o no sé si desde hace un año estamos todos más enfadados o no, pero si el enfado es una alteración del ánimo les aseguro que aquí no hay hijo de vecino que se salve. Pasamos por una época además de muy complicada también nueva y eso hace que el volcán que todos llevamos dentro tome más protagonismo.

Generalmente el enfado ocurre por situaciones que no puedes controlar y la energía positiva se irrita convirtiéndonos en algo que luego lo más probable es que te arrepientas.

Casi seguro que usted se haya enfadado esta mañana por que su niño no quería ponerse chaqueta o ayer por que su jefe le dijo que abusaba del móvil o mañana por que la vecina del quinto sigue con su puto curso de trompeta. Estas y miles de situaciones más importantes nos enojan día a día y no es fácil manejar todas como uno quiere.

Es muy habitual ver deportistas enfadadísimos cuando no les salen las cosas, hemos visto raquetas volando, puñetazos al suelo por fallar un gol, ciclistas que tiran la bici por el barranco o boxeo en canchas de baloncesto y de cualquier otro deporte. Cuentan que incluso una vez Andrés Iniesta se llevó una amarilla por protestar.

Estos días está muy de moda en el fútbol nacional por sus rebotes el míster del Getafe José Bordalás. Este buenísimo entrenador no tenía fama precisamente de tipo calladito pero lleva unos días que su estado de ánimo intuyo que está más alterado de lo normal. Los resultados no le van como él quisiera y supongo que eso no ayuda mucho.

Hace unos días durante un partido metió su pie en el campo para parar un balón que previamente había salido y así el juego se detuviera lo menos posible. Allí se armó un belén que no veas, nunca sabremos si con otro entrenador el equipo rival hubiera actuado igual pero José fue expulsado por segunda vez en una semana.

Son varios días ya que donde pisa ese señor los nervios están a flor de piel y la gresca no tarda en llegar. Qué difícil es ser entrenador a veces y que difícil es no enfadarse en esta vida también. El autor es técnico deportivo superior.