La Asociación Mundial Antidopaje ha pillado a Rusia haciendo trampas y el castigo -cuatro años sin ir a las grandes citas- tiene una parte punitiva y otra de darle tiempo a limpiar sus cloacas deportivas, llenas en los últimos tiempos de vista gorda con el consumo de sustancias prohibidas, de destrucción de pruebas y hasta de dopaje de estado. Por desgracia, su gobierno, con Vladimir Putin a la cabeza, ha reaccionado de la peor manera: que si “histeria anti-Rusia”, que si “montaje político”, que si “injusto castigo colectivo”. En suma, que el profe les tiene manía. Mal primer paso para hacer propósito de enmienda y para limpiar ese estercolero. Aunque, por decirlo todo, Putin tiene razón en algo: cuando se queja de que en Estados Unidos no se persigue igual el dopaje. En las grandes ligas profesionales hay barra casi libre y sanciones ridículas. Esto no hace buena a Rusia, pero demuestra que las varas de medir no son siempre las mismas.