de pocas cosas se abusa más en la información deportiva que del adjetivo importante, sea para hablar de una competición, un partido, una victoria y hasta un empate como el de Osasuna de ayer... Hasta que ocurre algo importante de verdad y te pone en tu sitio: es difícil quitarse de la cabeza el vía crucis que han sufrido esa chiquilla y esos padres. El cine estadounidense ha hecho popular la frase “Nadie debería enterrar a sus hijos”, y es que ninguna muerte se llora más que la que no es natural, allá por encima de los 80 o los 90 y tras una vida plena, y ella apenas tenía 9 años. En los minutos de silencio en todos los campos por la hija de Luis Enrique se han juntado todas esas penas y un mensaje de apoyo -impotente, pero sentido- al exseleccionador. Y un detalle para la esperanza: la prensa deportiva de este país suele ser cotilla, impertinente y sensacionalista, pero su discreción en este caso -sabiendo y no publicando- ha sido ejemplar.