"Me quedo con la roca de Etxauri y Jaizkibel"
PAMPLONA. Lo suyo hasta hace un tiempo era la biología. Como científica su vida cotidiana transcurría entre células, moléculas y genes; sumergida en laboratorios y microscopios, cargada de libros mientras preparaba en Pamplona su tesis doctoral. Hasta que un buen día esta guipuzcoana de Lasarte de 36 años conoció de cerca las montañas y decidió dejarlo todo atrás. De un día para otro, Eider Elizegi Telletxea abandonó su trabajo, su piso de alquiler, todas sus ataduras convencionales y con su furgoneta transformada en una casa-móvil se convirtió en lo que ella misma ha calificado como una vagamontañas.
En 2010 ganó el premio Desnivel de literatura por la obra Mi Montaña y hace unos pocos días estuvo en Pamplona para presentar su segunda creación escrita, El hilo gris, dedicada a la belleza de las piedras. La obra está acompañada de un reportaje fotográfico y textos breves donde habla de la escalada y las piedras. El libro, que consta de 70 fotografías de diferentes lugares donde ha escalado, es algo más que un compendio de escalada: es su forma de saborear la roca en pleno esfuerzo, las sensaciones que experimentó allí arriba y que luego supo plasmar sobre un papel.
Entre viaje y viaje tuvo tiempo para explicar cómo se lanzó a la conquista de su segundo libro. "Era una idea que me rondaba por la cabeza. El hilo gris es mi manera de escalar: pasar por la roca en vertical, saboreando sus detalles y dialogando con el aire y la pared". Eider Elizegi, doctora en Biología por la Universidad de Navarra, cuenta sobre su libro que "los textos están encadenados como si fuera una escalada en una vía larga. Es como un puzzle". No tiene nada que ver con su anterior obra, ni en el contenido ni en el formato, aunque la autora sí encuentra similitudes. "Le doy mucha importancia a la parte inerte de la montaña. Es algo que aparece en los dos, pero las diferencias son claras. El hilo gris tiene como base las fotografías".
Poco a poco va forjando un estilo propio en su escritura, pero a su ritmo. No se arrepiente de las decisiones tomadas porque las adoptó después de haberlas meditado suficientemente. "Ahora voy de un lado a otro con mi furgoneta. No sé cuánto tiempo durará esta fase de mi vida, pero no es algo que me preocupe.
Lo que sé en estos momentos es que me resulta muy satisfactoria". Dice que más que montañas o escaladas, "busca vivir" y el escenario va cambiando, sin que se cierre a ninguna opción. Ha recorrido los Pirineos, los Alpes y los Andes, pero tiene claro los sitios que le han marcado como escaladora desde que un día se aficionara tras hacer un cursillo. "Me cuesta mucho decidirme por un sitio en concreto, pero si tuviera que quedarme con un lugar me quedaría con Etxauri, porque tiene una roca espectacular, y también con Jaizkibel, por sus formas y colores".