Dicen que los ciclos terminan y el de Enaut Andueza (7 de enero de 1982) con el fútbol llegó a su fin el pasado sábado tras más de 20 temporadas compitiendo en el fútbol de barro, ese en el que juegas por pasión y del que no te da para vivir, pero que tiene un aroma especial del que es difícil desprenderse y que a uno se le queda el picorcito dentro una vez que cuelga las botas.

Andueza comenzó dando sus primeros pasos en la Ikastola Jaso antes de recalar en Iruña, Oberena, Burladés, Avance -estuvo 15 temporadas en Arre- Artajonés, Aoiz y Amaya, hasta que este sábado el camino llegó a su fin. “Hace ya dos o tres años que ya me lo había planteado porque el compromiso no era tan exigente como el que debería, porque en estas categorías no profesionales también tienes que estar al 100%. Pero hace dos, tres años vino la pandemia y con ella un nuevo proyecto en el Iruña en el que ayudé en todo lo que pude. Pero este agosto ya dije que era mi último año, surgió la lesión, no me había lesionado nunca, y ya me lo planteé todo”, reconoce.

La pasión por el fútbol en Andueza, que en su mayoría ha ejercido de central, salvo una temporada en Arre en la que anotó 13 dianas jugando de delantero, llega desde pequeño. “Nací con un balón, me ha encantado y me lo he tomado como algo personal porque siempre me he organizado para entrenar, y cuidarme para entrenar. Nunca he metido el pie porque no me gustaba con los compañeros, pero con 20 años con kozkor te ibas contra el muro si hacía falta. Pero ahora te lo piensas”, expone el ya exjugador, que reconoce que lo que más le gusta de este fútbol es que “todo es de casa. Directiva, compañeros... el fútbol amateur es el que he vivido siempre. La temporada en Tercera era diferente, lo mío era la Regional Preferente”.

El burladés admite haber pasado por una semana de emociones al ir viendo “fotos desde los inicios hasta este sábado, y cuando las veía tuve momentos muy emotivos porque he visto muchos compañeros, he vivido muchas anécdotas y haces muchos amigos. Con el trabajo -es comercial- no le das vueltas, intentas hacerlo lo más normal posible. El sábado también, fue todo igual, pero sí que cuando me dijeron para cambiarme sí que ya caí en que sí, que ya era el último”.

El fútbol ha sido una parte de su vida y, como apunta, “quien me conoce sabe que soy muy claro y que el fútbol, o el deporte, es una parte importante y que me gusta entrenar. Y por eso con 40 estoy con chavales de 18”, al tiempo que se ríe recordando el cambio que han sufrido los campos de Navarra durante todos estos años en los que ha jugado. “Hemos pasado por todo. ‘Patatales’ que se dice, mis 15 años en Arre tiene anécdotas, pero imagínate lo mucho que hemos disfrutado”, comenta.

“Mi manera de ser era de cuidarme demasiado para el fútbol. Luego el compromiso, la gente.... incluso con alguna boda yo me he ido al partido. Creo que no he fallado nunca con algo que no sea externo. He intentado estar siempre porque el entrenador y el equipo contaban conmigo y quería dar el 200%. El compromiso de entrenar te hace estar obligado a cumplir unos horarios, pero ahora voy a tener la agenda igual de ocupada”, describe un Enaut Andueza que señala que “el día a día es lo que más voy a echar de menos, el ir al entrenamiento, organizarte para ello, batallitas que les cuentas, echarles una mano en lo que puedes porque en mi caso yo he tenido muy buenos compañeros, muy buenos capitanes, entrenadores.... y voy a querer competir cuando vea un partido, me va a picar el gusanillo de querer competir”.

Tras más de una veintena de años jugando, Andueza deja en el fútbol regional su experiencia. “Cuando estuve en Arre, tuve muy buenos capitanes hasta que lo cogí yo. Llevar un brazalete.... son palabras mayores. La palabra de los capitanes era para estar atentos. Ahora es diferente, parece que no te hacen caso pero sí que en el fondo sí lo hacen. Estos días me han ido recordando esas palabras que les decía, porque siempre es importante hablar en el campo, pero hablarse bien, eh, que eso es muy importante. No es lo mismo decírtelo a malas que decírtelo a buenas, porque no conozco todavía a un jugador que salte la valla con la idea de fallar. Hay que animar al que falle, y evitar hundirle. Como en la grada, porque no tienes derecho a todo”.