El Centro de Alto Rendimiento de Madrid presenta una estampa atípica. El deporte vive al ralentí. Apenas tres atletas se mueven en la pista. Grupos reducidos de taekwondistas y judocas se ejercitan, sin contacto, en las salas interiores. Los volantes -la media pelota con plumas- en el pabellón de bádminton también vuelan algo más lentos y en menor cantidad, pero Carolina Marín, referente mundial de la disciplina, ha decidido echarle ya horas y horas. Entre cinco y seis al día, para sentir que vuelve a ser "la jugadora que era antes". Carolina Marín es una estrella occidental en una disciplina arraigada en los países orientales. Afortunada porque no se siente extranjera en ninguna parte, es consciente de que otras personas en otros puntos del globo sufren en primera persona el racismo. En una semana donde se suceden las manifestaciones reclamando su erradicación, ella también alza su voz. "El color no nos tiene que hacer tratar a una persona diferente", remarca.

Solía hacer bromas sobre el primer volante que golpease después de dos meses de confinamiento. ¿Le dio o falló?

-Sorprendentemente, fue mejor de lo que me esperaba. Al final, nunca, desde los ocho años que cogí por primera vez una raqueta de bádminton, estuve tres meses sin ella. Finalmente, le di al volante (ríe). Me está sorprendiendo mucho el hecho de que cogí bastante bien las sensaciones y el trato otra vez con la raqueta. Todo está yendo bastante bien.

¿Qué está siendo lo mejor de esta primera semana de trabajo?

-Recuperar esas sensaciones, tener esas ganas de volver a coger una raqueta y un volante y, sobre todo, estar motivada para afrontar esta nueva etapa. Esta es la primera toma de contacto.

¿Qué ha cambiado con respecto a su antigua realidad en el Centro de Alto Rendimiento?

-Lo primero, vivir la realidad que estamos viendo. Implica ser muy cautos, muy precavidos, porque el virus sigue estando aquí. Nunca habíamos venido con mascarilla, siempre nos hemos saludado con dos besos y un abrazo, sobre todo con amigos a los que llevas tanto tiempo sin ver. Ahora mismo es un saludo desde lejos.

¿Cuántas horas está en el CAR?

-Ahora mismo, el horario de mañana son dos o tres horas. Por la tarde, unas dos horas y media. Al final, entre cinco y seis horas al día.

¿Hablamos de una vuelta exigente?

-No me gusta decir que tenemos que recuperar el tiempo perdido, porque el tiempo ya está perdido. Pero tenemos que tener esa toma de contacto con el volante y la raqueta, recuperar sensaciones y esos desplazamientos explosivos que en este confinamiento no he podido hacer. Principalmente, debemos ser precavidos con las lesiones, por eso estamos haciendo entrenamientos muy básicos, como los que haces cuando empiezas a jugar a bádminton. Me he llevado casi tres meses sin coger la raqueta y no podemos meter de momento ni desplazamientos explosivos ni cambios de ritmo. Los músculos no están totalmente preparados para ello. Estamos yendo muy poco a poco. Una vez que vayamos avanzando en los días y semanas iremos metiendo más incertidumbre a estos ejercicios.

El siguiente paso de su preparación le lleva a Sierra Nevada. ¿Espera poder competir este año?

-Debemos ir viendo cómo va avanzando el coronavirus. En un principio, la Federación Mundial de Bádminton ha empezado a poner torneos a partir de septiembre y nuestra planificación está pensada para que volvamos a competir en esa fecha. Sí que es cierto que, cuando nos vayamos acercando a ese momento, iremos viendo si podemos viajar a esos países, cómo está el coronavirus de desarrollado o si ya está todo mucho mejor. Seremos muy precavidos en ese sentido. En teoría, a partir de septiembre es cuando empezaría a competir.

¿Está deseando volver a viajar?

-Ahora mismo pienso, principalmente, en la primera toma de contacto y en recuperar sensaciones. El pensamiento de volver a competir todavía se queda lejos porque aún no me siento preparada. Lo primero es sentirme bien en la pista, sentir que vuelvo a ser la jugadora que era antes.

¿Cómo la acogen en el extranjero?

-Tengo que decir que me siento muy afortunada porque me reciben con muchísimo cariño, me hacen sentir como si fuera una más en países como India o Indonesia. Me hacen sentir como si estuviera en mi propia casa. Me animan muchísimo, como si fuera de su país. Me siento orgullosa, porque no he recibido ninguna crítica ni nada por el estilo.

Aunque no es su caso, porque dice que no lo ha sufrido, ¿qué mensaje lanzaría ahora que el deporte está utilizando su altavoz para pedir la erradicación del racismo?

-Que somos todos iguales. El color no nos tiene que hacer tratar a las personas de manera diferente. En el mundo, todas las personas somos iguales.

"Entreno entre cinco y seis horas al día; en teoría, a partir de septiembre se empezaría a competir"

"Hay que ser precavidos, asumir la realidad que estamos viviendo, porque el virus sigue aquí"