madrid - Ana Carrasco desfila con cara de cansada ante la retahíla de medios de comunicación interesados en hablar de su gesta, el primer título mundial de motociclismo conquistado por una mujer, pero así, vestida de calle, lo hace liberada de todo lastre: el que debe poner a su moto para competir y el que tiró a la cuneta cuando demostró que ella también podía ganar. La piloto española, de solo 21 años, se proclamó el domingo en Francia campeona de la categoría Supersport 300 de superbikes y al subir al podio se ganó de inmediato un título adicional, el de pionera.

“La mayor dificultad fue encontrar a alguien que confiara en que podía ganar. A la gente le cuesta confiar en algo que no conoce, que no ha visto nunca”, dijo sobre la posibilidad inimaginable para muchos de que una mujer triunfase en el motociclismo.

Cuando encontró a un equipo que confió en ella, en solo un año pasó de ganar una carrera a ganar el Mundial.

“Esa primera victoria es la que te abre puertas, la que demuestra que se puede”, destacó la corredora.

Su Kawasaki pesa 152 kilos y, a mitad de competición, el reglamento fue cambiado para que el total de moto más piloto superase los 215 kilos. Como ella no los alcanzaba, tuvo que añadir 14 kilos de lastre a su herramienta de trabajo. “Hay que poner placas de plomo a la moto en los huecos que quedan libres: entre el motor y los amortiguadores, junto al escape. La moto no está diseñada para eso y cuesta mucho ponerla a punto”, describió.

La piloto de la localidad murciana de Cehegín, que el domingo partió en el puesto 25 de la parrilla de salida en Magny Cours, aseguró el triunfo en la general con la decimotercera plaza y ahora asiste con tranquilidad a la repercusión de su éxito sin precedentes. “Ha sido un año muy difícil, de mucho trabajo, y estoy muy contenta por ello, pero también sé que es importante que yo sea mujer porque este resultado ayudará a que otras tengan más fácil el camino”, indicó.

Ana Carrasco se hace acompañar del testigo más cercano de su victoria: un casco Arai RX7, de la gama más alta de la firma japonesa, que despierta la sensación de los moteros que pasan a su lado. Esa protección puede alcanzar los 1.000 euros de precio. Ella lo tiene personalizado con el número 22, ”porque era el de mi jefe de equipo, Pablo Nieto, cuando corrí en Moto3, y con los colores rosa, “el que más me gusta”, y amarillo, “porque el dorado identifica a los campeones”.

“No utilizaré más este caso, será un recuerdo de este título”, afirmó.

La parte más dura de su preparación, sostuvo, “es el entrenamiento físico”, al que dedica de 4 a 6 horas diarias. El gimnasio, el crossfit, la carrera y la bicicleta forman parte de su rutina. En cambio, no dedica “casi nada” de tiempo a entrenar la faceta mental porque considera que “la mejor preparación es sentirse bien”.

Para lograrlo, cuando no se entrena se divierte con su familia y amigos. “Creo que es lo que más me ha ayudado este año. No quiero estar todo el día pensando en las motos. Si no, entro en bucle”.

“Todos los pilotos” son sus referentes, pero en superbikes destaca al británico multicampeón Jonathan Rea, en MotoGP a Valentino Rossi y en otros deportes, por supuesto, a Rafael Nadal, “porque supera todas las dificultades y nunca tira la toalla”, dice la motociclista, que también estudia segundo curso de Derecho en la Universidad Católica de Murcia.