según el Libro Guinness de los Récords, a finales de los años 70, Brasil alcanzaba la cifra de 27 estadios que superaban los 45.000 espectadores. También increíblemente tenían 5 bicharracos que superaban los 100.000. Parece ser que no tenían la culpa solo el gran Pelé y sus compañeros, sino que la dictadura militar ordenaba construir estos grandes estadios como medida populista y, de esta forma, el orgullo nacional subía como la espuma. Cuenta un escritor y periodista brasileño que en un pueblo llamado Brejinho el alcalde construyó un estadio donde no solo cabía todo su pueblo, sino también los dos pueblos vecinos. Un pedazo de estadio donde cabían 10.000 personas para una localidad de 3.000. El pueblo prefirió construir ese estadio antes que un mercado. Así de claro.

Aquí nuestros pueblos también son igual de futboleros, pero no necesitamos unas gradas gigantes para pasar una buena tarde de fútbol. Además, muchos de nuestros pueblos no llegan a los 3.000 lugareños ni en pleno mes de agosto.

Muy cerquita de Pamplona está Subiza, un pueblo de unos 200 habitantes que si tuviera un balón en su escudo a todo el mundo le parecería normal. La historia del club empieza en el Torneo Higa de Monreal allá en los 80, pero en 1993 se plantan en Federación con la idea de sacar un equipo en Regional. Varias temporadas en Regional y después de consolidarse, salto a Preferente. En la Temporada 2002-03 primer ascenso a Tercera División y con la mitad de la plantilla del pueblo, esto quizá sea mejor que tener un estadio gigante. Ascensos y descensos como todos los clubes y a día de hoy cinco temporadas consecutivas en nuestra Tercera División.

No solo eso tienen en el pueblo, sino que también su chavalería nació con el balonico debajo del brazo o mejor dicho, debajo del pie, y van poniendo fútbol por diferentes clubes. En el Iruntxiki hay ya unos cuantos, en Ademar, en Ardoi, en Oberena y, por si esto fuera poco, en Tajonar los chavales de Subiza podrían jugar al mus e incluso uno más les podría traer los mini mostos. Así de claro.

El autor es técnico deportivo superior