Gap - El suspense es máximo, 2 minutos y 14 segundos entre los cinco primeros de la general del Tour de Francia a falta de 4 etapas para que quede visto para sentencia el podio de París. Tres de ellas se dirimirán en las nubes, por encima de los 2.000 metros, escenario extremo que juzgará al ganador en la presente edición.

Así lo habían querido los organizadores que, ni en el mejor de sus sueños, habían previsto que cuando la carrera ascendiera a las cotas alpinas más elevadas, la pelea estaría tan ajustada. “El ganador será el que mejor se adapte a la altura”, augura el director de la prueba, Christian Prudhomme.

La altura ya no dejará de acompañar a los ciclistas hasta el paseo triunfal por los Campos Elíseos del próximo domingo. Entre tanto, tendrán que superar los 2.000 metros en siete ocasiones, dos de ellas, final en alto. Una prueba de fuego para los pulmones de los ciclistas.

El primer capítulo puede que sea el más duro, aunque la meta no se encuentre en la cumbre del puerto. El Col de Vars se corona a 2.109 metros (9,3 km al 7,5%). La subida al mítico Izoard marcará un techo de 2.360 (14,1 al 7,3%) y el Galibier, cima de la etapa pero no de la edición, superará los 2.600 metros sobre el nivel del mar (23 km al 5,1%). La meta se encuentra a apenas 20 kilómetros en la localidad de Valloire. Una jornada extrema en la búsqueda del oxígeno que pondrá a prueba el corazón de los corredores en un esfuerzo digno de las más grandes proezas deportivas.

“La respuesta de cada organismo a los efectos de la altitud es diferente en cada corredor. La caída del rendimiento puede ir del 2 al 10%”, según indica Julien Pinot, hermano y entrenador de Thibaut.

En su equipo, el Groupama-FDJ, creen que la altitud será un aliado para poder superar a sus rivales. El francés, tercero en 2014 y que se ha propuesto que La Marsellesa suene en los Campos Elíseos por vez primera desde 1985, ya demostró en la cima del Tourmalet su capacidad para superar a sus rivales por encima de los dos mil metros. El francés se encuentra a 1:50 de su compatriota Julian Alaphilippe que, sobre el papel, debería acusar las elevadas cotas que alcanzará la carrera.

A 12 segundos de Pinot está Egan Bernal, que nació y creció a 2.700 metros y se mantiene por el momento en la retaguardia, protegido por sus 22 años y tras la sombra de Thomas, defensor de un título que parece difícil que vaya a repetir este 2019.

El viernes se afrontará el techo de la edición, el Col del I’Iseran, 2.770 metros por encima del mar (12,9 al 7,5%), que presume de ser el col asfaltado más alto de Europa, como antesala de una etapa corta, 127 kilómetros, con meta en Tignes, a 2.113 metros (7,4 al 7%). El lugar es habitual residencia de entrenamiento para deportistas de alto rendimiento.

Por si fuera poco, la víspera de llegar a los Campos Elíseos resta un último obstáculo: Val Thorens, meta a 2.365 metros, en una interminable ascensión de 33 kilómetros irregulares en su pendiente, al 5,5% de pendiente media. La estación de esquí más elevada del viejo continente será, por segunda vez en la historia del Tour, final de etapa. En 1994 se impuso el colombiano Nelson Rodríguez, que se crió a más de 2000 metros de altitud. - Efe