bilbao - Bajo el sol, en una cuneta, tumbado sobre la hierba, desarticulado, boca arriba, tieso, dolorido, astillado. Derribado. Esa fue la radiografía de Gorka Izagirre (Astana), obligado a abandonar la París-Niza por culpa de una severa caída en una jornada de locura. Después de ser sometido a distintas pruebas en un centro hospitalario, el parte médico reveló una fuerte contusión en el codo izquierdo, las costillas y también en la cadera izquierda. Una paliza en toda regla. Nada de fracturas, por fortuna, para Gorka Izagirre, que deberá guardar reposo. A Warren Barguil le fue mucho peor. Hizo crac. Quebrado. El francés sufre una doble rotura cervical en las vértebras como consecuencia de la dura caída. Fue en el mismo punto en el que se fue al suelo Gorka Izagirre. Después de ser trasladado a un hospital, el francés fue sometido a un escáner que certificó la doble fractura. A la París-Niza, que imagina la Costa Azul, le destempla el aspecto hosco y lúgubre de los campos de batalla. “Ha sido uno de los tres días más duros que he pasado en una bicicleta”, calculó Romain Bardet, uno de los aspirantes al triunfo. Su diagnóstico fue certero.

La Carrera del Sol, convertida en la tormenta perfecta entre caídas, abanicos, pinchazos, ritmo extremo, nervios... se cobró el pellejo de Gorka Izagirre (Astana). El de Ormaiztegi que tarareó su dicha el domingo, masticó bilis camino de Bellegarde, cuando una caída en el kilómetro 59 le tachó de una cita que abraza con entusiasmo. Junto al de Ormaiztegi, sacudido en un día caótico, frenético, con el viento zarandeándolo todo y el pelotón lanzado a una media próxima a los 50 kilómetros por hora, también desfilaron hacia casa Rigoberto Urán, clavícula izquierda rota, y Warren Barguil. Víctimas todos ellos de una etapa cargada con metralla que resolvió Groenewegen a su favor.

Después de dos días locos, la carrera exige un tratado de supervivencia. Si el viento, travieso y juguetón, hizo de las suyas en la jornada de estreno, ayer multiplicó sus devastadores efectos sobre el espinazo de la prueba que lidera Dylan Groenewegen (Jumbo). El holandés repitió triunfo en un esprint -batió a Iván García Cortina (Bahrain)- en petit comité, de siete corredores. Sucedió después de una huida hacia adelante provocada por el viento de costado y los consiguientes abanicos, donde se pronunció alto y claro el Sky. Su portavoz fue Luke Rowe, un percherón que puso a tiritar al pelotón, sumido en un ataque de nervios.

Kwiatkowski y Bernal, sus compañeros, fortalecieron su estatus en París-Niza en la misma medida que se achicaron Nairo Quintana, Bardet, Terpstra, Jungels, Kelderman, Zakarin, Gallopin, Van Garderen o George Bennett, que acumularon 35 segundos de retraso. A Simon Yates y Esteban Chaves la pena les duró un siglo. Perdieron ambos casi siente minutos (6:44). Marc Soler y Miguel Ángel López no encontraron consuelo y su derrota se cifró en 8:27. Como la de Ion Izagirre. Eclipsado. Su hermano, Gorka, sufrió aún más, apaleado por el caos.