pamplona. Aguarda con muchísima ilusión cada visita a Pamplona y no lo disimula. Albert Rocas Comas (Palafrugell, Gerona, 16/06/1982) llegó ayer a la capital navarra para enfrentarse esta tarde a Helvetia Anaitasuna. Y lo hizo presumiendo de la medalla de oro que acredita su segundo triunfo en un Mundial. Un triunfo con el que ha hecho historia en el deporte.
Hace menos de una semana se proclamó campeón del Mundo por segunda vez. ¿Lo ha asimilado ya?
La verdad es que todavía estoy en una vorágine de emociones. Apenas hemos tenido tiempo de disfrutar del éxito con nuestras familias porque ya estamos con la mente totalmente puesta en el regreso a la competición ante el Anaitasuna.
¿Que el Mundial se celebrara en España generó una presión añadida entre los jugadores?
Está claro. Nos marcamos como objetivo mínimo llegar a la lucha por las medallas. Cuando ya lo habíamos logrado fue cuando empezamos a disfrutar de verdad. Habíamos gozado mucho de la conexión con la gente tanto en Madrid como en Zaragoza, pero el equipo se quitó la tensión de encima y sacó a pasear su mejor balonmano en el Palau Sant Jordi. Hasta entonces sufrimos partidos trabados, como ante Croacia o Alemania, pero en Barcelona fue todo sobre ruedas.
El 35-19 que endosaron a Dinamarca es el resultado más abultado en la historia de las finales mundialistas. ¿Fue un partido perfecto el de la selección española?
El cruce de semifinales ante Eslovenia lo tuvimos controlado, pero hubo fases en las que el rival se acercó mucho en el marcador. Pero en la final salimos a disfrutar y esa fue la clave. Teníamos la medalla asegurada y eso ya era un éxito. A un partido todos sabemos que puede pasar cualquier cosa, así que salimos a disfrutar y el público nos ayudó muchísimo. Es cierto que no esperábamos que los daneses cometieran tantos errores, porque estaban haciendo un buen campeonato, y que el marcador no refleja la diferencia real entre ambas selecciones, pero ese día todo se alineó a nuestro favor.
Alberto Entrerríos y usted son los únicos españoles que atesoran dos títulos mundiales en su palmarés.
No soy mucho de pensar en esas cosas porque la carrera de un jugador va muy rápido. No hace ni una semana de la victoria en el Palau y no he tenido tiempo de pararme a analizarlo. Siempre digo que el día que me retire será cuando haga balance, pero mientras siga jugando creo que mirar al pasado solo puede afectar al rendimiento para mal. Ahora solo pienso en ganar el partido en Pamplona.
Ha marcado 34 goles, lo que supone un 81% de acierto en sus tiros. ¿Está satisfecho con su actuación personal en la cita mundialista?
Ahora me encuentro mejor que cuando tenía 20 años. No puedo quejarme porque no he tenido lesiones importantes en mi carrera y me siento genial. Trabajamos muy bien físicamente tanto en el Barcelona como en la selección y creo que estoy en mi mejor momento.
Cuando ganó su primer Mundial tenía tan solo 22 años y militaba en el San Antonio. ¿En qué ha cambiado Albert Rocas desde el 2005 hasta el día de hoy?
Pues se me ha caído algo de pelo -entre risas-, me he casado, he tenido un hijo... han cambiado bastantes cosas. Sobre todo, me siento más maduro. Antes era más irregular en mi juego, pero he aprendido a aceptar las situaciones difíciles y eso me ha hecho crecer y disfrutar más de lo que hago. Solía vivir muy rápido todo y apenas saboreaba nada, pero ahora soy más consciente de que la carrera deportiva se acaba pronto y hay que disfrutar de cada torneo y cada partido al máximo.
Usted pasó cuatro temporadas en el San Antonio. ¿Cómo vivió su desaparición el pasado verano?
Pues muy mal. Todo el mundo sabe lo que significan el San Antonio y Pamplona para mí. Su desaparición me dolió muchísimo porque que un equipo que ha dado tanto al deporte navarro y nacional eche el cierre de esa forma es muy triste. Me acuerdo mucho de la gente que lo ha sufrido en primera persona porque tengo muchos amigos aquí, así que lo viví como algo personal.
Esta es la primera temporada que no visita Pamplona para jugar en el Pabellón Universitario.
Así es, y se me hace muy raro, sobre todo porque he vivido momentos espectaculares allí. Disfruté muchísimo con la afición del San Antonio y siempre marcaba en rojo en el calendario el día que me tocaba enfrentarme a ellos. Ahora juego en el Anaitasuna y allí también me reencuentro con grandes amigos, pero está claro que no es lo mismo.
¿Cree que este triunfo en el Mundial puede suponer el impulso tan necesario en el balonmano actual?
Quiero pensar que esta vez aprovecharemos el tirón, pero viendo los antecedentes del primer Mundial tenemos poca esperanza. Entonces el público se volcó y los pabellones se llenaron durante las primeras semanas. Yo creo que lo primero que hay que hacer es una mesa redonda de gente del balonmano para poner en común las ideas y ver cómo se puede mejorar esta situación, sobre todo con gente especialista en marketing, responsables de los clubes e instituciones. Nosotros nos dedicamos a jugar y no podemos hacer más que ganar un Mundial como lo hemos hecho y tratar de ser lo más accesibles posible con prensa y afición. Por nuestra parte está todo hecho, ahora es el turno de los de arriba. Se debe arrancar buscando soluciones empezando por la base. Hay que moverse, trabajar con colegios, los primeros los jugadores, para intentar enganchar chavales y que la repercusión de este deporte vaya en continuo aumento.
En cuanto al choque de esta tarde, el Barcelona tienen en sus filas a siete internacionales españoles. ¿Puede afectarles el cansancio?
Personalmente espero un partido contra un equipo que ha tenido un mes para prepararlo y que no tiene nada que perder. El Anaitasuna juega muy buen balonmano y es un conjunto completo en todas las líneas. Ellos van a salir con la tranquilidad de saber que si suman va a ser un gran éxito, y seguro que a nosotros nos cuesta más entrar en el juego por las emociones que hemos vivido estos días. Pero es trabajo nuestro esforzarnos por apaciguar ese cúmulo de emociones e intentar hacerlo lo mejor posible.