- Osasuna quiere competir en los encuentros con equipos de primer nivel, los tradicionales de la zona alta de la clasificación de la liga, y así lo ha expresado en forma de deseo, obligación y objetivo Jagoba Arrasate en varias ocasiones. Los dos partidos seguidos frente a rivales de nivel de Champions, Atlético de Madrid y Sevilla, se han saldado en jornadas sin puntos que añadir en el casillero, pese a la palpable recolecta de méritos y también con minutos de igualdad frente a estas plantillas superiores. En ambos encuentros, Osasuna fue de la mano de lo que hay de rebeldía en el fútbol y compitió más que correctamente todo lo que pudo y le permitieron. Sin embargo, los errores en las áreas, también la habilidad de los rivales, fueron determinantes en estas dos citas para quedarse a cero puntos.

Que el Sevilla tan sólo tirara entre los tres palos en una oportunidad y que fuera precisamente en la ejecución del penalti -lo hizo dos veces porque Sergio Herrera abandonó la línea de meta en el primero, que paró-, habla mucho y bien del tono defensivo que Osasuna opuso al torrente ofensivo del equipo de Lopetegui, que no fue tal.

El penalti fue decisivo ante el Sevilla y se convirtió en el único argumento de verdad de los locales para llevarse los tres puntos.

Los rojillos, sin embargo, tienen incluso más motivos para sentirse contrariados por lo que se desperdicia desde sus propias arcas. Osasuna tuvo una producción ofensiva interesante para ser un partido fuera de casa y más aún en el Sánchez-Pizjuán. Dos remates entre los tres palos y cinco fuera, para tres ocasiones de gol. Dos de Budimir, de cabeza las dos, una en cada tiempo, y un disparo de Jony, en la primera parte, que se marchó por encima de la portería por muy poco. Si se desparrama la copa, no suele haber fiestas.

Contra el Atlético, Osasuna también disfruto de unas cuantas ocasiones y tuvo un comportamiento general correcto que se quebró en las áreas, por otro penalti. Sólo ha hecho falta que pasara una jornada para que se ponga en valor lo ofrecido por los rojillos ante el conjunto colchonero, que se está convirtiendo en uno de los más solventes.

El conjunto de Arrasate disfrutó de tres ocasiones para marcar, alguna de ellas clarísimas, como la fallada por Enric Gallego solo ante Oblak -también Rubén García y Roberto Torres rondaron el gol-, y se le fue el partido a partir de la pena máxima transformada por Joao Félix. El equipo de Simeone solo se puso a funcionar de verdad a partir de estar por delante en el marcador. El gol Torreira, por ejemplo, hizo gritar con auténtica satisfacción al entrenador argentino porque Osasuna se había enganchado al partido con un gol de Budimir y se planteaba una pugna final desesperada que cortó de cuajo el gol del futbolista uruguayo. El Atlético, de todos modos, no dejó lugar a dudas acerca de la justicia del marcador final, cosa que quedó en el aire en Sevilla.

Las buenas intenciones de Osasuna, plasmadas en presión, dificultades para el rival, personalidad también, incluso ocasiones para marcar -media docena entre los dos partidos-, se han ido desvaneciendo a cada encuentro conforme la factura de las concesiones se ha transferido al marcador en goles en contra y casi ninguno a favor. Arrasate ya sabe cómo darle una vuelta más al rendimiento de su plantilla, y eso es lo que viene ahora. Toca hacer más daño al rival.

El Sevilla no tiró. El conjunto andaluz sólo contabilizó como remate entre los tres palos el lanzamiento del penalti, repetido el válido, de Ocampos.

Tres ocasiones. Budimir en dos oportunidades y Jony firmaron las tres ocasiones de gol de Osasuna en el Sánchez Pizjuán.

También con el Atlético. Enric Gallego, Rubén García y Roberto Torres fueron los autores de las oportunidades contra el Atlético.

Y tres penaltis. Con el Sevilla a Osasuna le señalaron un penalti en contra. Contra el Atlético de Madrid fueron dos las penas máximas, aunque le marcaron sólo una.

Igualdad. Ante los dos equipos de Champions, Osasuna logró muchos minutos de igualdad de fuerzas, pero sin premio final.