pamplona. La historia vuelve a reservar un hueco para un tridente que en cada aventura parece superarse. La historia que alumbra a Roald Amundsen desde hace cien años deja parte de sus vitrinas a dos vascos y un navarro. Buscan lo imposible en las altas cumbres o en las explanadas nevadas más exigentes y lo acaban consiguiendo. Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, un solo equipo de tres, tres alpinistas que piensan como uno, han vuelto a dejar su huella en la historia del montañismo, en una de sus infinitas modalidades, esta vez en la nieve que se expande a lo largo en lugar de lo alto. Han dominado la Antártida, en total autonomía, solo con unos trineos arrastrados por cometas, durante 3.400 kilómetros en los que llegaron a pasar el Polo Sur. Solo ocho personas antes han protagonizado una gesta similar en la Antártida. Ahora, son once personas en el mundo las que han conseguido desafiar al continente helado solo con su fuerza. El hombre contra la naturaleza. Ahora la expedición vasca encadena un nuevo éxito en su excelente currículum, una recorrido brillante del que pocos pueden presumir. Una nueva medalla para su trayectoria que hace apenas año y medio alcanzaba un pico legendario cuando abrían la primera vía vasca en un ochomil y enlazaban las tres cimas del Broad Peak.
Ayer a las 14.00 horas en la Antártida, una hora más en Euskadi, la expedición Transantartika ponía el punto final a su historia majestuosa. Lo colocaron en Bahía Hércules, el destino. Habían estado escribiendo su guión a lo largo de 55 días, de 3.400 kilómetros, luchando contra el frío terrorífico -han llegado a sufrir 45 grados bajo cero- y un terreno en el que retaban a la vida. "Salvo el día en que llegamos al Polo Sur, que encontramos algunos kilómetros de nieve en buen estado, el resto de los 3.400 kilómetros los hemos hecho en condiciones muy, muy duras, sin disfrutar prácticamente ningún día de las cometas", desvelaba ayer Vallejo.
El equipo formado por el gasteiztarra, Iñurrategi y Zabalza sorprendió en mayo del pasado año cuando descubrió sus próximos planes, que discurrían por un alpinismo en horizontal. La primera parte de su nueva aventura sería en Groenlandia, donde otros grandes como Messner o Hillary ya fueron en busca de retos. Es la mente inquieta del montañero que no se conforma con coleccionar ochomiles o con las posibilidades clásicas que ofrecen las cumbres. Es lo que piensa la cabeza del montañero que busca superarse y sentir la adrenalina de un esfuerzo sobrehumano. La expedición vasca atravesó los 2.200 kilómetros de la llanura helada de sur a norte en lo que fue un test. "No recordamos haber sufrido así en la montaña", señalaron una vez en casa. Era la primera parte del ambicioso proyecto de retar a la llanura helada y a la soledad compartida por estos tres alpinistas, que forman un tridente espectacular desde 2009 y por cuarta vez. Al glorioso objetivo culminado en el Broad Peak hace año y medio, se suman los dos intentos de escalar en estilo alpino el pilar oeste del Makalu y el corredor Hornbein del Everest. Es la forma de entender la montaña de estos alpinistas vascos, que quieren conservar la esencia de este deporte y el lado romántico huyendo de las manoseadas rutas normales.
la dureza de la expedición "Ha sido duro hasta el último día, porque nos habían anunciado mucho viento y apenas ha soplado, de manera que hemos tenido que hacer los últimos kilómetros andando". Y es que los aventureros salieron a las 5 de la mañana, pero horas después paró el viento, tuvieron que detenerse y hacer los últimos kilómetros a pie y con crampones. Fueron sus últimos pasos en la Antártida, atrás quedaba el esfuerzo mayúsculo, el desgaste, el frío que congelaba, el aliento consumido... y el gesto emotivo de atravesar un punto tan emblemático como el Polo Sur.
Justo cien años después de que el hombre pusiera por primera vez allí su huella, allí, en uno de los últimos lugares de la Tierra que el ser humano conquistó. Por el lugar en el que Amundsen dejó una bandera de Noruega y una tienda de campaña con dos cartas, una dirigida a Haakon VII, rey de Noruega, y otra dirigida a Robert Falcon Scott -su rival por ser el primero en dominar el punto más austral de la superficie terrestre-, quien la leería el 17 de enero de 1912, cuando su expedición finalmente alcanzó el Polo Sur, pasaron los alpinistas vascos el pasado 29 de diciembre. Luego, unos kilómetros más hacia la historia.