La cosa es así de sencilla, así de humana: “Que sí, que el circuito no ha sufrido daños. Que sí, que los accesos estarán algo mejor en un par de semanas. Que sí, que celebrar el Gran Premio es dinero para Valencia. Que sí, que somos profesionales y correremos donde nos digan... Pero, sencillamente, no podemos competir en Valencia, con cadáveres literalmente al otro lado de la valla. Valencia es nuestra Meca, nuestro lugar más emblemático, el epicentro del motociclismo mundial, la carrera que siempre es una fiesta, ganes o pierdas. Pero es imposible que estemos para celebraciones en medio de semejante tragedia. Volveremos otro año, cuando las heridas se hayan cerrado en lo posible, a alegrar de nuevo a la legión de aficionados que hay aquí. Pero esta vez, no. Aunque solo sea por no molestar lo más mínimo a quien trabaja en arreglar este desastre. Aunque solo sea por respeto. Aunque solo sea porque no tendríamos estómago para soportarlo”.
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