Dos ganchos, uno desde el cuadro cuatro y otro del cuatro y medio, engalanaron este lunes el catálogo de razones de Unai Laso en el duelo que cerraba la primera jornada de la liguilla de cuartos de final del Manomanista. Los clavó con el agua al cuello, cuando Iñaki Artola se buscaba a sí mismo, en busca de una respuesta a un doloroso 10-19 en contra.

Estaba el errotarra con el cuerpo en la pared, enjaulado. Y se desató, como en la escena final de un capítulo de MacGyver, con dos pedazos de arte.

AFICIONADOS EN PIE

Percutió con la derecha el alegiarra, que movió la pelota con brío, buscó la pared y el de Bizkarreta-Gereindiain, sometido, se sacó dos aguijonazos que bañaron el frontón Aitzuri de Zumaia de un suspiro profundo. Después, brotó un aluvión de aplausos, con aficionados de pie, incluso.

Forzado, sufriendo, Laso diseñó dos ganchos perfectos. Los trazó desde lejos para desatascar. Besaron las esquinas. Artola se quedó clavado. Pusieron el cartón 20 y 21. Ya no quedaba mucha vida para el guipuzcoano, que lo intentó todo, pero si cuando dominas, el rival, en vena, traza arquitectura en el aire, no queda más que aplaudir y resignarse. No necesariamente por ese orden. Impotente.

DAÑO CON EL SAQUE

Unai, que no terminó de hacer daño con el saque, demostró que tiene dinamita en la derecha. Tiene una marcha más. Artola atrasó, mas la pelota de su contrincante vibraba de electricidad. El ritmo y la efervescencia de Unai y algunos regalos de Iñaki transformaron el encuentro del 4-2 inicial, en el que el guipuzcoano dio lustre a un buen físico y a un sotamano poderoso, a un encuentro desnivelado para Laso. Se puso 4-7.

Y manejó distancias amplias (5-11, 8-15 y 9-19). El mano a mano es cruel y se ensañó con Artola. En un envite exigente, el volcánico delantero navarro explotó todos sus recursos. Suma su primer punto.