as aguas, como de costumbre, bajan revueltas en Valencia, donde asoma un equipo sumido en una crisis que iba en aumento y que ha saltado del vestuario al terreno de juego hasta derivar en la destitución de Albert Celades (Barcelona, 1975), fulminado ayer tras las dos derrotas consecutivas sufridas por un entregado conjunto ché ante Eibar (1-0) y Villarreal (2-0) sin realizar ni un solo disparo entre los tres palos en más de 180 minutos de juego. Salvador González, más conocido como Voro, será quien se siente mañana en el banquillo local de Mestalla para hacer frente al Athletic y dirigir a los valencianistas hasta el término del curso, cuando podría retornar Ernesto Valverde, quien estaría buscando casa en Valencia según informó Onda Cero Valencia. A la espera de comprobar si el Txingurri vive una segunda etapa al frente de un equipo al que ya dirigió con éxito en la campaña 2012-13, la anterior a su regreso al Athletic, será un viejo conocido ché quien trate de salvar la temporada. Es, a ritmo de récord absoluto, la sexta vez que el exjugador, exdelegado y director de organización del primer equipo valencianista ejerce como apagafuegos.

El presente dibuja un escenario adverso para un equipo que se había marcado la Champions League como objetivo y que, a falta de seis jornadas para la conclusión del campeonato doméstico, cabalga en octava posición con ocho puntos de desventaja respecto a la cuarta plaza que ocupa el Sevilla. Fuera también de los puestos de acceso a la Europa League con 46 puntos, uno más que el Athletic, el Valencia busca una reacción de última hora que le permita retomar el vuelo y sacudirse de encima una crisis que amenazaba con ir en aumento con Celades al mando de las operaciones. El divorcio entre el técnico barcelonés y los jugadores, con enganchón incluido con el delantero uruguayo Maxi Gómez tras la última victoria ante Osasuna nueve días atrás, había puesto en jaque a la propiedad de una entidad a la que no le ha temblado el pulso. No acostumbra a hacerlo.

El multimillonario Peter Lim observa, apunta y dispara. Lo hizo también, en uno de los movimientos más inverosímiles de los últimos años, al prescindir de los servicios de Marcelino García Toral a las puertas de la cuarta jornada liguera para dar las llaves del equipo a un inexperto Celades, cuya única valía en los banquillos se limitaba a su paso por la selección española sub'20 y sub'21 entre 2012 y 2018. No le importó lo más mínimo a Lim, quien ordenó el despido del entrenador asturiano, que había logrado la pasada temporada el título de Copa y un billete para la Champions, pero había osado a plantarle cara públicamente por actuar a sus espaldas en la confección de la plantilla. El tiempo va camino de dar la razón a Marcelino, pues el Valencia no ha conseguido encontrar la regularidad en ningún momento de una temporada en la que la Champions pasó a ser historia en octavos de final con el Atalanta como verdugo.

En medio de tan convulso escenario, la figura de Ernesto Valverde ilusiona a una afición que recuerda con satisfacción el paso del Txingurri por Mestalla, donde el de Viandar de la Vera, a la espera ahora de encontrar destino tras su destitución como entrenador del Barcelona el pasado mes de enero, logró reconducir una nave que iba también a la deriva presa de una notable inestabilidad.

Consiguió entonces Valverde, en la campaña previa a su vuelta al Athletic, dar la vuelta a la compleja situación que vivía el Valencia y escalar desde la decimosegunda hasta la quinta posición para quedar a un solo partido de sellar el pasaporte para la Champions, el cual perdió en la visita al Sevilla en la última jornada de liga. El grato recuerdo que dejó en el club, sin embargo, habilita un posible regreso del que ya se han hecho eco en la capital del Turia y que está por ver si cristaliza una vez finalice el presente ejercicio, en el que el Athletic, con Europa en juego, será el primer equipo en poner a prueba el ya tradicional efecto Voro.