta gira les va a ofrecer la oportunidad de hacer algo que con Marea no pueden, y es tocar en salas.
(K) Nos apetece mucho, tenemos muy buen recuerdo de esa época. En las salas es donde pasan las cosas especiales: el público está encima, sientes el calor de la gente… Es muy bonito volver ahí.
(P) En los grandes recintos también recibes la energía del público, pero es distinto. Estamos encantados de volver, es una etapa cojonuda en una banda.
Muchos artistas dicen que imponen más las salas que los pabellones.
(K) Totalmente. Siempre digo que impone más la sala y tocar en casa.
Ha quedado claro que la expectativa es disfrutar de la música, pero da la impresión de que este disco está más meditado que el anterior, y no me refiero solo a las canciones.
(P) Sí. En este disco se nota mucho la mano de Kolibrí. En el anterior no teníamos esa cabeza pensante detrás. Ha propuesto cosas, las hemos probado y han salido bien. No nos hemos cerrado a nada. Estar en El Dromedario también influye. Con el primero, justo estaba Alén montándolo para lanzar el primer disco de Ciclonautas, pero no quise se un mangarán y aprovecharme de su trabajo. Luego me echó la bronca.
(K) El equipo de El Dromedario es increíble. El arte del disco, por ejemplo, es una maravilla, Iosu Berriobeña ha hecho diez láminas, una para cada canción, que podrían ser diez portadas. Cuando haces el disco con todo tu cariño y ves que el equipo le pone tanto amor y tanto talento… Es increíble.
(P) Estamos muy contentos con todo, pero queremos subrayar que lo que más vamos a echar de menos es al señor Edu Pardo, que hizo la primera gira con Malaputa y ya no está entre nosotros. Todo lo que hagamos a partir de ahora estará dedicado a él.