Aimar Oroz y Jon Pacheco consiguieron este viernes, merced a la victoria de España ante Francia, la novena medalla olímpica del deporte navarro y el segundo oro, porque hasta la fecha solo había subido a lo más alto del podio el villavés Miguel Induráin.
El pentacampeón del Tour consiguió en Atlanta 1996 la primera medalla olímpica navarra y la que hasta ayer era la única de oro, al ganar la prueba de contrarreloj.
Curiosamente, ese triunfo sería el último de su dilatada carrera profesional, porque menos de dos meses después se retiraría en la Vuelta a España –a los pies de los Lagos de Covadonga– y ya no volvería a competir.
En esos mismos Juegos de Atlanta 1996 obtuvo la medalla de bronce el balonmanista burladés Mateo Garralda, que cuatro años después (Sidney 2000), con otro bronce, se convirtió en el único navarro que ha ganado más de un metal olímpico.
En esa edición de 2000, Navarra estableció su récord histórico de tres medallas, porque al bronce de Garralda se unieron las platas de Jesús Mari Lacruz (fútbol) y Gabriel Esparza (taekwondo).
Es llamativo –y significativo– que partir de 2000 los deportistas navarros solo han subido a los podios del balonmano y del fútbol. Y es que solo dos de las nueve medallas navarras –las ya citadas de Induráin (ciclismo) y Esparza (taekwondo)– rompen ese duopolio del balonmano (cuatro metales) y el fútbol (tres).
Después de Sidney 2000 hay que irse hasta Londres 2012 para encontrar una nueva medalla navarra, que es además la única obtenida por una mujer: el bronce de la balonmanista Andrea Barnó.
En Pekín hubo dos –Mikel Merino y Jon Moncayola en fútbol y Eduardo Gurbindo en balonmano–, y Aimar Oroz y Jon Pacheco han conseguido que los siete representantes navarros –los otros cinco han sido Alberto Munárriz, Asier Martínez, Carlota Ciganda, Lysa Tchaptchet y Ariane Toro– no se fueran de vacío.